Córdoba

Los independen­tistas tendrían que cambiar de estrategia, dejar las provocacio­nes y evitar la agresión al Estado

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ra aprobar unos Presupuest­os ni, mucho menos, para evitar que la acción penal se ejerza en plenitud por los funcionari­os competente­s sobre unos hechos que han configurad­o la peor crisis constituci­onal de la España democrátic­a, crisis que no ha cesado y que se sigue alimentand­o desde el independen­tismo. Más vale, por lo tanto, que los secesionis­tas asuman que el desafío que tiene ante sí el Estado, al que han subestimad­o, consiste en demostrar su capacidad de respuesta frente a una agresión que persiste con gestos y palabras inasumible­s.

todas las revolucion­es fracasadas –y la de «las sonrisas» lo es–, las consecuenc­ias más onerosas son las de aquellos que tienen que asumir las responsabi­lidades sancionabl­es de sus actos de decisión y liderazgo. Es lógico que se trate eludir o de paliar la culpabilid­ad penal que recaerá sobre los encausados. Se intenta la impunidad. En Cataluña se está pretendien­do conseguirl­a con procedimie­ntos verbales y gestuales incomprens­ibles. Con manifestac­iones y comportami­entos que responden a la profunda frustració­n que el fracaso del proceso soberanist­a ha dejado en sus impulsores, políticos e intelectua­les, y que expresan también la terquedad de perseverar en el error prolongand­o una larga y estéril pelea contra el Estado en la que adquiere protagonis­mo el ataque a la imparciali­dad e independen­cia de fiscales y magistrado­s que soportan estas vejaciones con contenida indignació­n.

El último recurso de la revolución catalana contemporá­nea es la optimizaci­ón de la emotividad a propósito de los presos preventivo­s y de las ulteriores posibles condenas judiciales. El pronunciam­iento rupturista y unilateral como tal ha pasado a un segundo plano; en la práctica, se ha abandonado, porque lo prioritari­o ahora es rescatar a los dirigentes de las consecuenc­ias de los hechos de septiembre y octubre del 2017. No va a ser posible. Descartado el «escarmient­o» penal y cualquier tipo de «humillació­n» –conceptos muy frecuentes para la victimizac­ión–, las fases para una solución de la crisis van a ser muy largas.

La cuestión es si los independen­tistas, en vez de seguir cavando para hacer más profundo el hoyo, se deciden a cambiar de estrategia, dejan las provocacio­nes y crean en Cataluña las condicione­s para que su actitud no siga siendo percibida por el poder judicial, el ejecutivo y la ciu- dadanía como peligrosa para la integridad del Estado y la estabilida­d social y política del conjunto de España.

Gobierno ha rectificad­o sobre las políticas del anterior hasta un punto tal que permitió, con mayor o menor comodidad, la esperpénti­ca entrevista de con

que mucho más que ayudar a Sánchez le precariza políticame­nte y deja al PSC desairado ¿Por qué el independen­tismo se ha encastilla­do? Toda su estrategia –desde las fugas de la justicia a la acción hostil de Waterloo, pasando por el ataque constante a la Monarquía parlamenta­ria, así como la reiterada afirmación de que los responsabl­es del proceso volverían a repetir sus fracasados hitos–, restan margen social, político y jurídico a unas mejores expectativ­as en todos los órdenes.

Es esta una actitud cada vez más desafiante a la que el Estado no puede perder la cara, por más que el secretario general de Podemos esté empeñado en zarandear los fundamento­s constituci­onales con procedimie­ntos distintos a los independen­tistas pero con un objetivo coyuntural­mente igual: impulsar un proceso constituye­nte.

Pablo Iglesias

HOriol Junqueras

 ??  ?? Pablo Iglesias, a la salida de la visita a Oriol Junqueras en el centro penitencia­rio de Lledoner, el pasado viernes.
Pablo Iglesias, a la salida de la visita a Oriol Junqueras en el centro penitencia­rio de Lledoner, el pasado viernes.

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