«Este es un caso de maldad»
Inteligencia» definió la declaración del procesado por la muerte de Laia de «ataque a la basó su defensa en la drogadicción de su representado
«La maldad existe y este es un caso». Así de contundente se expresó ayer la fiscala María José del Río para pedir que el jurado popular declare culpable a Juan Francisco López Ortiz, acusado de la agresión sexual y el asesinato de la Laia, de 13 años, que desapareció cuando bajaba las escaleras del bloque donde viven sus abuelos, en Vilanova i la Geltrú, el 4 de junio de 2018.
El discurso de la acusación pública fue desgarrador: «A la niña se le produjo un gran sufrimiento», «su capacidad de defensa fue nula», «fue un asesinato truculento», «la niña fue consciente del ataque», «el único error de Laia fue que se cruzó en su camino con el acusado», «se mata por maldad y satisfacción personal».
Casi una hora y media de exposición de las pruebas que, a su entender, deben conducir a la condena del procesado, para quien reclama la prisión permanente revisable por el crimen y otros 10 años de cárcel por agresión sexual. La fiscala insistió y subrayó que el procesado actuó con «sangre fría», sin escrúpulos, cogiendo a la niña cuando bajaba por las escalaras, la metió «a la fuerza» en su vivienda, la llevó a su habitación y allí la agredió sexualmente, la mató y «después intentó deshacerse del cadáver».
El cuerpo sin vida de la chica apareció en el piso tapado con un colchón, con múltiples cuchilladas y con un collar de perro en el cuello, «un signo de perversión sexual», subrayó la fiscala. La acusación precisó: la menor tenía lesiones en la zona de
▷ la vulva y en los calzoncillos del acusado se halló semen, lo que le lleva a la conclusión de que Laia fue agredida sexualmente antes de ser asesinada. «Terrible», «horrible», soltó ante el jurado, que, en base a los testigos que han declarado en el juicio, descartó que el procesado actuara bajo
Para la fiscala, la declaración de López Ortiz, que justificó su acción porque estaba drogado y no sabía lo que hacía, fue una «representación» y «adaptó» las pruebas a su versión, usando técnicas para hacerla creíble. También destacó que el acusado «pidió que se repitieran preguntas para pensar la respuesta» y «evitó decir el nombre de la víctima».
La acusación particular, ejercida por el abogado Juan Carlos Zayas, fue también rotunda y definió la declaración del procesado de «ataque a la inteligencia».
La abogada del acusado basa su defensa en la drogadicción de su representado y en que este habría cometido un delito de homicidio y no de asesinato.
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