Córdoba

Ciencia para recuperar la voz

Especialis­tas de Otorrino y Neurofisio­logía del Reina Sofía usan la electromio­grafía para aplicar botox, de modo más preciso y sin quirófano, en las cuerdas vocales Mejora la calidad de la voz en personas con disfonía espasmódic­a

- M.J. RAYA local@cordoba.elperiodic­o.com CÓRDOBA

El hospital Reina Sofía trata cada año en una unidad específica a unos mil pacientes que sufren algún trastorno relacionad­o con la voz, sonido del que ayer se celebró el día mundial. La mayor prevalenci­a de las alteracion­es vocales ocurre entre los 25 y los 45 años, aunque son frecuentes en todos los grupos de edad.

La disfonía es la alteración de la voz más frecuente de quienes usan las cuerdas vocales como instrument­o de trabajo. Esta alteración puede ser funcional (no se observan anomalías en las cuerdas vocales) u orgánica (sí se pueden apreciar las anomalías en las cuerdas vocales). Entre las novedades que existen para tratar los trastornos de la voz, el responsabl­e de la Unidad de la Voz y especialis­ta en Otorrinola­ringología del Reina Sofía, Leonardo Rodríguez, en colaboraci­ón con el especialis­ta en Neurofisio­logía de este centro, Mario Méndez, ya ha probado los positivos resultados de emplear la electromio­grafía para el tratamient­o de la disfonía espasmódic­a con toxina botulínica (botox). La unidad intercentr­os de Otorrino la dirige Francisco Muñoz del Castillo y el servicio de Neurofisio­logía Clínica, Inmaculada López.

Rodríguez explica que la electromio­grafía es una prueba que permite registrar la salud de los músculos y las células nerviosas y añade que la disfonía espasmódic­a es un trastorno crónico de la voz, que cuando ocurre, provoca que el movimiento de las

cuerdas vocales sea tenso y forzado, por lo que, como resultado, la voz suena quebrada, temblorosa, ronca, tensa o entrecorta­da. Las personas con este trastorno sufren espasmos o interrupci­ones vocales, periodos durante los cuales no se produce sonido alguno (afonía) y otros momentos en los que su voz suena casi normal.

Leonardo Rodríguez, que se formó en esta técnica en el hospital de la Paz de Madrid, apunta

que el Reina Sofía ya venía empleando el botox para el tratamient­o de la disfonía espasmódic­a, pero desde hace unos meses la novedad ha sido usar la electromio­grafía para que esa prueba indique qué cuerda vocal presenta un trastorno de la voz para infiltrar ahí el botox. Conocer con más precisión el lugar exacto donde hay que aplicar el botox evita que el paciente tenga que recibir anestesia y pasar por el quirófano, de forma que antes se tardaba unos 25 minutos en realizar la intervenci­ón y ahora se efectúa en apenas cinco minutos en una consulta de Neurofisio­logía.

La toxina botulínica inhibe la conexión del nervio con el músculo, relaja la musculatur­a y evita que se contraiga. Se usa en estos pacientes porque sus cuerdas vocales están espasmódic­as (contracció­n muscular), tiemblan y, por eso, la voz no sale.

El proceso

Durante la electromio­grafía, el otorrino clava una aguja, que incorpora en una cánula el tratamient­o, en el cuello del paciente. Al receptor se le pide que fone, lo que permite al neurofisól­ogo detectar el sonido y la onda que indica qué músculo es el que está afectado, para poner justo ahí el botox. Este otorrinola­ringólogo indica que, hasta el momento, han tratado a una decena de pacientes y avanza que podrían beneficiar­se

de forma inicial unos 30, con previsión de que la cifra vaya aumentando. Este experto resalta que el tratamient­o con botox frente a la disfonía espasmódic­a requiere de aplicacion­es sucesivas, aproximada­mente cada seis meses, cuando se pasa el efecto de la toxina y los pacientes se vuelven a quedar sin voz.

Leonardo Rodríguez destaca que, gracias a la electromio­grafía, se evita que cada vez que el paciente necesita recibir el botox se le tenga que poner previament­e anestesia.

Rodríguez hace hincapié en que se desconoce el motivo por el que surge la disfonía espasmódic­a, un trastorno que se suele presentar más en personas adultas y que, por ahora, es crónico, por lo

que requiere tratamient­o de por vida.

Paciente beneficiar­io

Francicsco José Rodríguez, de 53 años, paciente de la Unidad de la Voz del Reina Sofía, ya se ha beneficiad­o del uso de la electromio­grafía para recibir tratamient­o con botox frente a la disfonía espasmódic­a que sufre desde hace años. A este cordobés se le aplicó hace mucho tiempo la toxina botulínica, pero en quirófano, por lo que agradece que, gracias a la electromio­grafía, podrá evitar la anestesia cada vez que necesite una nueva inyección, además de que ahora el tratamient­o sea menos invasivo y rápido. Hace más de 15 años este paciente sufrió un cáncer de colon y, como consecuenc­ia de la quimiotera­pia, cree que pudo quedarle la disfonía espasmódic­a. Francisco nota que su voz parece ahora más fluida desde que ha recibido el tratamient­o con botox mediante electromio­grafía. Trabaja de cara al público y necesita la voz. «Antes tenía que calentar la voz una hora antes de empezar a trabajar y me quedaba sin voz enseguida. Ahora, aunque los resultados no se notan hasta que pasan unas semanas, son más rápidos y positivos», recalca este paciente, que agradece mucho el trabajo de los servicios de Otorrino y Neurofisio­logía del Reina Sofía.

Conocer el lugar exacto donde hay que aplicar la toxina botulínica evita tener que recibir anestesia

Francisco nota que su voz parece ahora más fluida desde que recibe un tratamient­o más preciso

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MANUEL MURILLO Hospital Reina Sofía El doctor Leonardo Rodríguez, especialis­ta de Otorrinola­ringología y responsabl­e de la Unidad de la Voz, con una paciente. ▷

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