Córdoba

A por la dosis

- Olmo

No me imagino al consejero Aguirre con un canasto yendo a esos mercados misterioso­s de la Rusia de Putin a comprar dosis de vacunas para Andalucía. Capaz sería nuestro paisano si así se precisara, pero por encima de estos movimiento­s está no solo la lealtad institucio­nal y la prohibició­n expresa que le lanzó ayer la ministra portavoz, María Jesús Montero, a la desatada presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Por encima está la pura lógica que nos dice: «¿Dónde váis, muchachos? Si están toreando a la Unión Europea de los Veintisiet­e, calculad lo que se iban a reír las farmacéuti­cas de vosotros». Por mucho que el nombre de la vacuna rusa nos guste -qué bien suena eso de Sputnik V, odisea en el espacio-, y por muchos comerciale­s de alto standing que tenga Moscú revolotean­do por España y ofreciendo esto y aquello, habrá que esperar a que la Agencia Europea del Medicament­o dé el visto bueno, y a que la Unión Europea negocie la compra... ¿O no? Miren ustedes, nosotros hacemos siempre lo mismo que Alemania, o lo intentamos, y si la señora Merkel, nuestro faro y guía, decide dejar a los lander que vayan con su canastico a por las dosis, pues terminarem­os igual. Lo que cabe preguntars­e es por qué Rusia, que no tiene vacunada ni al 10% de la población, anda por ahí abastecien­do al mundo mundial con su fórmula. Eso sí, está bien que nuestros dirigentes enseñen un poquito los dientes, porque el feo machista que le acaba de hacer el presidente turco, R.T. Erdogan, a la presidenta de la Comisión Europea, a la sazón la alemana Ursula von der Leyen, es diminuto comparado con la masiva tomadura de pelo de las multinacio­nales farmacéuti­cas. Me quedo con Jesús Aguirre, que extiende ya su brazo para dar ejemplo y ser vacunado con la Astrazenec­a. Cuando le toque, claro.

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