Contra la bebida ni una reivindicación de la tasa de alcohol en el cuerpo
No es un panfleto
la causa de Otra ronda, porque no es tan fácil interpretar bien, de manera creíble y cercana, a un personaje que decide convertir el alcohol en la salida positiva a todas las crisis en las que se ve inmerso.
Unos cuantos años atrás, Mikkelsen era un actor más o menos conocido, pero de ningún modo alguien que arrastrara legiones de seguidores a una sala cinematográfica. Tras ser Hannibal Lecter en una serie de televisión o el villano sádico al que se enfrenta James Bond en Skyfall, su cotización y popularidad subieron unos cuantos enteros:
Hubo un tiempo no tan lejano en que molaba el cine iraní. Y después las cinematografías asiáticas, encabezadas por Bong Joon-ho –el último ganador del Oscar a la película internacional con Parásitos–o Wong Kar-wai. También le tocó reivindicarse al cine rumano tras el éxito de 4 meses, 3 semanas, 2 días. Pero si hay una cinematografía que ha crecido exponencialmente en los últimos años, esa es la danesa. De los otros universos nórdicos, el cine islandés ha dado algunas pequeñas joyas, y en Finlandia sigue infatigable Aki Kaurismäki, aunque cada vez ruede menos. Pero en Dinamarca, cuna de Carl Theodor Dreyer, Von Trier y Vinterberg están más que instaurados, y el otro enfant terrible, Nicolas Winding Refn, ha seguido en su línea provocativa con películas y series de televisión de gran alcance.todos han dado el salto al cine anglosajón o con actores internacionales (Drive, Melancolía, La casa de Jack, Lejos del mundanal ruido) y este sería un buen Oscar para refrendarlo.
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