Con gafas nuevas
Estas cabañas de cristal son la nueva propuesta de Vik Retreats para sacarle todo el partido al paisaje de Chile (y a sus vinos).
Se trata de no interferir la vista, de ofrecerte el horizonte, de asegurarte intimidad e integrarte en el entorno, de hacerte sentir la naturaleza. Con la mirada nítida, con nuevas lentes. Estamos en el valle de Millahue, la “tierra de oro” de los mapuches, a dos horas en coche de Santiago, en una de las 19 casas de cristal que Alex y Carrie Vik acaban de estrenar en el punto más elevado de su propiedad de 11.000 acres. Rodeadas de naturaleza –incluso el tejado está cubierto de hierba–, son el complemento perfecto a su hotel de 22 habitaciones, el vecino Chile Vik, y a su modernísima bodega, única en diseño, tecnología y sostenibilidad. Más allá de las copas de los árboles, más allá del valle y del lago, las cumbres de los Andes son la única frontera visual. Te hemos traído hasta aquí por esto, por las vistas, y para que pruebes los elegantes y orgullosos blends que la bodega Vik elabora desde hace más de una década. Pero antes de que te vayas de pícnic por los viñedos, a montar a caballo por el valle o a dejarte embelesar por el cielo estrellado, vamos a detenernos un momento en tu casa de cristal, tan discreta que es transparente. Así que presta atención al papel washi de los paneles que separan los espacios, está hecho a mano, y al mármol del cuarto de baño –el de cada casa procede de un lugar del mundo diferente–. Y recréate en los muebles, dignos de un museo, y en el maridaje de antigüedades francesas e instalaciones de arte hechas a medida, de holigrafías y arte pop, de luces de neón y esculturas de vidrio de Dale Chihuly. Y, sobre todo, descorcha una botella de La Piú Belle 2012 cortesía de la casa; la ha pintado Gonzalo Cienfuegos. Arte y vinos, en definitiva. Puro Vik (purovik.com).