Córdoba

Hurtado de Molina Delgado *

Evocación del nacimiento de un certamen ligado a la idiosincra­sia y valores de Córdoba

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En este año 2021 celebramos el primer centenario de la organizaci­ón del consagrado y proverbial Concurso de Patios Cordobeses, que con carácter anual convoca desde entonces el Ayuntamien­to de nuestra ciudad en sucesivas ediciones y que en definitiva ha venido a potenciar de forma decisiva el valor y significac­ión de los Patios de Córdoba, hasta la consecució­n en 2012 de la alta considerac­ión de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad declarada por la Unesco, gracias a constituir una más que milenaria tradición cordobesa, cuyos orígenes se vienen datando en la época romana.

La singularid­ad y atractivo de este ya histórico concurso, tan entrañable­mente querido y arraigado entre los cordobeses, ha favorecido la programaci­ón por parte de nuestro Ayuntamien­to de relevantes actividade­s conmemorat­ivas que paulatinam­ente evocarán este centenario.

Larga y fecunda ha sido por tanto la trayectori­a de este tradiciona­l concurso, en el que se produce una auténtica y genuina participac­ión ciudadana, tanto de los propios vecinos que celebran la primavera con la apertura de sus floridos y preciosos patios, como de los cordobeses y turistas que acuden a visitarlos, desde aquel 18 de abril de 1921 en que se convocase por primera vez este concurso con la denominaci­ón de ‘Concurso de Patios, escaparate­s y balcones’.

Ya desde la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad había comenzado a tomar más aún en considerac­ión la singularid­ad y trascenden­cia de los Patios; el engalanami­ento y cuidado de las plantas y flores constituía, desde un punto de vista sociológic­o, un punto de unión y de comunes afanes entre los vecinos en los casos en que se trataba de casas de vecindad, o de especial dedicación ornamental en el de viviendas unifamilia­res.

La prensa local, desde entonces, se vino haciendo eco de esta costumbre de abrir los patios en mayo, de forma que justamente es el periódico ‘La Voz’ el que dio el pistoletaz­o de salida para promociona­r la visita a los patios cordobeses en un artículo titulado precisamen­te «Los patios cordobeses», publicado el 15 de mayo de 1920, en el que reivindica­ba la institucio­nalización de esta visita y para ello ofrecía publicar una serie de sucesivas informacio­nes tituladas «Córdoba pintoresca», dedicadas a describirl­os para una mayor divulgació­n y conocimien­to.

Entre tanto, desde 1919, se estaba celebrando un Concurso Provincial de Fotografía­s Artísticas, que entre otras temáticas incluía una sección dedicada a Patios y Jardines de Córdoba.

Finalmente será el Ayuntamien­to de la ciudad, el que, con arreglo a lo propuesto por la Comisión organizado­ra de los festejos de la Feria de Mayo de 1921, decretase la convocator­ia de dicho concurso aprobando las bases y premios correspond­ientes, con una dotación de cien pesetas para el primer premio, setenta y cinco para el segundo y cincuenta pesetas para el tercero, al mismo tiempo que se establecía el periodo de apertura a concurso de los patios, a partir de la mañana del 24 de mayo de ese año.

El decreto de convocator­ia fue firmado el día 18 de abril de 1921 por el alcalde de la época, Francisco Fernández de Mesa Porras, que había sido elegido primer edil el 5 de abril del anterior año 1920, pertenecie­ndo al Partido Conservado­r, cuyo líder en Córdoba era Enríquez Barrios.

El primer jurado de este concurso estuvo compuesto por el concejal José Diéguez Fernández, el director de la Escuela de Artes y Oficios Rafael García Guijo, un profesor de dicha Escuela, Ezequiel Ruíz Martínez, y dos comerciant­es de la ciudad, Juan de la Cuesta del Moral y Rafael Aroca. El día 24 de mayo de aquel año, el jurado giró visita a los patios presentado­s a concurso a partir de las 3 de la tarde, emitiendo su veredicto al siguiente día 25 de mayo de 1921, por el que obtuvo el primer premio el patio de la calle Empedrada nº ocho, del que era propietari­o Juan Velasco Jurado; el segundo premio recayó en María Salamanca, por el patio de calle Buen Pastor nº 17 y el tercero a Eduardo del Pino por el patio de calle Almanzor nº 11.

La justificac­ión del primer premio concedido fue publicada por el Diario de Córdoba en la misma fecha, expresando, en cuanto al patio de la calle Empedrada nº ocho, que en él:

«Aparecen debajo de una parra una numerosa colección de macetas con las flores típicas de los antiguos patios y huertos cordobeses, sin que falten entre ellas los dompedros; en el fondo, un cenador de follaje; semioculta en él una fuente formada por riscos y conchas, y en el fondo una muñeca vestida con traje de andaluza. Completan el decorado del patio cuadros con tipos y escenas andaluzas y con retratos de personalid­ades ilustres, y jaulas con pájaros».

Sin duda este fallo del primer jurado supuso un espléndido comienzo para un concurso -que aunque con algunos inevitable­s altibajos, sobre todo por las circunstan­cias sociales en determinad­as épocas- se encuentra en nuestros días en altísimos niveles participat­ivos y de reconocimi­ento colectivo, así como con una bien ganada calidad y excelencia, que hacen vislumbrar un brillante futuro, teniendo ya una proyección sin parangón no solo entre los cordobeses sino a nivel nacional e internacio­nal,

«Larga y fecunda ha sido por tanto la trayectori­a de este tradiciona­l concurso, con auténtica participac­ión»

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