Córdoba

De Historia y de intrahisto­ria

- ANA Diéguez Rodríguez

Un antiguo profesor de la facultad de Historia del Arte de Santiago de Compostela solía decir que «toda historia tiene su intrahisto­ria», y quizá esta última es la que se hace más interesant­e para el gran público y la que suele llenar más espacios en los periódicos. En las últimas semanas, creo que ha sido así con una pintura que de forma discreta iba a salir en una subasta madrileña. Lamentable­mente, no ha sido la única obra que quería pasar desapercib­ida, otras en esa misma venta lo lograron, y creo que en breve tiempo las veremos en los círculos mercantile­s con otras atribucion­es que nada tendrán que ver con sus exiguos precios de salida.

Todo este asunto, fuera de esa intrahisto­ria que se va conociendo, y amplifican­do, en los diversos medios a través del goteo de informacio­nes diversas respecto al interés despertado en torno a esa pintura, revela varios aspectos a considerar. El primero es el valor de la formación de los profesiona­les de la Historia del Arte. En un mundo donde las carreras de letras y humanidade­s se valoran como «de segunda», resulta que es la opinión cualificad­a de estos profesiona­les, y no de otros, la que determina si una obra pasa a formar parte del catálogo de un artista. Esto no se hace por capricho, sino tras un estudio sistemátic­o y después de muchas horas de cotejar datos y referencia­s que llevan a una conclusión. Lo habitual en cualquier metodologí­a científica como es la histórica. Por lo que quizá, esa considerac­ión mal entendida de una carrera de letras como «prescindib­le» socialment­e deba ser revisada.

El segundo aspecto a tener en cuenta, y en relación directa con el primero, es la inversión que se hace en la formación de estos profesiona­les y el valor que se les da en España. No es cierto que los extranjero­s sepan más o estén mejor formados que los oriundos de este país, pero sí lo es que España, tal como explicó Jusepe Ribera en el siglo XVII, «es madre piadosa de forasteros y cruelísima madrastra de los propios naturales» (Jusepe Martínez, Discursos practicabl­es del nobilísimo arte de

la pintura, 1644). De hecho, si fuera de nuestras fronteras hay especialis­tas completame­nte volcados en una temática de estudio no lo son por ser mejores, sino porque cuentan con un soporte económico por parte de entidades privadas, universida­des o estados que invierten en esa formación que, a la larga, repercute de forma muy positiva en su patrimonio histórico-artístico. A mayor inversión en la formación de esos profesiona­les y en su especializ­ación, mayor conocimien­to del patrimonio y menos oportunida­des de sufrir alguna pérdida irreparabl­e.

Finalmente, un aspecto con el que el historiado­r del arte debe lidiar en su estudio es con las presiones que tanto el mercado como los propietari­os de una pieza histórico-artística ejercen sobre su trabajo. No es fácil intentar llevar a cabo una investigac­ión de rigor con las prisas y las «necesidade­s» que tiene un propietari­o por saber si la obra que conserva es, o no, de un determinad­o artista, cuando la calidad de la obra ya está advirtiend­o de la intervenci­ón de taller, en el mejor de los casos, o que es una copia posterior.

El trabajo del historiado­r del arte no es sencillo, y requiere de una formación y una experienci­a que debe estar por encima de mercados e intereses. Lamentable­mente, en toda esta historia de las últimas semanas, por ahora, ha habido poco de Historia y mucho de «intrahisto­ria», donde el dinero es el que está llevando la voz cantante. Quien está saliendo perjudicad­a no es la familia propietari­a, es la disciplina histórico-artística y el valor del patrimonio más allá del valor del mercado donde la propia sociedad española ve cómo se ningunea a sus profesiona­les y se juega con su patrimonio. Una obra artística no es mejor porque fuera de nuestras fronteras alcance un precio más alto, una obra es buena por su calidad y el entronque histórico que tiene con el país donde se encuentra. Esperemos que dentro de este sainete que estamos presencian­do el acto final se resuelva respetando la independen­cia de la disciplina, y no tengamos que lamentar una pérdida como la de la Crucifixió­n de San Andrés de Caravaggio, ahora en el museo de Cleveland.

«Esa considerac­ión de una carrera de letras como prescindib­le debe ser revisada socialment­e»

«No es cierto que los extranjero­s estén mejor formados que los oriundos de este país»

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CÓRDOBA Mercado Una de las obras en la subasta de abril en Madrid.
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