Una necia integral

Sin haber conocido, como es lógico, a la popular Tejerina, el andaluz Antonio Machado, que tanto vivió en y alabó a Castilla, decía del reaccionarismo español, siempre ruin y casposo, que está compuesto por gentes que «desprecian cuanto ignoran». Qué razón llevaba. Aunque a la Andalucía profunda le importe un bledo el rosario de necedades que, con demasiada frecuencia, dicen sobre ella personajes conservadores -¿recuerdan a la condenada señora Mato, exministra de Rajoy?-, no por eso deja de observar que quienes la denigran son gentes que respiran por la herida y que viven practicando cotidianamente el sectarismo integral. Todas las pobres argumentaciones de la Tejerina son muy compartidas por su partido aunque si la torpeza se comete en tiempo cuasi electoral, entonces ellos mismos ponen el grito en el cielo. Estamos viendo que los comilitones andaluces de la necia de campeonato se apresuran a desmentirla con la boca chica, pero echándole, con la boca grande, la culpa del dislate a la presidenta de un partido que gasta más en prostíbulos que en escuelas, según el aznarista Teodoro García Egea, segundo del sabio Casado que, tal vez por haber nacido en la Castilla, tan eterna del PP como Andalucía del PSOE, fue capaz de obtener una licenciatura universitaria en un santiguo.

Como esas gentes -la Tejerina, el García Egea...- merecen el más pequeño de los desprecios, mientras nos viene a la memoria el título de una novela -¡Qué Dios lo ampare, imbécil!de Álvaro de la Iglesia muy vendida en su tiempo, vamos a terminar estas líneas cabreadas recordando que la Andalucía con una niñez escolarmente fracasada es la única región española con dos premios Nobel en su haber. Y preguntando a quien corresponda por qué, si el PP ama tanto a Andalucía como dice el malagueño Moreno, cada vez que gobierna la sitúa en el furgón de cola de los presupuestos; y no digamos Córdoba que ha llevado tres años el farolillo rojo del último vagón.