Córdoba

«La Iglesia convirtió a Magdalena en prostituta para ningunearl­a»

CRISTINA FALLARÁS Publica ‘El Evangelio según María Magdalena’

- BEATRIZ MARTÍNEZ cultura@elperiodic­o.com

La periodista y escritora (Zaragoza, 1968) cree que cuando la historia la cuentan las mujeres, todo cambia. Por eso, en El Evangelio según María Magdalena (Ediciones B) se embarca en la aventura de desafiar la versión de la Iglesia a través de un relato revelador en el que late el espíritu de cambio.

–¿Por qué quería revisitar la figura de María Magdalena?

–Hay tres mujeres fundamenta­les en la Biblia que me obsesionan, y las tres están sexualizad­as. Eva fue la puta que le dio la manzana a Adán, y a partir de ese momento se genera la idea de la mujer como culpable de todos los males. La Virgen María es virgen, un ejemplo de pureza que ninguna podemos alcanzar. De nuevo, generadora de culpa. Y faltaba Magdalena. Cuando el papa Francisco consiguió desterrar su considerac­ión de prostituta para considerar­la Apóstol de los Apóstoles, es decir, la jefa, me dio mucho que pensar. Ya se habían analizado los Manuscrito­s del Mar Muerto y se sabía que esa mujer no solo era culta, sino que también era rica. Todo esto coincidió con uno de los ejes de las huelgas feministas, la de los cuidados. Y ahí empecé a pensar en el papel económico de la mujer, no pagado, claro, que tiene que ver con la higiene, el domicilio, el ámbito privado y sobre todo el alimento.

–¿Por qué cree que se ha perpetuado la idea en el imaginario cristiano de la historia de que María Magdalena ejercía la prostituci­ón?

–La tradición cristiana decía que Jesucristo se hacía acompañar de prostituta­s. No es verdad, eran mujeres. Pero necesitaba­n llamarlas prostituta­s porque así las ninguneaba­n y tenían que ser redimidas. De nuevo la sexualizac­ión y el aspecto económico.

–¿Cómo ha sido escribir una novela histórica?

–Cuando me llamaron de Random House para encargarme la novela les dije: «Que sepáis que no escribo novela histórica ni estudio para escribir». ¡Y vaya si he tenido que estudiar! Hasta el clima, la producción pesquera de Magdala, Cafarnaúm y Betsaida. Y fue esto lo que me dio una clave importante de la novela, los milagros. ¿Multiplica­ción de panes y peces? Y una mierda, era una zona pesquera y conservera, la lógica caía por su propio peso. Lo importante era contar la historia desde el punto de vista de esta mujer, y si coges el Evangelio de Marcos y lo lees desde esa perspectiv­a, todo encaja.

–¿Cómo encontró la voz de María Magdalena?

–Fue lo más difícil. Estuve un mes haciendo pruebas y fue importante que su voz surgiera de la vejez, cuando eres mayor, ya no necesitas seducir, puedes ser tú y decir la verdad. Al principio todo me salía un poco furibundo, porque yo soy un poco furibunda, y me dije: no quiero escribir desde el odio, desde la rabia, quiero construir un nido donde poder refugiarno­s. Y eso lo cambió todo.

–La palabra que más se repite en el libro es «idiotas».

–Todo el rato (ríe). Lo dice de Salomé, de María, de Pablo, de Pedro, del Nazareno, pero sobre todo de la idea de elegir la muerte por encima de la vida, porque finalmente todo se ha construido alrededor de eso, la sociedad entera.

–Resulta inevitable establecer conexiones con la actualidad. ¿Tuvo eso presente?

–A Jesucristo podríamos asemejarlo al Che, que inicia un movimiento revolucion­ario. Es un personaje mesiánico que lleva consigo la locura, que tiene que ver con la idea de permanecer en la memoria.

–También podríamos relacionar­lo con las ‘fake news’, por el hecho de que algunos Evangelios hayan perpetuado ideas erróneas. –Claro, por razones económicas. Lo hicieron Pablo de Tarso, Pedro y luego la Iglesia católica a lo bestia. Se promulgó un mensaje adulterado frente al que podría haber sido, el de los gnósticos, el de Magdalena, el de los Evangelios Apócrifos. Frente al agnosticis­mo se creó un sistema económico.

–Usted recibió una educación católica, ¿cómo ha sido reencontra­rse con todo ese mundo ahora?

–Lo tenía pendiente. En el anterior libro, Honrarás a tu padre y a tu madre (Anagrama), digamos que ajusté cuentas, revisé para mi propia construcci­ón qué era mi familia, de dónde salía yo y a dónde pertenezco. Y esas cuestiones me llevaban a mi educación, porque desde los dos años a los 18 estuve en colegios de monjas y curas. De hecho, yo soy marxista por el hecho de ser cristiana, por las misporque mas razones: la redistribu­ción de la riqueza, la lucha contra la injusticia, la atención a los desfavorec­idos… He revisado mi familia, mis creencias y ahora me queda la sexualidad, que la dejo para otro libro.

–¿Pretendía denunciar algo de forma específica al contar la historia desde el punto de vista femenino?

–Quería dejar evidencia de la violencia, dejar constancia de los maltratos que sufrimos las mujeres (social, sanitario, cultural, educativo, judicial). Cuando lancé el #Cuéntalo me di cuenta de hasta qué punto todas hemos sufrido algún tipo de violencia machista, yo me incluyo. También fue muy significat­ivo que ningún hombre se adhiriera. Por otro lado, tampoco convocan manifestac­iones contra la violencia machista cuando es un tema que les afecta a ellos, nosotras solo lo sufrimos. Así que este libro es un ejercicio de revisar al macho a través de la raíz de su violencia.

«Necesitaba­n llamarlas prostituta­s porque así las ninguneaba­n y tenían que ser redimidas»

 ?? JOSÉ LUIS ROCA ?? Cristina Fallarás, esta misma semana, en Madrid.
JOSÉ LUIS ROCA Cristina Fallarás, esta misma semana, en Madrid.

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