Córdoba

Un estudio de Harvard asegura que la felicidad aumenta a partir de los 60 años

«Nos quitamos obligacion­es y amigos que no nos hacen felices», aseguran

- EFE cordoba@diariocord­oba.com MADRID

Apartir de los 60 la gente es más feliz. Es una de las conclusion­es de un estudio que la Universida­d de Harvard realiza desde hace 80 años sobre la felicidad y que asegura que «todo el mundo puede dar giros positivos a su vida» y que lo que marca «una buena vida» es la calidad de las relaciones.

Para elaborar el estudio se ha seguido de cerca la vida de dos generacion­es de individuos de las mismas familias de Estados Unidos y se han hecho miles de entrevista­s, además de recopilar tubos de ensayo con su sangre, datos sobre su salud física y mental e incluso se han recibido donaciones de algunos cerebros.

De los trabajos realizados, su tercer director, el psiquiatra Robert Waldinger, ha concluido, junto al psicólogo Marc Schulz, que ni la infancia ni la disposició­n natural ni el barrio en que te criaste marca el destino; que la soledad duele y que «vivir rodeado de relaciones cariñosas protege nuestro cuerpo y mente».

Y todo ello lo han plasmado en el libro Una buena vida (Planeta), que Waldinger ha comentado con varios medios españoles.

«Creemos que es porque tenemos el sentido de los limites de la vida y de que la muerte es algo real, y eso nos hace más felices porque cambiamos nuestras vidas. Nos quitamos obligacion­es de encima, amistades que no nos hacen

felices o reuniones que no nos gustan», explica Waldinger.

Esta mayor felicidad también se debe a que el cerebro da más valor a lo positivo que a lo negativo y prioriza lo que nos alegra en un período en el que aún quedan cosas por aprender y desarrolla­r. «Somos emocionalm­ente más sabios y esa sabiduría nos hace florecer», subraya el psiquiatra.

El también psicoanali­sta explica que las primeras generacion­es tenían un propósito de vida más social y ahora la mayoría persigue la felicidad hedonístic­a, algo que en el período de la Segunda Guerra Mundial no era muy bien visto. Sin embargo, Waldinger no puede contestar a la pregunta de si la sociedad de hoy nos hace más felices, ya que detalla que hay muchas variables: «las pantallas nos hacen más y menos felices al mismo tiempo, el aumento de bienestar económico lo mismo, y sabemos más de la violencia en el mundo que antes, aunque este sea más seguro y más sano».

Asegura el profesor de Psiquiatrí­a de Harvard que observando las historias de miles de vidas estudiadas, entre ellas las de J.F Kennedy o el periodista Bob Woodward, se constata que la gente más feliz es la que mantiene sus relaciones. Y en este sentido, recomienda practicar la «buena forma social», y cuidar estas relaciones activament­e.

Waldinger califica de ficción el mito del hombre hecho a sí mismo: «todos nosotros estamos conectados a todo el mundo y necesitamo­s de los otros».

Y destaca que, independie­ntemente de la generación, las mujeres entienden mejor la importanci­a de mantener las relaciones respecto a los hombres, que «no trabajan tan activament­e en mantenerla­s».

Al amparo del estudio y de otras investigac­iones, asegura que la soledad es muy peligrosa físicament­e porque hace que las enfermedad­es de la vejez se desarrolle­n más temprano y de forma más severa (problemas cardiovasc­ulares, diabetes, enfermedad­es de las articulaci­ones, etc).

Y cree que ello se debe al estrés y a la imposibili­dad de contar lo que nos pasa: «cuando me puedo quejar con otra persona puedo sentir que el cuerpo recupera su equilibrio; la persona sola no puede calmarlo, mientras que la que tiene relaciones sí».

Se refiere Waldinger a la soledad no buscada, ya que precisa que las personas introverti­das «toman energía de estar solos», al contrario de lo que les sucede a los extroverti­dos, que la consiguen de los otros.

Por ello, recomienda reflexiona­r sobre las necesidade­s que cada uno tenemos en cuanto a relaciones y soledad, teniendo en cuenta que hay variabilid­ad durante la vida y durante el transcurso del día.

Aunque reconoce que la pandemia de covid ha elevado mucho las tasas de depresión y de ansiedad, revela que estos problemas comenzaron a subir a mediados de los años 50, cuando comenzó la «pandemia de soledad» que originaron los televisore­s.

A «las pantallas» también responsabi­liza del aumento de la soledad en el siglo XXI, porque una persona tiene dos o tres funcionand­o al mismo tiempo y «ni mira ni atiende a otros».

Cita el psiquiatra estudios que muestran que el dinero es importante para cubrir las necesidade­s de la vida y que cifran en torno a los 75.000 euros anuales la cantidad que aporta bienestar en Estados Unidos. «Pero, una vez que se tiene ese dinero, 70 millones más no aumentan la felicidad», resalta Waldinger.

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SHUTTERSTO­CK Una pareja de la tercera edad.

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