Córdoba

Un Córdoba tibio en una Liga ya al rojo

El estreno de Mosquera trae algo más de orden, pero el equipo ofrece lo de siempre

- FRANCISCO Merino

Se dice que en el término medio está la virtud, pero hay aforismos que para el fútbol no sirven. Aquí hay otras leyes, otros códigos, otro modo de lanzar los mensajes. El Córdoba no perdió ni ganó el partido ante el Alcorcón, lo que le permite estar ni dentro ni fuera de esa quinta plaza que viene persiguien­do desde hace semanas con más argumentos matemático­s que futbolísti­cos. No jugó ni demasiado bien ni demasiado mal. Tuvo sus ocasiones. Las buscó sin desmelenar­se, manteniénd­ose prudente porque un punto ante el líder hay que valorarlo. Y más en estos tiempos de penurias y dudas, con la cuenta atrás de la Liga ya abierta y la irritante sensación de que el objetivo puede irse al traste.

El personal se fue a casa sin saber si reír o llorar, tratando de recordar alguna acción del partido que le hubiera avivado el fuego de la pasión. Poca cosa. El cordobesis­mo está mayormente perplejo ante los acontecimi­entos, entrando en la triste espiral del desapego. Van con la idea de revivir la chispa pero se marchan quemados. Echar un vistazo a la clasificac­ión empieza a ser un suceso angustioso. Durante mucho tiempo suponía un chute de autoestima; ahora el asunto se ha puesto más correoso. Los adversario­s no ceden y el último vagón del play off se cotiza alto.

Reconozcám­oslo. El Córdoba no está para grandes alardes. Contar con un entrenador nuevo, jugar ante su propia afición y recibir al líder de la Liga son razones de peso para elevar -no era difícil, dado el paupérrimo nivel anteriorlo­s límites de entusiasmo y actitud en un Córdoba CF que pretende frenar su declive y demostrar que no es lo que parece. Hubo, además, unos prolegómen­os de alta emotividad: el club homenajeó a los sanitarios que salvaron la vida a Dragisa Gudelj, que volvió a El Arcángel para escuchar una ovación de las que nunca se olvidan. El serbio, en la boca del túnel de vestuarios, animó y abrazó a todos y cada uno de los compañeros que salían al césped. Sí, desde luego que había motivos sobrados como para haber protagoniz­ado una puesta en escena impactante, con sobredosis de ardor, nervio y presión. Puede que alguno tuviera esa idea, pero no le salió.

Pese a la andanada de cambios -cinco nuevos en el once con respecto al último de Germán Crespo-, el cambio de sistema y la existencia de un jugador «demonizado» en el rival -el montoreño Javi Lara, pitado desde que tocó el primer balón en el saque inicial-, el Córdoba mostró una imagen no muy alejada de la que habitualme­nte ha enseñado en lo que va de año. Parece que le pone voluntad, pero por lo que sea todo se le tuerce. Su defensa -lo que queda de ella, más bien- es una tómbola, en el centro del campo Diarra quiere estar en todas partes y en ataque todo ha ido derivando hacia las soluciones individual­es. El que está más inspirado -o el que cree estarlo- toma el mando. Y con eso compite. Hasta donde le da.

No es sencillo moverse en el terreno en el que lo está haciendo el Córdoba CF. No está siendo una temporada de altibajos, en la que los vaivenes permiten sostener la esperanza en un giro de los acontecimi­entos que comúnmente se conoce como milagro. Esta vez la película ha enrevesado el guion: de campeón a colista. Si se suma todo y se divide por dos, sale lo que hay: no es un drama, pero no levanta entusiasmo.

Este domingo se cumplía un año del ascenso a Primera RFEF en Mérida. En los tiempos de Germán. Aquel día el equipo no necesitaba ganar para ser campeón, pero lo hizo con un gol de Casas. Esta vez sí necesitaba vencer, pero no logró hacerlo. Lo intentó a su manera, sacando fuerzas de donde no las hay. Dijo Manuel Mosquera cuando llegó que su intención era «exprimir uno por uno a los futbolista­s». Algunos parece que ya están secos.

El estreno de Manuel Mosquera fue como el de su antecesor, Germán Crespo, que también debutó con un empate en El Arcángel. Después se hartó de vencer y vencer. Pero, claro, ya nada es como antes y todo ha cambiado. La Liga se ha puesto al rojo y el Córdoba se mostró tibio. ¿Conseguirá calentarse a tiempo? Próxima parada, Majadahond­a.

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El retorno de Gudelj y el homenaje a los sanitarios que le salvaron la vida supuso uno de los episodios más emotivos en El Arcángel en el partido ante el Alcorcón.
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FRANCISCO GONZÁLEZ

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