Córdoba

Cooperació­n, mucho mejor que tensión

Posturas que pueden y deben acercarse para hacer llegar las vacunas al mundo, para superar el desencuent­ro político en España

- Carrillo Guerrero *

Aunque la crisis sanitaria pueda alejar a los ciudadanos de las urnas, como ha sucedido en Portugal, en enero, con un 60% de abstención o en Cataluña, en febrero, con un 47% de no participac­ión, la acción representa­tiva no tendría por qué quedar mermada. Ya que los elegidos existen como tales, en tanto que tendrían que mantenerse en contacto con todos los ciudadanos. Y hacerlo en la senda de la cooperació­n que congrega esfuerzos para reactivar lo urgente, lo necesario o la vida misma. Y no en el andurrial de la tensión que divide, enfrenta y también destroza. Pero ambas opciones constituye­n un desafío.

Un desafío en favor de la voluntad de trabajar juntos y por el multilater­alismo, que la cumbre del G7, del pasado 19 de febrero, se ha propuesto para asegurar un reparto equitativo de las vacunas en el mundo, poniendo la mirada en los países pobres. Ya que hasta ahora solo se había oído la voz indignada, este pasado enero en Davos, del presidente de África del Sur, Cyril Ramaphosa, acusando a los países ricos de acaparar las vacunas.

Así, según la ONG ONE, de los 3 mil millones de dosis encargadas por los países ricos, 2 mil millones bastarían para inmunizar a estas poblacione­s. Según ONE, los países del G20 y de la Unión Europea han comprado muchas más dosis de las que necesitan. Por otra parte, según se da a conocer en los medios, aproximada­mente un 45% de las dosis inyectadas se han realizado en los

«Aunque el covid puede alejar a los ciudadanos de las urnas, la acción representa­tiva no tendría por qué mermar»

países del G7: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón. Los cuales representa­n solo el 10% de la población mundial.

Ante este escenario, y además frente a la escasez de material médico en los países pobres, surge un auténtico desafío hacia la cooperació­n, la solidarida­d y el multilater­alismo. Haciendo frente a la única salida: la de salir todos juntos de la crisis sanitaria. En esta senda, el G7 en su reciente cumbre ha aumentado su financiaci­ón en unos 3.500 millones de euros para las iniciativa­s en el seno de la OMS, del Acelerador ACT (por una vacuna eficaz y distribuci­ón equitativa) y de Covax (asegurar el acceso a la vacuna sin depender de la riqueza).

En contraste a este caso de armonía e impulso para la cooperació­n, la tensión que ha creado el caso de Mr. Hasél, ha resultado ser un desafío para la violencia, el enfrentami­ento y la destrucció­n. Su taciturna figura se funde con un rap agresivo contra la política española. En este estilo de rap y controvers­ias ya le preceden otros como Kase O y Valtònyc. Pero Hasél tiene la particular­idad de ser catalán antimonárq­uico, de extrema izquierda, e investigad­o por presunto intento de allanamien­to institucio­nal en Lleida durante las protestas contra la detención de Puigdemont en Alemania. De modo que lo que él representa y su caso, han traído la angustia y la tensión a la libertad de expresión.

Sin embargo habría que preguntars­e, qué criterio cultural o artístico puede sustentar que expresione­s tales como «No me da pena tu tiro en la nuca...», «¡Que alguien clave un piolet en la cabeza a...», al rapearse, sean fruto de una creación artística licenciada por la libertad de expresión. El criterio que más de 200 artistas y trabajador­es del mundo de la cultura han manifestad­o y firmado, encabezado­s por Serrat, Almodovar y Bardem, no aborda la cuestión y se va por los cerros de Úbeda: que se pueda «...criticar públicamen­te la actuación de alguna de las institucio­nes del Estado».

Habría que entender que la libertad de expresión debe de cooperar con esa libertad y sus propios límites. Porque todo tiene un límite. Otra cuestión, es situar a tales expresione­s raperas en el paisaje de la confrontac­ión y del antisistem­a. Una confrontac­ión que ya ha venido otras veces a Cataluña a causa del separatism­o, pero esperemos que no se quede.

Ya que la ideología de independen­cia, según las últimas elecciones, sí que está ahí para quedarse. Pero para quedarse en la moderación y cooperació­n con las otras ideologías diferentes. Para estar ahí, frente a todos los ciudadanos. Frente al 44,5% de los catalanes que están a favor de la independen­cia y frente al 47,7% de los catalanes están en contra de la independen­cia, y frente al 5,5% que no lo sabe y el 2,3% que no contesta. Porcentaje­s según la reciente encuesta electoral del Centre d’estudis d’opinió (CEO) de la Generalita­t, realizada el pasado mes de enero.

Y además, con la cuestión independen­tista descolorid­a desde hace unos dos años por el crecimient­o de la división entre las facciones separatist­as.

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