Villa Lena
82
Toscana nos tienta de nuevo y con mucho arte.
Hay hoteles que inspiran fotos de Instagram y otros obras de arte, pinturas, esculturas, canciones... En Villa Lena suceden las dos cosas. Alojado en una finca neoclásica del siglo XIX rodeada de jardines, olivos, viñedos y hectáreas y hectáreas de bosques –tantas que suman un tamaño similar al del Estado del Vaticano–, se encuentra a hora y media de Siena, perdido en las sensuales colinas de la Toscana italiana. No hay nada en kilómetros a la redonda. “Este es un lugar para que las personas tengan tiempo y espacio lejos de todo”, nos dice Lena Evstafieva, la Lena que le da nombre. Tan lejos se encuentra que el pueblo más cercano está abandonado. Tiempo y espacio. ¿Hay algo más necesario?
Hace unos años, los padres de Lena compraron un deteriorado agroturismo del que se habían enamorado en un viaje anterior, tiempo atrás, con el objetivo de transformarlo en un alojamiento de lujo. Durante los trabajos de rehabilitación y dado que Lena es consultora y coleccionista de arte y su marido,
la idea, Jerôme Hadley, productor de música, se les ocurrió junto a su buen amigo Lionel Bensemoun, artífice del mítico club nocturno Le Baron
en de París, de convertirlo un espacio de intercambio cultural. “Un lugar democrático y en plena naturaleza que hiciera posible la interacción entre huéspedes y artistas”, nos explica Lena en conversación teléfonica desde Londres, donde reside durante los inviernos, cuando la finca está cerrada.
Cada año desde entonces, y con este ya van cinco, de abril a noviembre, artistas de diversas disciplinas –pintores, poetas, fotógrafos, ar-
Villa Lena es un lugar democrático para que las personas encuentren tiempo y espacio lejos de todo
quitectos, músicos, cineastas...– vienen a vivir y trabajar en los estudios que Villa Lena pone a su disponsición durante un mes, de modo totalmente gratuito. “Ser artista es un trabajo solitario, te pasas mucho tiempo a solas en tu estudio, concentrado en ti mismo, por lo que se agradece enormemente la posibilidad de compartir y convivir con otra gente”, asegura Lena. “Tener la
y crear ocasión de disponer de un mes entero para experimentar lejos de las rutinas y las prisas del día a día resulta muy productivo”. Las conexiones que se establecen, con frecuencia duran de por vida. Pero no hace falta ser artista ni pretenderlo para pasar
unos días aquí. Aunque diferente, Villa Lena es un hotel. Un hotel-musa en el que los huéspedes, igual que los vecinos de los alrededores y los miembros del personal, son bienvenidos a unirse a los talleres y a participar de las charlas y actividades que llevan a cabo los artistas a cambio de su estancia. “Normalmente, la clientela de los hoteles suele ser homogénea. Aquí no; nosotros tenemos diferentes precios, lo que hace posible que venga gente diversa. En verano, alrededor de la piscina puedes encontrar familias con niños, grupos de modelos, músicos... Es una mezcla muy variada e interesante”, nos cuenta Lena describiendo el ambiente relajado del hotel.
Para alojarlos, en Villa Lena hay 13 apartamentos de una a tres habitaciones repartidos entre los edificios principales, y varias casas más, los antiguos lodges de caza, que se pueden alquilar enteros o por habitaciones. Algunos dormitorios son suites, otros, más modestos, comparten el baño. También hay piscinas
4. Una de las dos piscinas, junto al bar y con vistas al valle, acaba de ser ampliada por el diseñador británico Fred Rigby. 5. Charlie Duck concentrado en su trabajo.
6. La decoración dan ganas de verano y de sentarse a charlar. (dos), una sala de juegos, otra para proyecciones de cine, parque infantil y una plataforma de yoga con vistas increíbles, donde, cada mañana, se imparten clases para darle los buenos días al sol. De la decoración se encargó la diseñadora Clarisse Demory con un veraniego estilo ‘neo-folk’ en el que conviven muebles toscanos rescatados de la antigua propiedad, piezas
vintage traídas de aquí y de allá y obras donadas por los propios artistas. Ellos también participan en las reformas de la finca. Este año, por ejemplo, el diseñador británico Fred Rigby, que ya se encargó de hacer sostenible el edificio principal hace un par de años, acaba de ampliar la piscina principal, mientras que los paisajistas Jocelyn Oppenheim y Kate Smaby han supervisado las mejoras realizadas en los senderos.
“Nos pasamos la mayor parte del tiempo en ciudades, entre coches y edificios. Aquí, lo único que nos rodea son los árboles. Y estar sumergido en la naturaleza produce una placidez y una
En verano, alrededor de la piscina puedes encontrar familias con niños, pandillas de modelos, músicos...