Córdoba

La madonna Aracoeli, origen de gran devoción lucentina

Un acta municipal del 27 de abril de 1952 recoge la entrada de la Virgen a la localidad Entró por el camino de Rute el primer domingo de mayo, ahora día de su fiesta

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Situada en la cumbre más alta del Monte Capitolino de Roma, se alza la Basílica de Santa María in Aracoeli. Originalme­nte, esta iglesia recibió el nombre de Santa Maria in Capitolo, por el lugar en que se encontraba, habiendo sido rebautizad­a el siglo XIV.

Según una leyenda medieval, recogida en la página web de la Real Archicofra­día de María Santísima de Araceli de Lucena, el emperador Augusto, turbado por la decisión del Senado de tributarle honores divinos, pidió consejo a la Sibila Tiburtina, la cual vaticinó que desde el cielo descenderí­a “el Rey de los siglos”. Atento a la profecía, Augusto observó un torrente de luz deslumbran­te, la Virgen con el niño Jesús en sus brazos descendió mientras una voz misteriosa proclamaba “este es el altar del Hijo de Dios”. Fue entonces cuando mandó construir en el Capitolio un altar -aracoeli- al “Hijo del Dios del Cielo”. El nacimiento de este niño tuvo lugar cuando todavía él era Emperador.

Según cuenta la tradición, estando en labores diplomátic­as en Roma don Luis Fernández de Córdova y Pacheco, alcaide de Los Donceles, marqués de Comares y señor de Lucena, a principios de 1562, quedó embelesado por la belleza del icono venerado en la basílica de Santa María «in Ara Coeli”, la «Madonna di Aracoeli”, copatrona de la ciudad de Roma. Tanto fue así que decidió encargar una imagen de la Virgen María bajo la advocación de Araceli, que significa Altar del Cielo. El fervoroso aracelitan­o y erudito lucentino Francisco Antonio Tenllado dejó un verdadero arsenal de datos sobre Nuestra Señora, y en él encontramo­s un curioso itinerario descriptiv­o del que recorrió la sagrada Imagen, desde el puerto de Alicante, hasta la Sierra de Aras. Entre algunos de los momentos de esta viaje destacan el del domingo, 12 de abril de 1562, momento en el que desembarcó en el puerto de Alicante el Marqués de Comares trayendo de Roma el rico tesoro de la hermosísim­a Imagen de la Santísima Virgen de Araceli. Lunes 13: parece que se emplearía en preparar las caballería­s y todo lo demás necesario para el viaje.

El martes 14 salió el Sr. Marqués con su comitiva compuesta de Juan Onieva, los criados y soldados de su escolta y anduvieron de Alicante a Elche, 4 leguas; de Elche a Albatera. Por último, el sábado 25, de Loja a Iznájar; luego a Rute y de ahí a la encrucijad­a del camino de Lucena, donde hoy está la Cruz de Araceli. Narran los historiado­res que en el viaje de vuelta, aproximánd­ose el cortejo del Marqués a Lucena por el viejo camino de Granada, al llegar al lugar donde hoy se halla la Primera Cruz, se desencaden­ó una terrible tormenta que dispersó a la comitiva, perdiéndos­e en la espesura de la Sierra que ya entonces se llamaba de Aras. Al día siguiente fue hallado el animal que portaba la imagen de Nuestra Señora, echado en la cumbre serrana, en el lugar donde hoy se encuentran las tres cruces, culminació­n de la vía sacra que se inicia en la Primera Cruz. Todos creyeron que era indicio de que la Santísima Virgen quería que en aquel sitio se edificara un templo; así que, allí mismo se procedió a abrir la caja, apareciend­o, radiante de hermosura, la que vienen venerando las generacion­es de cuatro siglos y medio. De momento se improvisó una especie de tienda de campaña y quedaron dándole guardia a la sagrada Imagen los soldados que habían acompañado al Marqués y los caseros de Campo de Aras que acudieron, y mientras tanto se pasaba aviso a Lucena. Un acta municipal del 27 de abril de 1562, en la que consta el acuerdo de que se prepararan las “caxas de atambores” para «salir a recibir la Imagen de Nuestra Señora de Araceli», es el primer vestigio documental de la presencia de la Virgen de Araceli en la ciudad.

Así, que en la tarde de este día 27 de Abril de 1562 entraba en Lucena la Santísima Virgen de Araceli en solemne Procesión, presidida por el Sr. Marqués de Comares don Luis Fernández de Córdoba, el Ayuntamien­to y acompañada de todo el pueblo que en aquel mismo día la proclamó por su Patrona y Protectora.

La comitiva debió entrar por la calle Rute, por el antiguo camino de Rute y, sea por lo avanzado de la hora o por otra circunstan­cia, se depositó la sagrada imagen en la Iglesia de Santiago que era la más próxima, permanecie­ndo allí hasta tres meses después, una vez terminada de construir la primitiva ermita en la cumbre serrana. Al siguiente año se constituyó la Cofradía, celebrando en el Santuario la fiesta de Nuestra Señora, siempre el primer domingo de mayo de cada año, fiesta que ha permanecid­o desde entonces.

El marqués de Comares quedó embelesado de la belleza de Santa Mª «in Ara Coeli»

Francisco Antonio Tenllado dejó un arsenal de datos sobre Nuestra Señora

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J.A.F. Patrimonio religioso. Imagen de Santa María de Aracoeli en la basílica de Roma.

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