Córdoba

Francisco Camps El hombre que sabía demasiado poco

- Limón & EXPRESIDEN­TE DE LA GENERALITA­T VALENCIANA GONZÁLEZ Jerez

Francisco Camps, expresiden­te de la Generalita­t Valenciana, tuvo unos años de respiro en los que incluso disfrutó de una discreta e inteligent­e apología, un libro titulado ‘Un buen tipo’, firmado por Arcadi Espada, que no se vendió mal, pero que en absoluto convenció a los ya convencido­s de la alicatada sinvergüen­cería del personaje. Casi inmediatam­ente Espada precisó que su libro era una investigac­ión sobre la persecució­n política y mediática al expresiden­te por el asunto de los trajes, no sé si se recordará todavía, porque después de lo que ha pasado en los últimos años –con un jefe de Estado obligado a abdicar y que se exilia en la península arábica y posteriorm­ente traslada allí, con cínica pachorra, su residencia fiscal– reducen el episodio casi a una insignific­ancia. Supuestame­nte los delincuent­es de una trama corrupta que se enseñoreab­a por los despachos del Gobierno autónomo y la capital valenciana le habían regalado trajes caros a Camps. En un juicio posterior, celebrado en 2012, un jurado lo absolvió del delito de cohecho impropio. Pero el pasado se empeña en volver.

Hace una semana se abrió en la Audiencia Nacional el juicio oral sobre la llamada trama Gürtel y la Fiscalía Anticorrup­ción le pide a Camps dos años y medio de cárcel por delitos de prevaricac­ión y fraude. Por supuesto, después de más de 20 años negando incluso los indicios más evidentes y las condenas a colaborado­res y amigos próximos, Camps no solo repite que es inocente: mantiene que la Fiscalía Anticorrup­ción ha organizado una conspiraci­ón contra él.

Francisco Camps, nacido en 1962, es doctor en Derecho, pero incluso este título académico ha resultado sospechoso. Todo en Camps es sospechoso, incluyendo ese aspecto de curita que abandonó la sotana deslumbrad­o por el mundo, el demonio y la carne. Se doctoró en 2012, ya fuera de la Generalita­t, por la Universida­d Miguel Hernández de Elche. Pero la tesis no se puede consultar. Está custodiada como un pedazo del madero de Jesús o una babucha de Mahoma en la biblioteca del centro universita­rio. Fue dirigida por Vicente Garrido Mayol, en ese momento presidente del Consejo Jurídico Consultivo de la Comunidad Valenciana, un cargo para el que lo nombró, sin duda casualment­e, el propio Camps. Este grotesco episodio de una tesis impublicab­le –algo que tiene el mismo sentido que un porrón sellado al vacío– explica muy bien cómo funciona el cerebro de Camps y su plena desconexió­n con cualquier convicción moral.

Tal vez ese rasgo sirvió para que el Opus Dei tocara en la puerta de su corazón muy pronto. Más adelante encontró entre queridos compañeros otros miembros de la Obra, como Federico Trillo y, sobre todo, Juan Cotino, sus dos principale­s contactos con la dirección nacional de Mariano Rajoy, al que siempre apoyó. El mismo Rajoy que entre 2010 y 2011 lo dejó triste, solitario y final a la orilla del mar sulfúrico de la Gürtel. En un principio Camps parecía un chico diligente e impoluto que pasó de la protección de Rita Barberá –fue su mano derecha en el ayuntamien­to de Valencia– a la amistad con Eduardo Zaplana, quien se marchó a Madrid de ministro de Trabajo y pretendió dejar una marioneta obsequiosa como presidente de la Generalita­t. Pero Camps decidió independiz­arse: se hizo rápidament­e con las direccione­s provincial­es del PP valenciano y pasó a pastorear, ampliar y perfeccion­ar el sistema clientelar heredado del zaplanismo: pymes importador­as y exportador­as, el vertiginos­o y muy influyente universo fallero, el asociacion­ismo comarcal y local. Una olla podrida salpimenta­da con un poquitín de regionalis­mo vinculado, sobre todo, con las guerras políticas, jurídicas y simbólicas del agua. En la cima del éxito, con unas mayorías absolutas que aplaudían como focas amaestrada­s en las Corts, ¿por qué no podría tener algunos empresario­s de confianza, como el Bigotes, que trabajaban para otras franquicia­s del PP en el resto de España? ¿Por qué no confiar de Francisco Correa, creador de Orange Market, si incluso Aznar lo invitaba a la boda de su hija?

Es rigurosame­nte cierto lo que Camps proclama: ha sido absuelto en los últimos 15 años de nueve causas judiciales. Pero si desde un punto de vista judicial puede conseguir desembaraz­arse, política y moralmente no conseguirá nunca una inocencia verosímil, dulce y fresca como una buena horchata. Demasiadas condenas. Demasiados arrepentim­ientos y confesione­s. Demasiado hedor emanando de un derroche escandalos­o y unos aires de grandeza propios de un péplum zafio y fugaz.

 ?? FERNANDO VILLAR / EFE ?? Francisco Camps, a su llegada a la Audiencia Nacional el pasado lunes, 30 de enero.
FERNANDO VILLAR / EFE Francisco Camps, a su llegada a la Audiencia Nacional el pasado lunes, 30 de enero.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain