Condé Nast Traveler (Spain)

Villa Lena

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- Gema Monroy

Toscana nos tienta de nuevo y con mucho arte.

Hay hoteles que inspiran fotos de Instagram y otros obras de arte, pinturas, esculturas, canciones... En Villa Lena suceden las dos cosas. Alojado en una finca neoclásica del siglo XIX rodeada de jardines, olivos, viñedos y hectáreas y hectáreas de bosques –tantas que suman un tamaño similar al del Estado del Vaticano–, se encuentra a hora y media de Siena, perdido en las sensuales colinas de la Toscana italiana. No hay nada en kilómetros a la redonda. “Este es un lugar para que las personas tengan tiempo y espacio lejos de todo”, nos dice Lena Evstafieva, la Lena que le da nombre. Tan lejos se encuentra que el pueblo más cercano está abandonado. Tiempo y espacio. ¿Hay algo más necesario?

Hace unos años, los padres de Lena compraron un deteriorad­o agroturism­o del que se habían enamorado en un viaje anterior, tiempo atrás, con el objetivo de transforma­rlo en un alojamient­o de lujo. Durante los trabajos de rehabilita­ción y dado que Lena es consultora y coleccioni­sta de arte y su marido,

la idea, Jerôme Hadley, productor de música, se les ocurrió junto a su buen amigo Lionel Bensemoun, artífice del mítico club nocturno Le Baron

en de París, de convertirl­o un espacio de intercambi­o cultural. “Un lugar democrátic­o y en plena naturaleza que hiciera posible la interacció­n entre huéspedes y artistas”, nos explica Lena en conversaci­ón teléfonica desde Londres, donde reside durante los inviernos, cuando la finca está cerrada.

Cada año desde entonces, y con este ya van cinco, de abril a noviembre, artistas de diversas disciplina­s –pintores, poetas, fotógrafos, ar-

Villa Lena es un lugar democrátic­o para que las personas encuentren tiempo y espacio lejos de todo

quitectos, músicos, cineastas...– vienen a vivir y trabajar en los estudios que Villa Lena pone a su disponsici­ón durante un mes, de modo totalmente gratuito. “Ser artista es un trabajo solitario, te pasas mucho tiempo a solas en tu estudio, concentrad­o en ti mismo, por lo que se agradece enormement­e la posibilida­d de compartir y convivir con otra gente”, asegura Lena. “Tener la

y crear ocasión de disponer de un mes entero para experiment­ar lejos de las rutinas y las prisas del día a día resulta muy productivo”. Las conexiones que se establecen, con frecuencia duran de por vida. Pero no hace falta ser artista ni pretenderl­o para pasar

unos días aquí. Aunque diferente, Villa Lena es un hotel. Un hotel-musa en el que los huéspedes, igual que los vecinos de los alrededore­s y los miembros del personal, son bienvenido­s a unirse a los talleres y a participar de las charlas y actividade­s que llevan a cabo los artistas a cambio de su estancia. “Normalment­e, la clientela de los hoteles suele ser homogénea. Aquí no; nosotros tenemos diferentes precios, lo que hace posible que venga gente diversa. En verano, alrededor de la piscina puedes encontrar familias con niños, grupos de modelos, músicos... Es una mezcla muy variada e interesant­e”, nos cuenta Lena describien­do el ambiente relajado del hotel.

Para alojarlos, en Villa Lena hay 13 apartament­os de una a tres habitacion­es repartidos entre los edificios principale­s, y varias casas más, los antiguos lodges de caza, que se pueden alquilar enteros o por habitacion­es. Algunos dormitorio­s son suites, otros, más modestos, comparten el baño. También hay piscinas

4. Una de las dos piscinas, junto al bar y con vistas al valle, acaba de ser ampliada por el diseñador británico Fred Rigby. 5. Charlie Duck concentrad­o en su trabajo.

6. La decoración dan ganas de verano y de sentarse a charlar. (dos), una sala de juegos, otra para proyeccion­es de cine, parque infantil y una plataforma de yoga con vistas increíbles, donde, cada mañana, se imparten clases para darle los buenos días al sol. De la decoración se encargó la diseñadora Clarisse Demory con un veraniego estilo ‘neo-folk’ en el que conviven muebles toscanos rescatados de la antigua propiedad, piezas

vintage traídas de aquí y de allá y obras donadas por los propios artistas. Ellos también participan en las reformas de la finca. Este año, por ejemplo, el diseñador británico Fred Rigby, que ya se encargó de hacer sostenible el edificio principal hace un par de años, acaba de ampliar la piscina principal, mientras que los paisajista­s Jocelyn Oppenheim y Kate Smaby han supervisad­o las mejoras realizadas en los senderos.

“Nos pasamos la mayor parte del tiempo en ciudades, entre coches y edificios. Aquí, lo único que nos rodea son los árboles. Y estar sumergido en la naturaleza produce una placidez y una

En verano, alrededor de la piscina puedes encontrar familias con niños, pandillas de modelos, músicos...

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1. La instalació­n artística realizada por Bobby Dowler en uno de los estudios de Villa Lena. 2. Un par de hamacas olvidadas pueden servir de inspiració­n a los artistas que conviven en la finca. 3. Fachada de la mansión neoclásica en la que se aloja el...
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