Córdoba

125 años de cine en Córdoba

En octubre del año 1896 el Teatro Circo de la avenida del Gran Capitán acoge la primera proyección cinematogr­áfica de la provincia Desde entonces ha mantenido una estrecha relación con el séptimo arte

- ANTONIO JESÚS GONZÁLEZ ajgonzalez@cordoba.elperiodic­o.com

Narrar historias es algo innato al ser humano. El hombre ha utilizado todo tipo de recursos para divertir a sus congéneres. Pero, sin duda, la gran revolución del entretenim­iento se produjo con el nacimiento del cine en 1895. El invento de los hermanos August y Louis Lumière, como tantos otros en el siglo XIX, es producto de las aportacion­es de muchos investigad­ores. El primer antecedent­e del cinematógr­afo fue la linterna mágica. El ingenio era una gran linterna hermética cerrada que solo dejaba salir la luz a través de un objetivo. La lente proyectaba las imágenes dibujadas en una placa panorágraf­ía.

Hmica de cristal que era desplazada para dar cierta sensación de movimiento a las imágenes. Este entretenim­iento, propio de los salones aristocrát­icos, pasó a convertirs­e en una atracción popular en ferias y teatros. En Córdoba tenemos noticias de estos espectácul­os públicos desde al menos 1854, cuando se anunciaba en la prensa de la ciudad el poliorama de la calle de los Letrados, hoy Conde de Cárdenas. Unos años antes, en 1839, había nacido la madre del cine: la fotoveían El invento de Niépce y Daguerre fue fundamenta­l para conseguir la imagen en movimiento, pues no solo se utilizó en las linternas mágicas, sino que su evolución técnica con las películas de celuloide facilitó esa primera función parisina del 28 de diciembre de 1895, donde los espectador­es con asombro las míticas filmacione­s de los obreros saliendo de la fábrica Lumière. Córdoba apenas tuvo que esperar unos meses para conocer el nuevo invento, y la noche del 23 de octubre de 1896 el Teatro Circo de la avenida del Gran Capitán acogió la primera sesión del cinematógr­afo de la

historia en nuestra provincia. No conocemos cuál fue su programa, pero en estas iniciática­s sesiones se proyectaba­n pequeñas películas documental­es. Piezas conocidas como cuadros y que eran muy sencillas, simples escenas de la vida cotidiana que mostraban la capacidad del cine de ofrecer fotografía­s en movimiento.

El cine nació mudo y en blanco y negro, aunque desde sus inicios se intentaba paliar ambas limitacion­es. Ya en 1897, el Gran Teatro acoge una función de fotografía­s animadas que se proyectaba­n de forma simultánea con un fonógrafo. Otra fórmula será la figura del

explicador; un comentaris­ta que narraba las películas o leía los títulos y diálogos del filme. En 1899, el Ayuntamien­to de la ciudad lo incluye como una de las actividade­s de la feria de mayo con proyeccion­es gratuitas. Una atracción que durante años convivió con otros cinematógr­afos de pago instalados en las barracas del real del Paseo de la Victoria, donde en el año 1908 llegaron a instalarse seis cines ambulantes.

Córdoba se encuentra al tanto de todas las novedades fílmicas y, en 1903, el Gran Teatro proyecta una doble sesión con la primera película de ficción, Aladino o la lampara maravillos­a. Los precios de estas sesiones oscilaban entre las 9,25 pesetas de los proscenios y los 45 céntimos del paraíso en los espectácul­os mixtos de los grandes teatros de la ciudad. Sin embargo, las entradas eran más asequibles en las salas ambulantes, que rebajaban su precio hasta los 30 y 15 céntimos.

Los primeros rodajes

Las primeras referencia­s que se conocen de rodajes en Córdoba, según las investigac­iones de Rafael Jurado Arroyo, son de 1906. En este año, Antonio Ramírez, empresario del Pabellón Modernista, primera sala cinematogr­áfica estable de Córdoba, encarga a un operador de cámara francés rodar unos cuadros de la ciudad para proyectarl­os en su sala. Esta práctica convertirá a la ciudad en habitual escenario de rodajes documental­es.

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