HABITACIÓN CON VISTAS
Hotel de la Ville, la apertura del año en Roma, te transporta al siglo XVIII mientras imaginas la vida eterna aquí.
Roma rescata el romanticismo del Grand Tour.
Bienvenidos a un hotel que se jacta de interiorismo inspirado en ese impecable romanticismo de los viajes del Grand Tour, aquel en el que los varones de la clase alta se lanzaban durante meses, e incluso años, a recorrer Europa. Una grandiosidad estética que tampoco le hace feos al siglo XXI y que compite, o mejor dicho, se complementa, con una localización perfecta. Todo suena ideal, pero debemos reconocer que en parte puede ser duro hospedarse aquí. Porque razones abundan, bueno, sobran, para que la vista entre en colapso al verse bombardeada por semejante cúmulo de estímulos visuales. Ponte en situación, con la via Sistina brillando por un lado y el patio interior de este antiguo palazzo del siglo XVIII por el otro, destellando en tonos terracota e hipnotizando con las sombrillas que cubren las mesas de su restaurante Mosaico. Desde la terraza de su bar Cielo (¿hace un Negroni?), la Ciudad Eterna tienta con unas vistas que poco dejan a la imaginación.
Ante este más que bienvenido exceso de belleza, nada como el spa del hotel, inundado de aromas de azahar y botánicos sicilianos de Irene Forte. Casi tan deliciosos como los que se sirven en su coctelería, Julep, con infusiones espirituosas que siguen la ruta de las especias del siglo XIII (roccofortehotels.com).