Sin medicinas, calefacción ni pañales durante la pandemia
La pobreza alcanza a jóvenes emancipados, familias con niños y mujeres solas en precario La mayor necesidad en Madrid es ropa de abrigo al no poder pagar la factura de la luz
Darse de baja de internet, desenchufar los radiadores, hacer pañales con sábanas o pedir ayuda para medicinas son vías a las que están recurriendo muchos jóvenes emancipados, familias con hijos o mujeres solas en situación precaria, a quienes no llega un sistema de protección social desbordado por la pandemia un año después del inicio de la crisis.
«La administración ha funcionado según las reglas, pero tenemos unas prestaciones que tienen sus límites y el sistema de protección social no está concebido para este impacto», explica a Efe la coordinadora de estudios sociales de Funcas, Elisa Chuliá.
En España, añade la socióloga, existe un sistema de pensiones «potente» que protege «razonablemente bien» a los mayores, algo que no ocurre con otra parte de la población como son los jóvenes desempleados o las personas sin una carrera de cotización suficientemente extendida para recibir prestaciones contributivas. «Muchas de ellas ya han formado sus propias familias y es la población que se ha visto más golpeada, en especial los menos cualificados y con trabajos más inestables o del sector informal».
La profesora de Sociología de la UNED opina que aún es prematuro conocer en detalle el impacto, sin embargo considera que todos los indicadores sociodemográficos -edad de emancipación, tasa de fecundidad, reducción del número de matrimonios-, van a verse afectados.
Esta crisis, añade, no solo está «atacando prioritariamente a familias con menores a cargo, sino también a quienes no podrán en el corto plazo formar familias ni, seguramente, reproducirse».
En general, añade la investigadora de Funcas, la fractura o distancia entre los más y menos cualificados se agranda y eso plantea un problema de cohesión social que acaba poniendo sobre la mesa conflictos políticos «importantes que hay que manejar», como inquietud, insatisfacción y posibles movilizaciones, ya que «la gente cuando no tiene nada que perder sale a la calle».
De momento, «la situación está contenida y el Estado está haciendo esfuerzos pero sobre todo lo que hay que poner en valor la tarea de las oenegés, que están haciendo una labor esencial».
Al igual que Chuliá, el vicepresidente de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (Fravm), Javier Cuenca, explica que a pesar de que el paro «no hace diferencias, los jóvenes tienen en contra que tienen trabajos precarios, contratos muy temporales, que son muy fáciles de despedir o de no renovar. Y los ERTE se alargan en el tiempo».
Colocar un plato sobre la mesa es «la primera necesidad, pero lo puedes sobrellevar porque más o menos siempre hay alguien que te va a dar ayuda alimentaria».
«El otro tipo de gastos son los suministros, hay gente que ha tenido que prescindir de internet, quitar radiadores para no gastar luz y lo que necesitan son tres capas de ropa; mucha gente nos ha pedido ropa de abrigo por ese motivo», cuenta. Se suma a ello el problema de afrontar el pago de las hipotecas y los alquileres.
«Los servicios sociales existentes antes de la pandemia ya eran débiles en Madrid, hay que reforzarlos», reclama Cuenca.
Colocar un plato sobre la mesa se pude sobrellevar, siempre hay alguien que va a dar ayuda alimentaria
La fractura entre trabajadores más y menos cualificados se agranda, según advierte Funcas