Largas colas en las calles y la ausencia de incidentes marcan la jornada
Mesas constituidas sin apenas contratiempos, previo acopio de mascarillas y tomas de temperatura, y cerradas a su hora, con sus presidentes y vocales vestidos con epis, pero puntuales. El 14-F incumplió los peores augurios sobre las dificultades que a priori presentaban las primeras elecciones que Cataluña iba a celebrar en una pandemia. Las largas colas de votantes fueron la tónica de una jornada por lo demás caracterizada por, más que la normalidad, una ausencia de incidentes muy destacable para unos comicios en tiempos del covid.
Las filas de ciudadanos en el exterior de los colegios electorales esperando su turno habrían indicado en otra convocatoria un gran aumento de la participación, pero esta vez no fue el caso. Fue por las medidas antivirus, especialmente la de entrar de uno en uno hasta las mesas, separadas dos metros, y recorriendo los precisos caminos para el respeto riguroso de la distancia social. Especialmente en la gran franja central (de 12 a 19 horas), que se reservó al grueso de los votantes, después de las tres horas para colectivos de riesgo y, antes de la hora final, la prescrita para positivos y sospechosos.
La longitud de las hileras podría haber desanimado a los votantes, muchos de los cuales con el sobre preparado de casa, pero la rapidez de paso era evidente. Rompieron la normalidad algunos incidentes muy puntuales, como el que afectó a Ignacio Garriga, candidato a la Generalitat por Vox, cuando se acercó a votar en su centro electoral de Barcelona y cinco activistas del grupo Femen le increparon con pancartas con el lema ‘No es patriotismo, es fascismo’ y ‘Fascistas fuera de las urnas’.