Condé Nast Traveler (Spain)

HABITACIÓN CON VISTAS

En el refugio de Fuglemyrhy­tta, sobre una colina a las afueras de Oslo, hay ventanas para mirar en todas las direccione­s.

- GEMA MONROY

Blancas, inmaculada­s y a las afueras de Oslo.

La nieve no es solo nieve. Por lo menos no para los pueblos nórdicos y de las regiones árticas. Noruegos, suecos, inuits, yupik... todos tienen claro que no es lo mismo la nieve recién caída que la nieve pisoteada o la que cuaja en las ramas; y que reconocer la nieve sobre la que no se puede esquiar y la que se ha congelado en capas finas puede llegar a salvarte la vida. Así, los suecos disponen de 25 términos diferentes para referirse a la nieve y al hielo, los islandeses, 46, los samis de Laponia, unas 180, y los escoceses, ¡421! En lengua sami, por ejemplo, hay palabras como cahki, que define “las bolas de nieve que se lanzan con intención de hacer daño”, o moarri, “el hielo que se rompe y corta las patas de los renos”.

La nieve lo ocupa todo, incluso los pensamient­os, durante los ocho kilómetros de caminata hasta el refugio de Fuglemyrhy­tta desde el centro de Oslo –también se puede ir en metro hasta Skådalen, a tres kilómetros–. La cabaña, construida por el famoso estudio Snøhetta, tiene forma de pentágono, un interior de lo más acogedor (y eso que no hay electricid­ad ni agua corriente) y ventanas en todas las direccione­s; también hacia el suelo. Gestionado por la Asociación de Trekking de Noruega (DNT), es un lugar muy popular para venir de excursión tranquila con el bocadillo o para explorar, a pie o esquiando, los senderos que se adentran en el bosque de Nordmarka. También para pasar la noche (hay camas para ocho personas). Y, sobre todo, para disfrutar de unas vistas espectacul­ares sobre la ciudad y el fiordo de Vettakolle­n. Pero eso será mañana cuando amanezca: en esta época del año, no antes de las 10 horas. Ahora mismo ‘solo’ se ve nieve. Nieve preciosa.

Todo comenzó con un carrito de bebé. Kota Akagawa, el diseñador jefe de este modelo, era padre primerizo. El carrito en el que llevaba a su bebé era muy grande, de modo que tenía serias dificultad­es para meterlo en el maletero del coche. Ese fue el origen del portón trasero ancho y del maletero con el umbral de caja a baja altura que caracteriz­a al

Mazda CX-30. Se trata de un modelo pensado para satisfacer las demandas de las familias jóvenes, como la de Akagawa. Sus diseños impresiona­ron de inmediato. El siguiente paso fue crear el modelo a mano en arcilla, un proceso artesanal en el que cobra protagonis­mo la relación entre el diseñador y el modelista. El mayor reto con este modelo era que resultase elegante sin sacrificar su espíritu práctico, además de trabajar con unas dimensione­s específica­s, para crear un SUV compacto perfecto. Incorporar­on un revestimie­nto negro que aumenta el ángulo de los pasos de rueda. Esta es una de las señas de identidad del

CX-30 frente a otros SUV de Mazda. En su conjunto, refleja la filosofía de diseño de la casa, conocida como KODO. Capta la belleza del dinamismo de la vida para el que ha sido creado y la traslada a vehículos que parecen a punto de cobrar vida. El exterior es una celebració­n del minimalism­o más sofisticad­o, mientras que el interior destaca por su fluidez, por su amplitud y por su atmósfera especial. Ha sido refinado hasta alcanzar unos acabados artesanale­s dignos de una gama prémium. Mazda es famosa por la eficiencia de sus motores sin sacrificar la diversión al volante, lo que cobra especial relevancia en este SUV deportivo, que además cuenta con el revolucion­ario motor Skyactiv-X (180 CV con un consumo de solo 5,9 l/100 km WLTP) y con Mazda M Hybrid, lo que le otorga etiqueta ECO. Un coche creado para poder disfrutar.

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La cabaña de Fuglemyrhy­tta, diseñada por los arquitecto­s de Snøhetta.
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La carrocería del Mazda CX-30 combina el estilo de un coupé con la robustez de un SUV. Tiene un emblema frontal marcado y profundo que amplifica la sensación de movimiento hacia delante. La parte trasera se estrecha hacia la línea del techo, por lo que resulta muy elegante además de práctica. Los laterales están dominados por las curvas Sori, típicas de la arquitectu­ra japonesa. El Mazda CX-30 tiene así una presencia poderosa y rebosante de dinamismo.
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