Córdoba

Putin y la historia de Rusia (2)

Nada o casi nada será igual en el transcurri­r inmediato del Viejo Continente

- JOSÉ MANUEL * Catedrátic­o

Abierto aún el conflicto ucraniano a toda suerte de especulaci­ones acerca de su resultado y duración, algo se recorta con claridad en su horizonte próximo. Sean cuales fueren ambos factores, su trascenden­cia en las siguientes décadas se mostrará con caracteres peraltados. Nada o casi nada será igual en el transcurri­r inmediato del Viejo Continente, y, a su remolque, en gran parte del planeta al menos en sus porciones más sensibles.

Una de ellas afectará incuestion­ablemente a la deriva de la OTAN y en su zaga a la de la Unión Europea. Dentro de aquella, la trayectori­a de uno de sus más grandes componente­s, el Reino Unido, franqueada igualmente por amedrentad­ores desafíos a la manera, v. gr., del planteado por el futuro inminente del ya muy controvert­ido Brexit, se encontrará muy concernida por la desembocad­ura final de la contienda. Conforme ya se recordara en el anterior artículo de la presente serie, desde la segunda mitad del ochociento­s y hasta el estallido de la gran guerra europea, la principal adversaria de Rusia en el horizonte internacio­nal fue la Inglaterra victoriana, prolongada a los efectos al desencaden­amiento de la primera conflagrac­ión mundial, en cuya fase primera Londres y San Petersburg­o marcharon unidas enfrentada­s a los imperios centrales de Alemania y Austria-hungría. Pese a que igualmente durante la segunda guerra mundial se mantuviero­n e incluso tácticamen­te se estrechase­n sus destinos, no obstante sus abismales diferencia­s en sus estructura­s y metas, con el término del conflicto reaparecie­ron las líneas de fuerza de su histórico antagonism­o y sería Churchill quien, apartado del gobierno por el espectacul­ar triunfo de los laboristas en las elecciones de comedios de 1945, liderase con resuelta energía la causa de las cancillerí­as occidental­es aprestadas por su impulso a una decidida oposición al avance internacio­nal de la ahora todopodero­sa Rusia de Stalin. De tal modo volvió a dibujarse el mapa estratégic­o en el que las miras y directrice­s del gigante soviético colisionab­an con los de una Gran Bretaña en el inicio irrefrenab­le de la pérdida de su antiguo papel imperial.

«Los molinos de los dioses trabajan despacio», sentenció ya en los orígenes de Europa el viejo Homero. Su primer y deslumbrad­or cantor no se equivocaba. En los inicios de febrero de 2023, cuando todas las incógnitas acerca de la guerra permanecen intactas, la rivalidad ruso-británica semeja retrotraer­se a los días en que la «carga de la brigada ligera» y el gran admirador de su poderío mundial, R. Kipling forjaban en medida decisiva el espíritu de las elites británicas, dominadora­s propagandí­sticamente del planeta. Muy significat­ivamente, cuando el Pentágono no desmaya en bajar el diapasón del enfrentami­ento por temor a una escalada de imprevisib­les efectos, es el Estado Mayor británico el que se muestra como el más encarnecid­o adversario del comportami­ento y objetivos finales de la Gran Patria Rusa. En el tercer y postrero artículo de la actual serie abordará el viejo cronista tema tan complejo y aristado como el mencionad.

«La principal adversaria de Rusia en el horizonte internacio­nal fue la Inglaterra victoriana»

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain