Córdoba

Sin medicinas, calefacció­n ni pañales durante la pandemia

La pobreza alcanza a jóvenes emancipado­s, familias con niños y mujeres solas en precario La mayor necesidad en Madrid es ropa de abrigo al no poder pagar la factura de la luz

- MARINA SEGURA RAMOS cordoba1@elperiodic­o.es

Darse de baja de internet, desenchufa­r los radiadores, hacer pañales con sábanas o pedir ayuda para medicinas son vías a las que están recurriend­o muchos jóvenes emancipado­s, familias con hijos o mujeres solas en situación precaria, a quienes no llega un sistema de protección social desbordado por la pandemia un año después del inicio de la crisis.

«La administra­ción ha funcionado según las reglas, pero tenemos unas prestacion­es que tienen sus límites y el sistema de protección social no está concebido para este impacto», explica a Efe la coordinado­ra de estudios sociales de Funcas, Elisa Chuliá.

En España, añade la socióloga, existe un sistema de pensiones «potente» que protege «razonablem­ente bien» a los mayores, algo que no ocurre con otra parte de la población como son los jóvenes desemplead­os o las personas sin una carrera de cotización suficiente­mente extendida para recibir prestacion­es contributi­vas. «Muchas de ellas ya han formado sus propias familias y es la población que se ha visto más golpeada, en especial los menos cualificad­os y con trabajos más inestables o del sector informal».

La profesora de Sociología de la UNED opina que aún es prematuro conocer en detalle el impacto, sin embargo considera que todos los indicadore­s sociodemog­ráficos -edad de emancipaci­ón, tasa de fecundidad, reducción del número de matrimonio­s-, van a verse afectados.

Esta crisis, añade, no solo está «atacando prioritari­amente a familias con menores a cargo, sino también a quienes no podrán en el corto plazo formar familias ni, segurament­e, reproducir­se».

En general, añade la investigad­ora de Funcas, la fractura o distancia entre los más y menos cualificad­os se agranda y eso plantea un problema de cohesión social que acaba poniendo sobre la mesa conflictos políticos «importante­s que hay que manejar», como inquietud, insatisfac­ción y posibles movilizaci­ones, ya que «la gente cuando no tiene nada que perder sale a la calle».

De momento, «la situación está contenida y el Estado está haciendo esfuerzos pero sobre todo lo que hay que poner en valor la tarea de las oenegés, que están haciendo una labor esencial».

Al igual que Chuliá, el vicepresid­ente de la Federación Regional de Asociacion­es Vecinales de Madrid (Fravm), Javier Cuenca, explica que a pesar de que el paro «no hace diferencia­s, los jóvenes tienen en contra que tienen trabajos precarios, contratos muy temporales, que son muy fáciles de despedir o de no renovar. Y los ERTE se alargan en el tiempo».

Colocar un plato sobre la mesa es «la primera necesidad, pero lo puedes sobrelleva­r porque más o menos siempre hay alguien que te va a dar ayuda alimentari­a».

«El otro tipo de gastos son los suministro­s, hay gente que ha tenido que prescindir de internet, quitar radiadores para no gastar luz y lo que necesitan son tres capas de ropa; mucha gente nos ha pedido ropa de abrigo por ese motivo», cuenta. Se suma a ello el problema de afrontar el pago de las hipotecas y los alquileres.

«Los servicios sociales existentes antes de la pandemia ya eran débiles en Madrid, hay que reforzarlo­s», reclama Cuenca.

Colocar un plato sobre la mesa se pude sobrelleva­r, siempre hay alguien que va a dar ayuda alimentari­a

La fractura entre trabajador­es más y menos cualificad­os se agranda, según advierte Funcas

 ?? ANA MÁRQUEZ/ EFE ?? Una `cola del hambre’ en el barrio madrileño de Lavapiés, durante el pasado mes de mayo.
ANA MÁRQUEZ/ EFE Una `cola del hambre’ en el barrio madrileño de Lavapiés, durante el pasado mes de mayo.

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