PALOMA WOOL
ESTA ESCENA PODRÍA HABER SIDO FUENTE DE INSPIRACIÓN DE LOS TRAZOS DE KLIMT O MUSA DE UN POEMA DE BÉCQUER. ASÍ ES LA FIRMA DE MODA PALOMA WOOL: PURO ARTE ‘MADE IN SPAIN’.
La firma de moda española más evocadora.
Paloma Wool es mi nombre y el nombre de este proyecto, que trata sobre vestirse y sobre el espacio o las ideas que se crean alrededor del acto de vestirse”. ¿Que las cartas de presentación tradicionales ya no se llevan? Probablemente. ¿Que la pestaña ‘Sobre nosotros’ de las páginas web es tan necesaria como, a veces, soporífera? Rotundamente, sí. Otra sentencia irrebatible: quien tiene arte, no necesita de un exceso de dialéctica para venderse.
Por esta razón, Paloma Lanna ha optado por ese breve mensaje –presentado a modo de ventana emergente–, una camisa que afirma que “vestirse es elegir un compañero para la piel”, un grupo de chicas paseando por la playa con un outfit diseñado por ella, un selfie con su equipo –formado por mujeres–, una silueta femenina desnuda frente a una amalgama de prendas colgadas de una pared como si del juego de los recortables se tratara y, por último, un reloj que marca la hora actual en Barcelona, para resumir, a modo de collage, en qué consiste su proyecto. Y es que, aunque la Ciudad Condal no haya visto nacer a Paloma, que es de San Sebastián (como su familia materna), sí la ha visto crecer.
A ella y a su firma: “Lancé Paloma Wool en abril de 2014. Siempre supe que quería crear mi propia marca, pero no se materializó hasta que entendí que quería desvincularme de la industria de la moda: ni rebajas, ni colecciones por temporada, ni producción en masa”, nos comenta ella misma, quien, pese a haber estudiado Administración y Dirección de Empresas, asegura haber sentido siempre una gran pasión por el diseño. Ese entusiasmo por todo lo que rodea a la industria textil y ese savoir faire que le ha permitido dar vida a Paloma Wool, forman parte de su herencia familiar. “En 1995 mis padres crearon la firma de ropa Nice Things. Pasé gran parte de mi infancia en sus oficinas, acompañándoles a algunas de las fábricas donde confeccionaban las prendas o seleccionaban los tejidos de sus próximas colecciones”, comenta. Fue así, recorriendo el mundo de la mano de Paloma Santaolalla y Miguel Lanna en busca de inspiración, como también comenzó a aflorar su espíritu viajero. La emprendedora donostiarra no sólo ha logrado que sus prendas hayan aterrizado en diferentes puntos del mapa, sino que además ha querido añadir una acepción más al significado de algunos destinos: Himalaya ahora también es un jersey de cuello alto; Sídney, un bolso con las correas de abalorios; Bulgaria, una minifalda; el pueblo cacereño de Montehermoso, una chaqueta de cuadros a juego con el estampado de los pantalones Castelbuono; y Riga, un top verde. Tampoco se ha olvidado de homenajear a hoteles como el Palace, el Ritz y el Hilton, y, por supuesto, es de las que cree que a casa hay que volver con el souvenir de rigor: “Me encanta el concepto de souvenir, por eso lo he incorporado a Paloma Wool. Tenemos prendas que nos acompañan desde los inicios y consideramos que son re
cuerdos para siempre”. Aunque abrir una tienda física es una idea que le ronda la cabeza, de momento, los artículos solo pueden comprarse online o, si tienes la suerte de encontrarte en la ciudad escogida en la fecha adecuada, también podrás hacerlo en una de sus pop-up stores, que abren sus puertas cada dos meses, aproximadamente.
Barcelona, Madrid, Nueva York, Londres, París y Berlín han sido las paradas realizadas durante su tour mundial. ¿Cuál será la siguiente? “Viajaremos con Paloma Wool a finales de mayo a Los Ángeles. Últimamente vamos mucho a L.A. porque me encanta la ropa vintage de los años 70 que se puede encontrar allí”, confiesa. En cuanto a los pilares sobre los que se sustenta la firma, cabe destacar tres: la consciencia, el respeto y la amistad. Este último se plasma en sus frecuentes colaboraciones. “Hemos contado con artistas de distintas disciplinas, desde el diseño de un estampado hasta el interiorismo de nuestras pop-ups, que últimamente ha estado en manos de Sociedad 0 y Dello Studio”. También son ejemplo de su empeño por unir diversas destrezas e ingenios el pañuelo adornado por la artista Karin Haas; el filtro de Instagram creado por Marc Rosell; la instalación de Tana Latorre –integrante del equipo de Paloma
Wool– en una de sus tiendas efímeras; o el vídeo To All Those Men, producido por María Sosa. La pieza está protagonizada por cuatro chicos que bailan sobre el cuerpo de la artista Alejandra Smits, quien interpreta a la Madre Naturaleza. Según se relata en la página web del proyecto, Paloma conoció a Nicol, uno de los bailarines, en un avión de vuelta de Nueva York, ya que eran compañeros de asiento. Y así, casualmente, fue como surgió la idea que presentaría su primera colección cápsula masculina. “Estamos a punto de lanzar otra cápsula para la que hemos contado con la participación de la pintora Irene Royo. Nos hace especial ilusión, su talento es increíble. De hecho, tengo la casa y el estudio llenos de su obra”, nos adelanta Paloma. Por otro lado, apoyar la producción local e incentivar el consumo responsable y consciente también forma parte de la filosofía de esta empresa. Sin perder, por supuesto, la visión artística. Para ser más exactos, la que le ofrece su cámara, con la que ha realizado las portadas de los primeros álbumes de Amaia Romero y Maria José Llergo. “Desde el inicio he fotografiado en analógico todas las prendas que hemos diseñado, y lo he hecho desde una posición de aprendizaje a base de prueba y error. Siempre he dicho que Paloma Wool debía parecer la web de un fotógrafo, no una e-commerce de moda”. Esto ha sido decisivo a la hora de posicionarse en Instagram, donde un sinfín de miradas curiosas han llegado hasta @palomawool para intentar averiguar quién se encuentra detrás de esas chicas vestidas con colores pastel y estampados psicodélicos que se camuflan entre un grupo de turistas en Venecia, posan en las playas volcánicas de Lanzarote o son víctimas de un robado mientras piden un helado en un puesto callejero de Nueva York. Detrás de estas atractivas producciones también se encuentran fotógrafas como Olga de la Iglesia y Carlota Guerrero. La primera ha dado la vuelta al mundo para retratar a personas que se topa por la calle mientras sostienen una de las piezas de Paloma. Por su parte, Carlota es artífice de proyectos como Caos Creación, un vídeo que presenta una pequeña colección de prendas de seda (y una de las campañas favoritas de Paloma). Para su realización, un grupo de mujeres bailaron bajo el sol, durante horas, en unos campos de Can Bruguera, como si fuera una reinterpretación millennial de La Danza de Matisse. El objetivo era lograr alcanzar un estado
de trance que les condujese a la iluminación. “La inspiración puede surgir de un sueño, un cuadro, una foto, una escapada... Los viajes son muy inspiradores. Encontrarte rodeado de estímulos desconocidos te hace crear conexiones nuevas”, apunta la diseñadora, a la que ya podemos calificar como una auténtica trotamundos. Seguiríamos hablando durante horas de la trayectoria y los planes del alma máter de esta firma, pero ha llegado el momento de concluir y, antes de hacerlo, quiere incidir en su compromiso con el futuro. “La sostenibilidad está presente en cualquier decisión que tomamos: desde qué tejido escoger a cómo enviar los pedidos a los clientes, pasando por qué tipo de químicos se usan para teñir nuestras prendas”. Comprometida con el planeta, con el diseño, con la música, con la poesía, con el talento femenino y con el arte. Así es Paloma Lanna, así es Paloma Wool.