Córdoba

Pardo Bazán, la ‘influencer’ centenaria

La escritora caracteriz­aba a sus personajes como ‘fashion victims’

- ELIZABETH LÓPEZ MADRID ⁄ EFE eparagon@elperiodic­o.com

Erudita, visionaria, seductora, admirada y criticada, la escritora Emilia Pardo Bazán no estaba interesada en ser también influencer, pero su pasión y conocimien­to de la moda la llevaron a vestir a la última y a caracteriz­ar personajes en sus cuentos y novelas como auténticas fashion victim.

Rosa Neira (Memorias de un solterón), Pilar Gonzalvo (Un viaje de novios) o Espina Porcel (La quimera) son algunas de las adictas a la moda en la narrativa de Pardo Bazán, que conecta muy bien el mundo de la moda con la psicología humana, por lo que estas mujeres no serían tan complejas ni interesant­es si la escritora no hablase de sus vestidos o de su obsesión por los trapos.

Presumida y moralista, utilizaba todo lo que le iba bien, le gustaba lucir la moda pero era prudente, hasta el punto de decir que en París «se llevan escotes vergonzant­es», explica la profesora de Historia y doctora Blanca Rodríguez, que acaba de defender su tesis doctoral en la Universida­d de La Coruña sobre la moda en Emilia, dirigida por José María Paz Gago, coordinado­r del seminario internacio­nal que protagoniz­ará la escritora este año.

«Seducía más por su inteligenc­ia y sentido del humor y sorna que por su aspecto; de hecho, era muy consciente de su físico, pero considerab­a que las mujeres no tenían por qué renunciar a tener buen aspecto y ser a su vez inteligent­es», añade Rodríguez.

Emilia lamentaba tener un «cuerpo del demonio» y se quejaba en sus cartas a Galdós de no ser una «aérea sílfide», lo que no impedía que sus modistas en La Coruña y Madrid le hicieran vestidos y corsetería que veía en sus viajes a París, donde observaba y escribía detalles sobre trajes, peinados o sombreros que incorporab­a a su atuendo.

Madame Leseelleur le confeccion­aba trajes según la moda parisina, Las Virtudes le hacían la lencería, en La Coruña la modista Elisa le cosía los patrones parisinos, al igual que otras costureras de Madrid, a las que encargaba los vestidos que veía en la capital francesa y en las revistas.

En París descubrió las creaciones de Worth, el modisto de la emel

peratriz Eugenia de Montijo; a las hermanas Boue, considerad­as las maestras del encaje, o los diseños de modistos como Redfern, Doucet, Raudnitz y Laferriere, y de todo ello daba cuenta por carta a su amiga en Compostela Carmen Miranda de Pedrosa.

El morado y el verde ajenjo eran sobre todo los colores de las telas que encargaba, aparte del negro, que vestía mucho por respeto al luto riguroso de su familia, en la que hubo tantas muertes.

Y el peinado rizado y altísimo, que se llevaba entonces y es con el que más se identifica a doña Emilia, le estilizaba la figura.

El vestuario e indumentar­ia tradiciona­l gallega (Los pazos de

Ulloa o La madre naturaleza) forman parte también del interés de Pardo Bazán por la moda, como el traje de ceremonia, el de carnaval, el de teatro... La moda de caballero, de perros, incluso el escaparati­smo, le interesaro­n. En definitiva, «lo sabe todo sobre la moda», que refleja la sociedad del momento, en su imagen y en sus obras.

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Pardo Bazán, con distintos atuendos en diferentes épocas de su vida.
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EL FARO DE VIGO
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