La era post-covid, oportunidad para el turismo sostenible

¿Qué necesitamos para volver a viajar?

Reinventarse o morir, esa es la cuestión. Muchos sectores se han tenido que ajustar a la situación que estamos viviendo desde hace un año. Menos comensales, horarios reducidos, menos movilidad , pero ¿qué ha pasado con el turismo? ¿Por qué ha sido la única actividad que no ha tenido una «continuidad», aunque sea con cambios? ¿Qué hace falta para que este se reinvente?

Tal vez, la idea de un turismo de interior cobró fuerza en el verano, aunque estas navidades el miedo a una nueva ola se enfrentaba a las ganas de ver a la familia. Esto nos hace pensar ¿qué necesitamos para poder volver a viajar? ¿Se debe de cambiar la forma en que viajamos? Ahora una prueba negativa no es suficiente y es mejor quedarse en casa y esperar a las próximas vacaciones.

El turismo es un importante en la economía española, tiene gran repercusión en dimensiones sociales y políticas y también tiene una gran repercusión en el medio ambiente. Para bien o para mal tiene un impacto medioambiental y el daño que ha provocado a los residentes del entorno ha ido aumentando con el tiempo.

Ya conocemos demasiados ejemplos de una mala gestión turística, sobre todo en las grandes ciudades como Barcelona, Lisboa o Roma. Y las problemáticas que surgen, como el famoso «Síndrome de Venecia» y la huída de sus residentes del casco antiguo por la imposibilidad de seguir viviendo bajo los efectos del turismo de masas, sustentado por los inconvenientes que se manifiestan a partir de otros fenómenos como el de los vuelos ‘low-cost’ o el auge de la plataforma Airbnb.

Otro ejemplo de una gestión errónea del turismo es la masificación de monumentos y museos, problemática que comienza a ser un debate en la élite museística. Como ejemplo de esto, la visita a la mayor influencer, la ‘Mona Lisa’, una rápida selfie albientales, de decenas de turistas que tienen el mismo objetivo que todos, ver la sonrisa más famosa del mundo.

Estos ejemplos nos deben de hacer pensar en nuestra forma de consumo y la manera en que hacemos turismo, y no, esto no significa que la gente deje de viajar pero si cambiar la idea que tenemos del sector, y no solo es tarea del turista sino de todos los agentes que influyen en el sector.

Debemos crear una actividad que contribuya al equilibrio social y económico pero que siga siendo de calidad. Aquí podríamos aplicar soluciones como la tasa turística, que ya es una realidad en muchas ciudades, y no por eso dejan de tener visitas o fomentar el uso y consumo de productos kilómetro cero para impulsar la economía circular. Así como promover los productos de denominación de origen con los que cuenta nuestra provincia, los cuales podrían acabar con la estacionalidad turística.

La insostenibilidad turística ha dado lugar a problemáticas relacionadas con dimensiones ammotor

«La dependencia económica de este sector se ha comprobado en nuestra ciudad»

sociales o económicas como el deterioro del patrimonio, conflictos con los residentes, trabajos precarios y uno de los mayores problemas, es la dependencia económica basada en este sector. Siendo este último uno de los mayores problemas de una sociedad que basa su economía en el turismo, y desafortunadamente, en nuestra ciudad lo comprobamos con la pandemia.

Es por esto, que lograr un modelo turístico sostenible puede asegurar el futuro de un destino turístico y la calidad de este sector. Para esto es necesario tomar medidas, porque seamos sinceros, este año se ha echado de menos la vida de la Judería y el bullicio en el Patio de los Naranjos, pero no podemos llegar a la situación de ciudades como Florencia o Venecia. Porque la vida de un centro histórico se la dan sus residentes, ellos son la riqueza del espacio público. Si estos se marchan, las ciudades solo se convierten en un escenario para selfies y carretes de Instagram.

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