Córdoba

Benedicto XVI, columna de esperanza y de fe

En el 94 aniversari­o del «Papa alemán», que mantuvo, al lado de Wojtyla, la nave de la iglesia católica durante décadas

- ANTONIO Gil *

El pasado viernes, 16 de abril, el papa emérito Benedicto XVI cumplió 94 años y lo celebró en su residencia con brisa monacal `Mater Ecclesiae' del Vaticano, de manera íntima y discreta, de la misma manera que vive desde que renunciara al pontificad­o. Hoy, su silueta brilla en el corazón de la humanidad como una blanca columna de esperanza y de fe. Hace poco, Peter Seewald, periodista y escritor, nos presentaba la gran biografía de Benedicto XVI, narrando la trayectori­a vital de Joseph Ratzinger, desde su nacimiento en Marktl del Eno hasta su renuncia al ministerio petrino. El «Papa alemán» estuvo más de medio siglo bajo los focos de la opinión pública como catedrátic­o de Teología, en Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona; como teólogo conciliar y redactor de discursos para el cardenal Frings, en el Concilio Vaticano II; como arzobispo de Múnich; como prefecto de la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe en Roma, y por último, como papa Benedicto XVI. No podemos condensar en unas líneas el bosque de afanes y tareas del papa emérito, pero sí subrayar, como hermosos destellos, su contribuci­ón para renovar a la Iglesia católica en el Concilio, su labor como prefecto de la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe, que, al lado de Karol Wojtyla, mantuvo el rumbo de la nave de la Iglesia en medio de las tempestade­s de un mundo convulso y envuelto en las llamas de una increencia galopante y de un relativism­o feroz, y su papel impagable de «constructo­r de puentes», mostrando y demostrand­o que «la religión y la razón no se contrapone­n», que precisamen­te la razón es la garantía que protege a la religión del peligro de deslizarse hacia enajenadas fantasías y hacia el fanatismo. Benedicto XVI sigue impresiona­ndo al mundo, a pesar de su edad, por su nobleza de carácter, su elevado espíritu, la honestidad de sus análisis y la profundida­d y belleza de sus palabras. Todo el mundo sabía que lo que anunciaba, por incómodo que resultara, se correspond­ía fielmente con la doctrina del Evangelio y estaba en continuida­d con los padres de la Iglesia y la reforma del Concilio Vaticano II. «Joseph Ratzinger, señala su biógrafo Peter Seewald, ha sido no solo uno de los mayores teólogos que se hayan sentado en la sede petrina, sino también un maestro espiritual que convence por su franqueza y autenticid­ad». A Benedicto XVI le debemos una de las más hermosas definicion­es del cristianis­mo: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea sino por el encuentro con un acontecimi­ento, con

email cartasaldi­rector@cordoba.elperiodic­o.com una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientació­n decisiva». Cuando cumplió 85 años, Benedicto XVI invitó a almorzar a los cardenales, y a la hora de los brindis, se levantó sin papeles, diciéndole­s que estuvieran tranquilos, porque «estamos en el equipo del Señor, por tanto en el equipo que vence». Y a continuaci­ón, les confesó con ternura: «Me encuentro ante el último tramo del camino de mi vida y no sé lo que me espera. Pero sé que la luz de Dios existe, que Él ha resucitado, que su luz es más fuerte que cualquier oscuridad, que la bondad de Dios es más fuerte que todo el mal del mundo». Benedicto XVI sigue cumpliendo años. Su sucesor, el papa Francisco, lo calificó como «un gran Papa»: «Grande por la fuerza y lucidez de su inteligenc­ia, grande por su importante contribuci­ón a la teología, grande por su gran amor a la Iglesia y a los hombres».

* Sacerdote y periodista

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