Prioridad para la pobreza frente al ruido político
La realidad es tozuda e impone su propia estadística por encima de las cifras que remarcan el crecimiento económico o la mejora del empleo. Frente a los números globales están los que se quedan atrás en la salida de la crisis, los que viven en permanente angustia económica aunque tengan un empleo, los que carecen de medios de supervivencia. Esta semana se ha conocido el informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social, que cifra en un 26,6% el indicador de pobreza en España, equivalente a 12,2 millones de personas. Esta misma red, en su organización andaluza, difunde datos provinciales: el 32% de los cordobeses está en esa situación, que afecta con mayor intensidad a las mujeres y personas mayores, y especialmente a los niños y jóvenes, pues el 38,7% de los menores de 18 años vive en riesgo de exclusión. El 9,2% de la población cordobesa se enmarca en la tasa de pobreza severa, y, como dato muy destacado, el hecho de tener titulación universitaria ya no es un escudo: el salvaje mercado laboral se ha encargado de esta parte de la ecuación. Son datos similares a los difundidos por organizaciones como Oxfam, Cruz Roja, Cáritas… Cuando llevamos ya varios ejercicios hablando de la salida de la crisis iniciada en el 2008, resulta que hemos suspendido la asignatura de la equidad social, y con muy mala no- ta. El tiempo se acaba, porque en el horizonte internacional se ciernen ya avisos de freno al crecimiento económico e incluso de una nueva recesión.
En Córdoba se ha reducido un 4% ese índice de riesgo de pobreza, pero aún supera en 5,7 puntos los datos del 2008. La situación no nos concierne solo por el presente, sino porque puede condicionar muy gravemente el futuro. Los niños y jóvenes sin recursos ni oportunidades tendrán carencias de salud, de formación, de posibilidades de empleo... Un estado avanzado como España no puede dejar en la cuneta a un tercio de sus ciudadanos.
Los datos no son nuevos, pero parece que se asumen como una estadística más cuando exigirían un máximo nivel de movilización más allá de las solidaridad de las oenegés y de medidas puntuales como las recién adoptadas contra la pobreza energética, o las ayudas en los comedores escolares. En estos días de precampaña en Andalucía, y en todos estos años anteriores de tensión política permanente, se diría que el sufrimiento de una parte importante de nuestros conciudadanos no pasa de ser un arma arrojadiza en el debate en lugar de un objetivo político compartido. Ahí está el nefasto ejemplo protagonizado por la exministra popular García Tejerina aludiendo a los escolares andaluces. Más que atender la deplorable frase de esta política, clasista y despreciativa con Andalucía, habría que mirar con sosiego y rigor los datos y dar prioridad a un combate sin tregua que haga real el estado del bienestar y la igualdad de oportunidades. Es urgente.
El 32% de los cordobeses está en riesgo y el 9% en situación de pobreza severa