Córdoba

«La muerte normal no es llamativa ni trágica»

- OlGA PEREDA cordoba1@elperiodic­o.es MADRID

La médica británica Kathryn Mannix, especializ­ada en cuidados paliativos, ha presenciad­o más de 10.000 muertes a lo largo de su carrera profesiona­l. Muchos días llegaba a casa y se ponía a escribir sus sentimient­os. El resultado de esas reflexione­s es Cuando el final se acerca (Siruela), un ensayo en primera persona en el que Mannix cuenta –sin morbo y con corazón– cómo varios enfermos terminales y sus familiares afrontaron sus últimos días. Y también cómo los afrontó ella misma. Como persona y como médica.

-La muerte asusta mucho. Pero su libro deja claro que, en la mayoría de los casos, «no hay miedo, sino una gran sensación de paz».

- A lo largo de mi carrera profesiona­l he presenciad­o unas 10.000 muertes. La mayoría son un proceso tranquilo. Cuantas más muertes veo, menos temo a mi propia muerte. Hace 100 años todos fallecían en casa. Ahora, con los hospitales, estamos más alejados del trato diario de la muerte. Es menos violenta y dolorosa de que lo que era hace cien años porque la medicina ha avanzado mucho. Es más lejano, sí. Pero menos violento también. Es algo triste, claro, pero no es dolorosa.

- En algunos casos, sin embargo, sí es violenta. Usted cuenta cómo Alex, un joven con cáncer, fallece desangrado delante de su familia. -

¿Qué cómo manejo algo así? Tengo mi cabeza divida en dos. Una es la médica, y otra, la persona. Pero intento hablar solo como profesiona­l, aparcar la otra faceta. El origen de mi libro es la inquietud que yo tenía al llegar a casa después de cada jornada laboral. Cogía unos folios y escribía como terapia para mí, para sacarme de la cabeza las cosas que había visto ese día.

-Todos vamos a morir. Cada día que pasa estamos más cerca. Pero sigue siendo un tabú. Su libro lo denuncia: en lugar de decir que alguien se está muriendo decimos que está gravemente enfermo.

-Efectivame­nte. En el Reino Unido se evita a toda costa pronunciar la palabra muerte. Tampoco muerto ni murió. Se usan eufemismos. Sin embargo, me he dado cuenta de que hablar con franqueza al paciente es un alivio para él. La familia se enfada, ellos son siempre partidario­s de la corrección política para no ofender. Pero me consta que el paciente se siente aliviado y quiere sacar el tema. ¿Por qué sucede todo esto?

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