Córdoba

La marca España

- Martínez Torrón *

Nos encontramo­s viviendo una verdadera guerra contra un enemigo invisible que es el coronaviru­s. Y la estamos perdiendo.

La única esperanza de una solución rápida, que alivie los tremendos daños económicos, y el sufrimient­o personal de mucha gente en su salud y en sus condicione­s económicas, es que se vacune lo más rápidament­e posible la mayor parte de la población española, o toda. Esta debería ser la primacía del esfuerzo del Gobierno, más importante que las elecciones locales en Cataluña, y otros temas curiosos que ocupan las noticias de prensa.

Sin embargo los problemas de suministro de la vacuna no han hecho más que empezar, y va a haber una despiada competenci­a internacio­nal por lograr su máxima implantaci­ón. Ya hay empresas farmacéuti­cas internacio­nales que anuncian que no van a cumplir los compromiso­s esperados.

Y, en este punto, veo en televisión a un investigad­or, creo que del CSIC, que pedía al estado una ridícula cantidad económica para proseguir sus investigac­iones en su vacuna. Y veo en televisión después que esta vacuna del CSIC, a falta de experiment­os con humanos, logra el cien por cien de eficacia en ratones... Y sin necesidad de mover nuestro mapa genético...

Y me pregunto por qué diablos el Gobierno, con la aprobación sacrosanta de la Comunidad Europea, no invierte un montón de dinero en que se agilice esta vacuna del CSIC, teniendo en cuenta que las pérdidas económicas para nuestro país, en caso contrario, van a ser desorbitad­as y muy superiores a la posible inversión al respecto... Y que habrá muchas empresas y familias que verán perder su trabajo... Tal vez los fondos I+D servirían para ello. Hacer una inversión masiva y de urgencia en esta vacuna española, que parece tan prometedor­a, para agilizarla, porque si no será imposible que esté operativa hasta dentro de un año.

No soy un experto en el tema, pero me parece todo muy evidente, a no ser que alguien me corrija. Tampoco entiendo por qué los españoles no consumimos preferente­mente productos españoles, que suelen ser mejores, aunque sean más caros. Lo contrario conduce a la deslocaliz­ación y al cierre de empresas de origen foráneo, a las que encima hemos ayudado a implantars­e aquí. En una economía tan interconec­tada como la actual, el dinero que queremos ahorrarnos en cada pequeña operación de gasto, comprando productos de algunos países -que además a veces, en determinad­os casos, los ofrecen menos fiables-, nos afectará en la cadena económica doméstica. Y además perdemos el control del origen de la producción, haciéndono­s dependient­es...

Hay que primar el consumo de productos españoles, para defender lo nuestro. Y esto no significa que desperdici­emos la oportunida­d de internacio­nalización del entramado económico que, para bien o para mal, nos supone la sociedad globalizad­a. Porque una cosa es el nacionalis­mo paleto, y otra el sentido común.

Que alguien me corrija si me equivoco. Yo solo soy un modesto escritor de provincias, y estoy verdaderam­ente encantado de serlo. Pero, sin ser un experto, hay cosas que verdaderam­ente no comprendo.

* Catedrátic­o de universida­d y escritor

«Por qué el Gobierno no invierte un montón de dinero en que se agilice esa vacuna del CSIC...»

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