Córdoba

A un paso de semifinale­s

Benzema y Asensio lanzan al Real Madrid ante un Chelsea que jugó con diez casi 30 minutos

- FERMÍN DE LA CALLE

Es más peligroso un equipo que tiene identidad que uno que solo vive de su fútbol. Lo demostró por enésima vez este Real Madrid que fue fiel a sí mismo ante un Chelsea que trató de minimizar sus carencias y se encomendó al talento de sus jugadores. Y en ese duelo entre estos dos pesos pesados ganó la identidad de los de Ancelotti, capaces de volar como una mariposa y picar como una abeja. Un croché de Benzema y un directo de Marco Asensio acercan las semifinale­s a este Madrid que aún debe completar la tarea el martes que viene en Londres.

Si alguien pensaba que el partido ante este Chelsea herido sería un paseo, a los 90 segundos Joao Félix se plantó ante Courtois. Lampard, «que lo hará bien» advirtió Ancelotti, se atrincheró con dos empalizada­s con tres centrales (Fofana-silva-koulibaly) y trivote (Kanté-enzo-kovacic) para defender y salir a la contra. Dar al Madrid de su propia medicina. Sterling atacaba al carril de un Camavinga incómodo en el lateral, y Joao dejaba sin referencia a los centrales blancos. Hacerse fuerte desde la debilidad rival.

FACTOR VINICIUS El Madrid tardó en calentar la caldera. La velocidad de crucero del Chelsea superaba a Modric y Kroos en el medio, mientras Vinicius tardó diez minutos en conectar con Benzema. Otro partido de fútbol sapien, de esos que Modric y Kroos descifran con el paso de los minutos. Frenaron los de Ancelotti las transicion­es blues mordiendo más arriba. Dominaba ya el partido el Madrid cuando Carvajal se asomó por dentro y regaló un centro a la espalda de la zaga que tocó Vinicius lo justo para que la pelota fuese empujada a gol por Benzema.

Respondió inmediatam­ente el Chelsea con un centro de Chilwell que Sterling remachó a la red… hasta que apareció Thibaut Courtois con una mano salvadora. La relevancia del belga es comparable a la de Karim o Vinicius. Una tuvo el Madrid, la metió. Dos el Chelsea, las dos las abortó Courtois. Se abría el partido, algo inconvenie­nte para la propuesta de Lampard. Es poco recomendab­le bailar en la cara de este Madrid paciente que digiere sin prisa los partidos. Trepidante primera parte y satisfacci­ón madridista.

El inicio de la segunda dejaba un escenario halagüeño para un Madrid que rondaba el segundo gol. Vinicius era una pesadilla con sus arrancadas devastador­as, que le costaron una amarilla a Fofana y una lesión muscular a Koulibaly. Modric pudo poner la guinda a una de sus estampidas, pero la pelota lamió la escuadra. Entró Cucurella por Koulibaly y el español picó el anzuelo en una jugada en la que flotó demasiado a Rodrygo, que tocó y tiró el desmarque a la espalda, donde Chilwell llegó tarde para derribar al brasileño. Roja sin discusión con media hora por delante. El Madrid seguía madurando el partido. Solo faltaba la puntilla.

Reorganizó Lampard su equipo recuperand­o el esquema de tres centrales y trivote dejando solo arriba a Havertz. Entró Asensio. Y el premio fue inmediato. Un saque de córner en el que el Chelsea se durmió terminó con un pase raso tenso al borde del área, donde apareció el balear para pegar a la pelota con ese swing delicioso que tiene para atornillar la bola junto a la cepa del palo de Kepa. Dos goles empezaban a ser una losa pesada, pero Lampard revolucion­aba su once y se tiró arriba. El Madrid pudo hacer más daño pero perdonó. En el otro encuentro el Milan ganó 1-0 al Nápoles.

 ?? EFE / JUANJO MARTÍN ?? Marco Asensio celebra el 2-0 del Real Madrid con sus compañeros en la banda.
EFE / JUANJO MARTÍN Marco Asensio celebra el 2-0 del Real Madrid con sus compañeros en la banda.

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