El PSC gana en Cataluña y el separatismo tiene mayoría
El PSC gana en votos pero los partidos del ‘procés’ amplían su mayoría pese a la abstención ERC vence por la mínima a Jxcat y tendrá la llave de la gobernabilidad y Vox suma más que PP y Cs
Salvador Illa es el candidato más votado pero iguala en escaños (33) con Pere Aragonés (ERC) y solo supera en uno a Laura Borrás (JXCAT)
Vox irrumpe con fuerza como cuarto partido más representado en el Parlament (11), ante el derrumbe de Cs (6) y una ligera caída del PP (3)
Más difícil todavía. En las elecciones más anómalas que ha vivido Cataluña, la ciudadanía doblegó a la pandemia dando una lección de civismo y cumpliendo a rajatabla con unas medidas sanitarias extremas que funcionaron a la perfección y desmintieron los catastróficos augurios que se deslizaron durante la campaña. Ya en las urnas, esos mismos contribuyentes deshicieron el pulso a tres otorgando al PSC la victoria en votos y a ERC, el timón de un procés que se refuerza con el 50% de los votos por primera vez. El empate a 33 escaños entre socialistas y republicanos brinda a estos últimos la llave para abrir un Govern independentista u otro de izquierdas. Ambas alianzas suman 74 diputados. En definitiva, un tablero más complejo, fragmentado y endiablado cuya gestión obligará a contener la respiración durante semanas o meses.
Los socialistas volvieron a sentir la amargura del histórico triunfo de Pasqual Maragall en 1999. El exministro Salvador Illa venció en votos, pero sin la suficiente fuerza para impedir que el independentismo siga teniendo la sartén por el mango. Tras duplicar la representación del PSC, que no recordaba lo que era ganar unas elecciones en Cataluña desde las generales del 2008, Illa confirmó su voluntad de intentar una investidura para la que necesitaría sí o sí a Esquerra o a Junts, fuerzas que han dejado por escrito un veto a negociar con los socialistas.
AVAL AL DIÁLOGO Los socios más proclives a entenderse con el PSC, los comunes, no tardaron en reclamar a las izquierdas que no se fuercen investiduras fallidas, como la que busca Illa para poner contra las cuerdas a ERC. La suma progresista, 74 escaños, es la única que hace sombra en el nuevo Parlamento catalán a la hegemonía secesionista, lo que situará al republicano Pere Aragonès en el centro de todas las mesas de negociación y hace partir como favorito para ser el próximo presidente de la Generalitat.
Ya casi en ese rol, Aragonès no solo confirmó que se postulará a la investidura, sino que anunció el inicio en Cataluña de «una nueva etapa para conseguir el referéndum, la amnistía de los presos y la república catalana». Y en castellano, dirigió un primer mensaje al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: «Es la hora de resolver el conflicto en una mesa de diálogo».
Los resultados electorales, con socialistas y republicanos por encima de Jxcat, avalan la reactivación de ese foro que la pandemia congeló, y que ahora será ERC la que marque de nuevo los ritmos.
PUIGDEMONT Pero Aragonès también acabó la noche con una sensación agridulce. Y es que por fin logró ganar a Junts en unas autonómicas y amplió la distancia en votos que Carles Puigdemont le sacó a Oriol Junqueras hace tres años, pero el único escaño que le separa de Laura Borràs permite a los posconvergentes exigir prácticamente la mitad del Govern para paliar la pérdida de la presidencia.
Esa negociación del Gabinete estará cargada de alto voltaje, pues las tentaciones de Junts de fijarle a ERC listones inalcanzables se dan de bruces con el revés que las urnas han infligido a la estrategia frentista de los puigdemontistas, perjudicados además por el mordisco del PDECAT a su electorado, que si bien no le sirvió para quedarse en el Parlament, frenó las expectativas de Jxcat.
COALICIÓN O NO La composición del Govern puede ser la primera gran batalla entre dos socios que no saben llevarse bien. Aragonès insistió en compartir Ejecutivo con la CUP y En Comú Podem, pero Borràs reivindicó un Gabinete «fuerte» entre fuerzas nítidamente independentistas. Otra opción sería gobernar en solitario, pero el candidato de ERC requeriría de las a priori incompatibles abstenciones de Illa y Borràs. La CUP, que duplica su representación y rebasa a unos comuns que han vuelto a resistir la marea de los bloques, resulta otra vez imprescindible para remachar la mayoría secesionista.
Una mayoría que se amplía al verse beneficiada por el más que previsible desplome de la participación. Las larguísimas colas que se apostaron durante buena parte de la jornada ante numerosos colegios electorales fruto de las restricciones de aforo, dieron la impresión de que la movilización iba a amortiguar la caída respecto al récord de participación alcanzado en el 2017, cuando votó el 79% del censo. Sin embargo, la abstención empeoró las previsiones de las encuestas y se anotó su cota más alta en unas elecciones autonómicas. La participación retrocedió hasta el 53,55%, la más baja de toda la historia y la desmovilización se cebó más en las zonas menos soberanistas.
De ese récord de abstención se beneficia también la extrema derecha de Vox. Cataluña ha dejado de ser una excepción y los ultras irrumpen en la Cámara con 11 diputados y más de 217.000 votos. Cuarta fuerza del país y la primera entre las derechas antiindependentistas. Ese bocado, sumado a los más de 650.000 votos del PSC, se convirtieron en el calvario de Ciutadans, que pasa de primera a séptima fuerza, de 36 escaños a 6, el mayor hundimiento de un partido en unas catalanas.
Tan aciaga fue la noche para Inés Arrimadas como para Pablo Casado. Ambos se vieron superados por Vox y sus respectivas estrategias vuelven a estar en tela de juicio. A los populares, que hasta la confesión de su extesorero Luis Bárcenas le iban bien las cosas, han perdido un escaño y siguen como farolillo rojo del Parlament.
La fotografía del Parlament, con sus 135 escaños, surgido de las elecciones del 14 de febrero del 2021 se parece a la que se formó tras la cita del 21 de diciembre del 2017 en cuanto a la formación de un futuro Govern. Por decirlo de forma rápida: la nueva aritmética parlamentaria no facilitará los pactos, si nos atenemos a lo expresado por los diferentes líderes en la campaña. Queda un escenario repleto de incertidumbres.
Si hace cuatro años Ciutadans fue el partido ganador, con Inés Arrimadas como candidata y sus 36 diputados, ahora ha sido el PSC, con Salvador Illa, el vencedor con 33 –los mismos escaños que ERC– aunque con mayor número de votos para los socialistas. Un éxito que no le asegura al exministro de Sanidad ser el nuevo presidente de la Generalitat. Arrimadas ni siquiera intentó una investidura por falta de apoyos. Lo que sí se mantuvo ayer es la correlación de fuerzas en torno a la cuestión identitaria. Las independentistas siguen siendo mayoría.
Hoy es lunes de Carnaval. Empieza el baile.