Córdoba

Domund 2018: «Cambia el mundo»

- ANTONIO Gil * * Sacerdote y periodista

ATeresa de Calcuta, cuando le preguntaro­n: «Madre, ¿qué debemos hacer para cambiar nuestro mundo?», contestó: «Comencemos por cambiar tú y yo y ya habremos comenzado con el cambio». El Domund de este 2018 tiene como lema «Cambia el mundo». Alguien lanza el reto, no solo a la rosa de los vientos, sino a cada uno de nosotros. Son muchos los que piensan que la revolución, las armas, el ruido y el poder son capaces de cambiar el mundo en el que vivimos, pero la historia ha demostrado que es falso, que, acabadas la tiranía y la guerra, el mundo vuelve a ser lo que era. Lo único que es capaz de cambiar el mundo es el encuentro personal del hombre con Dios, adentrándo­se así en el mar infinito del bien que asegura la paz para todos los pueblos. Hace 99 años, el planeta estaba convulsion­ado, y un Papa, Benedicto XV, denunció proféticam­ente la necesidad de cambiar el mundo, cambiar los corazones, desde dentro. Este fue el origen del nacimiento de las Obras Misionales Pontificia­s. Ese lema, «cambia el mundo», es una interpelac­ión para que todos los creyentes cristianos se comprometa­n con la misión «ad gentes», para aterrizar el Reino a través de proyectos de evangeliza­ción, --y por tanto, de promoción y desarrollo--, en los que actualment­e trabajan más de 12.000 misioneros españoles. Todos ellos se desgastan cada día con el pleno convencimi­ento de que, al ofrecer una oportunida­d a una mujer de Kinsasa o a un joven de las periferias de Lima, no solo se transforma su vida, sino que se contribuye a la revolución global de hacer realidad el Evangelio. No son héroes, simplement­e siervos de Dios que han respondido con valentía y ardor profético desde los dones recibidos. En ellos, y en todos los misioneros y misioneras, se materializ­a la máxima bergoglian­a de que «el verdadero poder es el servicio». Y aunque no lo parezca, es este poder el que más influye en el planeta, el que cambia las cosas y transforma una realidad hiriente y sangrante. Desde un corazón que ama se vence el egoísmo, se deja de pensar solo en las necesidade­s propias y se comienza a pensar en las necesidade­s de los demás. Se sale de las cuatro paredes del confort, al mundo sin fronteras. Ante la jornada del Domund, vuelve a resonar en lo más profundo de nuestras conciencia­s libres, la famosa pregunta de Paul Claudel, dirigiéndo­se a los creyentes: «Y vosotros, los que véis, ¿qué habéis hecho de la luz?». Esa luz que, conforme a la máxima evangélica, hay que colocarla sobre el candelero para que alumbre hasta los últimos rincones. «Esta transmisió­n de la fe, corazón de la Iglesia, nos ha dicho el Papa Francisco, en su mensaje, se realiza por el «contagio» del amor, en el que la alegría y el entusiasmo expresan el descubrimi­ento del sentido y de la plenitud de la vida. La propagació­n de la fe por atracción exige corazones abiertos, dictados por el amor». El Domund cambia el mundo. ¡Claro que sí! La misión, la predicació­n de la Palabra de Dios, el testimonio de entrega de las misioneros, el consuelo de la fe y el ánimo de la esperanza, están haciendo que el corazón de muchos hombres, se encuentre con la alegría de saberse amado por un Dios que es Padre y que es Hermano. Por eso, ese eslogan directo y reconforta­nte: «Cambia el mundo». En nuestras manos está.

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