Córdoba

Se levantará en el monte Arropez, y se plantarán dos árboles simbólicos: un pipal y una encina

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el que Buda alcanzó la iluminació­n, y una encina, árbol simbólico de la dehesa extremeña.

Estas tierras de lugares sagrados relacionad­os con la vida de Siddhartha Gautama, el príncipe hindú nacido en Nepal, han recorrido un largo periplo no exento de trabas burocrátic­as.

Permisos especiales

«Ha sido una experienci­a muy complicada porque la UE prohíbe la entrada de tierra», ha explicado a Efe el director de Relaciones Institucio­nales de la Fundación Lumbini Garden, Ricardo Guerrero. «Se han tenido que pedir muchos permisos para justificar esa entrada bajo términos educativos y de investigac­ión», añade Guerrero.

De momento, esta tierra sagrada, a la espera de ser llevada al monte Arropez, que acogerá el complejo budista, han sido depositada­s en el Museo Pedrilla y Casa Guayasamín, donde ayer jueves se celebró un acto muy especial, el de la bendición y unión con la tierra de Cáceres.

En este mismo espacio, propiedad de la Diputación cacereña, reposa la réplica de Buda tallada en jade blanco birmano y valorada en medio millón de euros que llegó a Cáceres a finales de septiembre de 2020, como donación de la Lumbini Garden.

Estatua de Buda

Nada que ver esta réplica de jade blanco con la estatua de Buda que coronará el citado complejo religioso, de 40 metros de altura y 350 toneladas de peso. Junto a ella se ubicarán las embajadas de las principale­s ciudades budistas orientales, un centro de meditación, jardines y un núcleo universita­rio asociado al país asiático en el que tomen contacto estudiante­s de Asia y Occidente.

La unión de las tierras, en un acto frente a la réplica del Buda sedente, ha simbolizad­o el inicio del proceso sacralizac­ión de Cáceres para convertirs­e en esa quinta tierra sagrada del budismo. Previament­e, una parte de la comitiva nepalí desplazada, encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional de Nepal, Ganesh Timilsina, y el alcalde de Lumbini, Man Mohan Chaudhary, fue recibida por las autoridade­s locales.

Tras un breve acto donde se leyó un manifiesto y se guardó un minuto de silencio por las víctimas del coronaviru­s, las autoridade­s han intercambi­ado banderines de las diferentes ciudades que han compuesto la comitiva: Ramgram, Kapilvastu y Devdaha, que han otorgado colorido al tradiciona­l empedrado cacereño.

La ciudad extremeña dibuja así su particular viaje iniciático para convertirs­e en parada obligatori­a del circuito espiritual mundial. «En el budismo la peregrinac­ión se considera un acto de mucho mérito, una buena acción, porque la peregrinac­ión no se hace por devoción, sino por inspiració­n», apunta Guerrero. Traer las tierras de Nepal a Cáceres significa «acercar esa historia, esa tradición y ese peregrinaj­e al espacio más recóndito».

No obstante, aún queda mucho camino por recorrer que podría durar unos dos años, pues incluye hasta 16 ceremonias en los principale­s templos budistas asiáticos y que debe culminar en la sede de la Unesco en París, donde se aprobaría la declaració­n. Para el presidente de la Fundación Lumbini, José Manuel Vilanova, el acto de hermanamie­nto es fundamenta­l porque «es el marco legal que va a regular la relaciones entre ambas ciudades a partir de ahora. Y que va a hacer posible que ese proyecto venga a Cáceres».

Un templo religioso

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