MONGOLIA
EN EL EXTREMO OCCIDENTAL DE MONGOLIA, LOS BERKUTCHI MANTIENEN UNA TRADICIÓN SEGÚN LA CUAL LAS ÁGUILAS SON SU TESORO Y PARTE DE LA FAMILIA.
Asistimos al Kazakh Eagle Festival para mezclarnos con los berkutchi, una comunidad nómada que tiene a las águilas reales en el centro de su modo de vida.
“Bienvenidos a Bayan-Ölgii”, nos dice Canat, nuestro anfitrión y organizador del Kazakh Eagle Festival (festival del águila kazajo), la razón principal por la que hemos viajado a este remoto rincón de Mongolia. “Este es un país fuerte, de gente fuerte y para gente fuerte”, sonríe señalando la impresionante (aunque estéril) cordillera que se avista en la distancia, ligeramente salpicada de nieve. Estamos a unos 75 kilómetros de la frontera rusa. Con una mezcla de sangre turca y kazaja corriendo por sus venas, Canat resulta algo tosco hablando, pero tiene razón. El turista medio, el de “visita Mongolia en un día”, nunca llega tan lejos. No está preparado para sentarse durante dos horas y media de vuelo desde la capital, Ulán Bator (Ulaanbaatar), para alcanzar la frontera con Rusia y Kazajistán. Al llegar, vemos a una vaca y a un perro pastor solitarios junto al pequeño edificio del aeropuerto de Bayan-Ölgii, lo cual enfatiza nuestra sensación de estar perdidos. Casi entran al aeropuerto desierto. El guardia que nos acaba de escoltar fuera del avión hasta la terminal se dispone a perseguir a la vaca. El perro ladra y el viento levanta el polvo en el aire helado. Bienvenido al Lejano Oeste de Mongolia.
EL HOGAR DEL CAZADOR
La ciudad de Bayan-Ölgii, en realidad, no es la razón de nuestro viaje a esta parte de la hermosa Mongolia. Son los cazadores de águilas kazajos, o berkutchi, en dialecto local. Hay más de cien cazadores (y águilas entrenadas) en la región de Sagsai, donde pronto se llevará a cabo un festival en lo que es poco más que una aldea, aquí llamada suma, a menos de media hora en 4x4 desde Bayan-Ölgii. Los cazadores viven dispersos por todo el valle en casas
“Este es un país fuerte, de gente fuerte y para gente fuerte”, nos dice Canat, nuestro anfitrión, al vernos
simples o gers bien aislados, especialmente construidos para soportar fuertes nevadas. En cada una de las casas vive un berkut con su familia. Por lo general, las águilas reales se cogen de los nidos cuando son muy jóvenes para comenzar el entrenamiento. Los amantes de los animales podrían cuestionar esta práctica, pero intenta decírselo a un orgulloso kazajo cuyos antepasados lo han estado haciendo durante siglos. Un águila real vive en ‘cautiverio’ durante aproximadamente 40 años. En otras palabras, el cazador envejece junto a su rapaz y este es tratado como si fuera de la familia. Mejor todavía: estas aves son tratadas como reyes. Son pequeños dioses con plumas, considerados como lo más preciado en estos pequeños hogares rurales.
2 PERACIÓN ÁGUILA
Como con cualquier tipo de deporte, el entrenamiento resulta fundamental. Los cazadores de águilas trabajan con intensidad, especialmente durante la preparación para el festival del águila. Partimos con Oral, de 78 años, y su águila, de cuatro. El objetivo no es solo tomar fotos maravillosas, sino ir un paso más allá. Hace mucho que nos ronda la idea de colocar una pequeña cámara en la parte posterior de un águila. Pero no resulta tan sencillo. Consultamos a expertos de la fundación Denver Zoo de Mongolia si es posible hacerlo sin obstaculizar ni interferir con el ave. Nos confirman que no es problemático... siempre que respetemos ciertas reglas. Luego viene el tema del diseño: un arnés flexible del tamaño de este animal, en el que se pueda poner la cámara. Ligero, adaptable y fuerte. Gracias a Urnaa, una concierge extremadamente amable del hotel Kempinski de Ulán
Las águilas son aquí pequeños dioses con plumas y el bien más preciado en estos hogares rurales
Bator, encontramos una costurera local que nos confecciona un arnés a medida. Estamos listos para la Operación Águila. Cuando le explicamos por primera vez a Oral lo que queremos hacer con su compañera esperamos alguna protesta, pero, para nuestra sorpresa, al cazador le parece bien. “¡Hagámoslo!”. Oral salta sobre su caballo y partimos rumbo a un hermoso paraje. Con mucho cuidado, colocamos el arnés y la cámara al águila, que se encuentra serena y tranquila. El sol comienza a ponerse suavemente y el ave espera sentada en la montaña, sobre nosotros. Abajo, su maestro observa en la distancia. Oral la llama, del mismo modo que pronto lo hará en el festival. El águila escucha, mira y levanta el vuelo. Lo hace a una velocidad de aproximadamente 200 kilómetros por hora a través de la estepa, sin perder de vista a su dueño. Nuestra cámara se sostiene bien y registra cómo el águila mira a su alrededor y se dirige hacia Oral en línea recta. Aterriza en el suelo, no lejos del cazador, que llama al animal en su propio idioma. Unos segundos después, este se posa en su brazo.
COMO UNA ESCENA DE WESTERN
La mayoría de viajeros han oído hablar del festival Nadam, que se celebra en julio y representa un aumento de afluencia de público, especialmente alrededor de Ulán Bator. Otros más pequeños, como el Kazakh Eagle de Altai son menos populares. Según su organizador, Canat, asisten alrededor de cien extranjeros y casi mil lugareños que descienden desde diferentes regiones al Valle de Sagsai. Cuando los cincuenta cazadores de águilas entran cabalgando, con las cumbres nevadas de las montañas de Altai como telón de fondo, se nos pone la piel
Ver a los cazadores cabalgando con las cumbres de Altai nevadas de fondo nos pone la piel de gallina
de gallina. El foco de atención se fija en aquellos que están a punto de emprender algunas pruebas: hacer que su águila vuele desde la montaña y aterrice en su brazo, una carrera de camellos, ejercicios a caballo para recoger objetos del suelo y alguno más controvertido, como el que involucra a una cabra muerta. Sopla un fuerte viento helado a través de la estepa, perturbando la nieve recién caída. Los cazadores ni pestañean, vestidos como están con pieles de zorro y lobo. Nosotros, envueltos en capas de Gore-Tex y chaquetas de plumas de alta tecnología, temblamos sin parar. Un turista toma la desafortunada decisión de comprar un sombrero de piel local. Durante uno de los ejercicios, un águila piensa que es un delicioso refrigerio y se lanza para matarlo. Se despierta una hilaridad generalizada: los kazajos se ríen, los turistas se quedan perplejos. En el Festival del Águila kazajo de Altai siempre sucede algo emocionante, y esto significa que te lo pienses dos veces antes de comprar un sombrero de piel.
DE CHAQUETAS EXTRAVAGANTES
Vemos que los berkutchi suelen llevar chaquetas hechas de piel de zorro, conejo o marmota. Cuanto más extravagante es la chaqueta, más respetado es el cazador. A veces vemos piel de lobo. Y es que un águila fuerte no solo atrapa animales pequeños, también presas más grandes. Y siempre son las hembras las que salen a cazar con el berkutchi. Se afirma que las aves más fuertes son las que se capturan, no las que se sacan del nido a una edad temprana. Bolat, el hijo de Oral, nos dice que estas últimas son más bien mascotas. Más tranquilas, amigables y domésticas. Las verdaderas cazadoras son las que crecieron en la naturaleza. Estas son las aves que pueden enfrentarse fácilmente a un lobo. Incluso se dice que algunas son capaces de dominar a un leopardo de las nieves.
El berkutchi solo necesita tres cosas en la vida: un caballo rápido, un perro fiel para proteger la casa y un águila. Y ha sido así durante siglos, una tradición que se ha transmitido de padres a hijos durante más de seis mil años. A pesar de ello, la vida nómada y la caza del águila están desapareciendo sin cesar. Muchos jóvenes nómadas ahora se marchan a la ciudad con un smartphone en el bolsillo de su abrigo de pieles, pues las habilidades y el conocimiento de sus antepasados ya no se transmiten tan fácilmente. Cuando volvemos a casa de Oral después del festival es la hora del crepúsculo y vemos a un conejo saltando por la estepa. Bolat se detiene y Noks, su hijo pequeño, saca un rifle. Apunta y dispara, no con un iPhone, en este caso. Aunque las nuevas generaciones se muden a la ciudad, siguen llevando en la sangre el instinto cazador berkutchi. Aquí, en el Lejano Oeste de Mongolia, no consentirían su desaparición.