Una guerra enquistada
Ha causado 150.000 muertos y 1,2 millones de desplazados
Estados Unidos se irá definitivamente de Afganistán. Con el anuncio de la Administración de Joe Biden de retirar todas sus tropas de forma escalada los próximos meses, la superpotencia pone fin a una intervención militar convertida en un inmenso y olvidado desastre humanitario enquistado durante casi dos décadas.
El conflicto en el país centroasiático ha dejado un rastro de muerte difícil de cuantificar. Según Amnistía Internacional, los 19 años y 6 meses de guerra han causado más de 150.000 muertos –casi 60.000, militares y policías afganos– y 1,2 millones de personas desplazadas. En el 2019, la ONU señaló que más de 38.000 muertos eran civiles afganos. Más de 400 trabajadores humanitarios y 54 periodistas han sido también asesinados.
El 7 de octubre del 2001, la Casa Blanca, bajo el mandato de George W. Bush, puso en marcha su guerra global contra el terrorismo con bombardeos contra territorios clave del Afganistán controlado por el régimen de los talibanes –a quienes la CIA entrenó y financió de 1979 a 1989 en plena Guerra Fría contra la URSS– tras negarse estos a dejar de hospedar al grupo yihadista Al Qaeda y a su líder, Osama bin Laden, el cerebro de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono.
La conocida como Operación Libertad Duradera, que EEUU llevó a cabo junto al Reino Unido y una coalición de países miembros de la OTAN entre los que estaba España, terminó oficialmente el 28 de diciembre del 2014. A partir del 2015, la coalición internacional acordó seguir en Afganistán para entrenar y asesorar a las fuerzas afganas. Sin embargo, con el aumento de poder talibán y la aparición en escena del grupo yihadista Estado Islámico, el conflicto ha seguido enquistado desde entonces, con nuevas noticias de incursiones, ataques y atentados casi a diario. Afganistán ha sido el Vietnam moderno de EEUU. Las tropas estadounidenses han sufrido más de 2.400 pérdidas y casi 20.000 soldados han resultado heridos en una contienda que no ha evitado que los talibanes mantengan importantes cuotas de poder. Además, otros casi 4.000 contratistas estadounidenses han muerto en Afganistán en ese período.
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