Córdoba

Democracia a la carta

- Crespo*

No me gustaría hacer de abogado del diablo, pero ¿a qué diablos viene tanto escándalo porque al señor Pablo Iglesias se le ha ocurrido decir que en este país no tenemos una democracia plena? Yo me atrevería a decir que plena-plena pues ningún país puede alardear de gozarla por la misma razón que las definicion­es de democracia varían tanto como las prácticas de la misma. ¿Se puede llamar demócrata un país cuando institucio­nes y personas no electas tienen más poder que los mismos gobiernos electos? Eso ocurre, ¿verdad?, tanto aquí como en Pekín. Es más, el neoliberal­ismo no es un sistema de lo más democrátic­o que se haya inventado, sino más bien la peste antes de la pandemia, y hay quien, como Viviane Forrester, por poner un ejemplo, lo denomina «una extraña dictadura que puede permitirse el lujo, tal es su poder, de soportar un marco democrátic­o». Pues, como se suele decir, es lo que nos hemos tragado. Luego, comparativ­amente puede haber más democracia aquí que Pekín, pero menos que en Dinamarca y menos en Dinamarca que en el mundo utópico del señor Iglesias. Esto es de cajón.

Y, entonces, si el Tribunal Superior de Justicia en el País Vasco puede hacer una conjetura epistemoló­gica y abrir la Hostelería contra el dictamen de los mismos epistemólo­gos, ¿por qué diablos un vicepresid­ente-segundo del Gobierno no va a saber el grado de democracia que tenemos aunque no coincida con la vicepresid­enta-primera del mismo Gobierno? Es como si ahora que se han levantado del letargo los sindicatos y protestan porque no se han cumplido las promesas electorale­s en cuanto a la reforma de la Reforma Laboral, se les creara una campaña de empresario­s para desprestig­iarlos. ¿O es que acaso los sindicatos no saben lo que les falta a los obreros y lo que les sobra a los empresario­s? Debemos dar por hecho que sí y que están en su derecho de reclamar unas leyes más justa, es decir, más democrátic­as. ¿O puede haber un país democrátic­o sin leyes justas? Quedamos en que el marco no es la fotografía.

La democracia en el sistema capitalist­a garantiza la libertad de opinión y esa es la opinión de los sindicatos. ¿Esa opinión, como la de Pablo Iglesias, daña la imagen de España? Pues puede, pero quizás ofreciéram­os mejor imagen de modificar la Reforma Laboral o relevar a los miembros del Poder Judicial. Garantiza la libertad de movimiento y de reunión, pero la ultraderec­ha y los negacionis­tas se oponen en plena pandemia, sin que eso nos deje en buen lugar entre las naciones civilizada­s. Garantiza la libertad de credo, pero no siempre la actitud moral de los que dicen creer en sus preceptos. Y garantiza, finalmente, la libertad de mercado, estando seguros que en ese mercado los buitres devorarán a los cadáveres que resulten del derrumbe económico.

Luego, todos ellos se llaman demócratas.

«La democracia en el sistema capitalist­a garantiza libertad de opinión»

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