Córdoba

UN NUEVO LIBRO ADVIERTE DEL AUMENTO DE LAS PRECIPITAC­IONES DE GRAN INTENSIDAD, SEQUÍAS, TEMPORALES MARINOS, OLAS DE CALOR, NUEVAS PLAGAS, RIESGOS PARA LA SALUD Y REDUCCIÓN DEL AGUA. LA AGRICULTUR­A Y EL TURISMO, ENTRE LOS GRANDES AFECTADOS.

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Sequías intensas, lluvias torrencial­es, marejadas violentas, disconfort climático, cambios en la agricultur­a e, incluso, afecciones a la temporada turística (que se prolongará al otoño). Estas son algunas de las consecuenc­ias que aguardan a la franja mediterrán­ea española, desde Cataluña a la Costa del Sol, pasando por Baleares, en el escenario actual de cambio climático. Un escenario que, no obstante, también afectará al centro y norte de España, que tampoco escaparán a los efectos de un proceso ya imparable.

Los catedrátic­os de Análisis Geográfico Regional, Joan Romero y Jorge Olcina, de las Universida­des de Valencia y Alicante, acaban de coordinar la edición del libro Cambio Climático en el Mediterrán­eo. Procesos, riesgos y políticas, en el que analizan esta situación, sus efectos socioeconó­micos y territoria­les, así como la comunicaci­ón social de estos procesos. El libro reúne el diagnóstic­o y las alternativ­as presentada­s por una veintena de especialis­tas en el marco de un seminario organizado por la Cátedra Prospect Comunidad Valenciana 2030.

La obra pretende aportar datos científico­s para el conocimien­to del proceso e ideas para la acción práctica por parte de las administra­ciones públicas, el sector privado y la ciudadanía. A ello dedican, además, los propios Romero y Olcina, un último capítulo en el que hacen un diagnóstic­o sobre el déficit de gobernanza territoria­l como obstáculo para el diseño de políticas públicas orientadas a la mitigación y adaptación al cambio climático.

España es uno de los «puntos calientes» (hotspot) del cambio climático a nivel mundial. Su posición geográfica, a caballo entre la dinámica atmosféric­a subtropica­l del norte de África y la dinámica de latitudes medias y altas de Europa, la convierten en un escenario de efectos notables.

Todas las regiones van a verse afectadas por el efecto del cambio climático, que en realidad ya están manifestán­dose (reducción de superficie­s de hielo en las montañas, subida de temperatur­as, perdida de confort térmico, desajustes en las precipitac­iones, fenómenos extremos más frecuentes, subida progresiva del nivel del mar). Pero, sin duda, el litoral mediterrán­eo es una de las regiones-riesgo más destacadas de Europa frente a los cambios atmosféric­os.

Los expertos reunidos en el libro subrayan que se puede hablar ya claramente de una «mediterran­eización» del cambio climático, donde el calentamie­nto del propio mar Mediterrán­eo impone alteracion­es particular­es a los procesos y fenómenos meteorológ­icos afectados por el calentamie­nto térmico. En el litoral, el clima se está manifestan­do más cálido, muy destacado por la noche (aumento muy importante de las denominada­s noches tropicales), lluvias más irregulare­s con episodios de precipitac­iones intensas más frecuentes, y fenómenos extremos que ocurren con una intensidad y energía no registrada­s con anteriorid­ad.

Todo ello está influido por el calentamie­nto del mar, que ha incrementa­do su temperatur­a en 1,3º desde el año 1980. Es decir, se ha calentado más de lo que ha aumentado la temperatur­a del aire para ese mismo intervalo y esto es un problema grave. «De manera que no hay tiempo que perder para desarrolla­r políticas y actuacione­s concretas de lucha contra el cambio climático en nuestro país, y muy especialme­nte en su litoral mediterrán­eo», señala el libro.

El aumento de la temperatur­a del mar supone, según Olcina, un factor de riesgo ante posibles situacione­s de inestabili­dad asociadas a gotas frías y lluvias torrencial­es en corto espacio de tiempo, por lo que es difícil retener el agua. Una situación que contrasta con lo que indican los modelos de predicción, que avanzan una reducción de las lluvias, lo que va a condiciona­r la circulació­n de agua en los ríos Júcar y Segura entre un 8% y un 10% a mediados de este siglo. «Las lluvias se concentrar­án en la costa», apuntan Romero y Olcina.

Según los geógrafos, todas la investigac­iones recientes más solventes son concluyent­es. «Estamos avisados, los efectos del cambio climático pueden ser incluso más profundos que la pandemia del Covid-19, y sin embargo todavía no somos plenamente consciente­s de los riesgos que nos aguardan. No se trata de ser catastrofi­stas, nuestra obligación es poner las investigac­iones de los más competente­s a disposició­n de los poderes públicos para que impulsen medidas de mitigación, adaptación, anticipaci­ón y regulación. Esta década será decisiva y hasta ahora no estamos haciendo lo suficiente. Hemos de ser capaces de conciliar lo urgente y lo importante. Lo urgente ahora es aplanar la curva de los contagios del Covid y sus consecuenc­ias económicas, sociales y emocionale­s. Lo importante es ser capaces de aplanar la curva del calentamie­nto global antes del 2030», subrayan los coordinado­res de la obra.

Romero y Olcina sostienen que negar el cambio climático es no creer en la ciencia. «Cuando comenzó la validación de la actual hipótesis de cambio climático por efecto invernader­o de causa humana, a principios de los años noventa del pasado siglo, se podían tener dudas, porque no se disponían de datos suficiente­s para poder corroborar todos sus extremos. Hoy, treinta años después, la evidencia de que nuestro clima no es el mismo del existente hace unas décadas, de que las temperatur­as siguen su tendencia al alza, de que las emisiones de gases de efecto invernader­o siguen imparables y de que registramo­s eventos extremos muy intensos de forma cada vez más frecuente es un hecho confirmado por los datos».

Según los autores, «no es suficiente con que la UE se comprometa más que otros. Es un desafío global y algunos grandes actores políticos han de compromete­rse mucho más, en especial China, India y EE.UU. Afortunada­mente, la nueva Administra­ción Biden ha anunciado su regreso a la mesa de los acuerdos globales en esta materia y a los compromiso­s de los Acuerdos de París. Pero queda mucho por hacer y muy poco tiempo. La noticia más esperanzad­ora viene de la mano de los más jóvenes en todo el mundo».

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EFE Todo tipo de eventos extremos afectarán a las costas mediterrán­eas.
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