«Temíamos las represalias al no cumplirse su plan»
Era en aquel momento el diputado más joven en el Congreso. José Miguel Salinas, a sus 26 años, vivió «uno de los primeros intentos de golpe Estado televisados en directo, eso repercute mucho en España y en el mundo», porque además «es un impacto desde el punto de vista personal». Salinas rememora aquella tarde, noche y madrugada del 23 al 24 de febrero de 1981. «Entraron como mandan los reglamentos cuando se asalta algo, con mucho grito, con mucha fuerza, con mucha autoridad para empequeñecer al asaltado. Como se ve en las películas, para desconcertar por completo al que está allí». Eso sí, horas después «se fue difuminando y no llega esa autoridad militar que él anunció que en muy poco rato iba a estar allí. Eso ya nos hizo pensar que no pasaba de ahí» el golpe de Estado y «lo que temíamos era que, al no salir nadie, hubiera represalias contra los que estábamos allí».
Los peores momentos, según Salinas, se vivieron «cuando llamaron a Suárez, Gutiérrez Mellado, Carrillo, Guerra y González, se corrió el pánico de que iban a descabezar a los líderes políticos», aunque luego, ya a primera hora de la mañana «nos enteramos de que los habían metido a cada uno en una sala, solos, para interrogarlos, pero no pasaron peligro», recuerda.
Otro momento tenso que vivieron los diputados se produjo cuando «donde se sientan las taquígrafas, esa zona diáfana al lado de la primera fila donde está el Gobierno, acumularon las sillas y sillones que había sueltos en los pasillos y Tejero ordenó meterles fuego en caso de que se fuera la luz. Que la orden sea que te quemen vivo, pues lógicamente, sí que generó tensión allí en ese momento».
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