«Autonomía» de los centros educativos frente a la pandemia
Igual que sucediera en septiembre, y a pesar de haber tenido meses para la planificación, la Consejería vuelve a dejar a su suerte a los centros educativos en el segundo trimestre del curso. Haciendo un uso torticero del principio de «autonomía», hace recaer enteramente la responsabilidad de la gestión de la pandemia una vez más en los equipos directivos y en el profesorado. Ahora, en pleno invierno, en el contexto de la tercera ola, calificada por especialistas en epidemiología de todo el mundo como «el peor momento de la pandemia» y por diferentes responsables de la Junta como «un tsunami».
A las enormes dificultades ya afrontadas en el primer trimestre, ahora amplificadas por el crecimiento exponencial de los contagios, se suman requisitos para gestionar asuntos como la ventilación en las aulas, que la Consejería despacha con notas informativas de las que luego emanan no pocos titulares impactantes (los famosos «diez minutos de ventilación»).
Olvida la Consejería que quienes trabajamos enseñando somos docentes, no personal sanitario ni especialistas en salud y prevención de riesgos laborales. Menos aún, personal técnico especializado en operación y mantenimiento de sistemas de climatización.
Por todo ello, profesores y profesoras del IES Fidiana reclamamos que la Consejería de Educación ponga a disposición de los centros los recursos materiales y humanos necesarios para realizar un estudio de las condiciones ambientales y ajustarlas a la realidad epidemiológica de cada contexto, tanto en este momento de bajas temperaturas como ante la proximidad de períodos de calor intenso. Igualmente, consideramos imprescindible que se faciliten los recursos necesarios para garantizar la seguridad en nuestras aulas.
Entendemos que la responsabilidad de la gestión ante la emergencia sanitaria es de la Consejería. De la manera que está procediendo nos traslada unas obligaciones que son suyas, consume la energía de equipos directivos como el nuestro y deja desprotegido a profesorado y alumnado (también, en consecuencia, a sus familias). En definitiva, nos pone en riesgo.
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