II República: de la ilusión a la desilusión
El lunes se cumplen 90 años de las elecciones municipales convertidas en plebiscito sobre la Monarquía. Dos días más tarde, el 14 de abril, Alcalá Zamora proclamó la Republica como jefe del Gobierno provisional. Miguel Maura, al igual que don Niceto no precisamente izquierdista, asumió la cartera de Gobernación. Azaña tomo enseguida posesión del Ministerio de la Guerra. Los tres políticos representaban la ilusión expresada por la multitud que llenaba la
Puerta del Sol y vitoreaba a la Republica. Las medidas que tomó Azaña provocaron en el Ejercito, de todo menos ilusión. Azaña advirtió: «En la Republica no mandan los sargentos, sino el Gobierno, y en el Ejercito mando yo». Pronto comenzaron los problemas. En mayo, unos radicales asaltaron y prendieron fuego a varios edificios religiosos, suceso que intentó Maura atajar. Pero Azaña le impidió sacar a la calle a la Guardia
Civil. Ortega y Gasset fue uno de los primeros desilusionados. Azaña se había transformado de liberal reformista en radical sectario. El socialista Largo Caballero era partidario de una República revolucionaria de izquierdas. Alcalá Zamora, ya como presidente de la Republica, intento evitar la guerra civil. Las criticas mutuas con Azaña, jefe del Gobierno, las resumió en su diario (enero-abril de 1936) bajo el titulo ‘Asalto a la Republica’: «Siento honda repugnancia a tratar con todos estos elementos políticos, de una a otra banda (...) No se dan cuenta del peligro en que ponen a la República, que llaman suya, y que como tal, si no la quieren, la aprovechan. En cuanto al país, les tiene sin cuidado».
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«Azaña se había transformado de liberal reformista en radical sectario»