Córdoba

El universo ‘Grease’ renace en ‘Rise of the Pink Ladies’

Cuatro protagonis­tas (Marisa Davila, Cheyenne Isabel Wells, Ari Notartomas­o y Tricia Fukuhara) hablan de la precuela del mítico musical

- JUAN MANUEL FREIRE

«La música, el vestuario y la ambientaci­ón son increíbles», dice Cheyenne Isabel

Han vuelto los tupés y la brillantin­a. Grease: Rise of the Pink Ladies, estrenada en la plataforma Skyshowtim­e, con un capítulo nuevo cada viernes, es un revival de lo que ya era, en cierto modo, un revival: Grease, el exitoso musical de 1971 en el que Jim Jacobs y Warren Casey exploraban la chispeante cultura rock’n’roll de los años 50 con un espíritu tan afectuoso como subversivo. Seis años después llegó la popular versión de cine, reestrenad­a en diversas ocasiones e imposible de quitar cada vez que reaparece en la televisión. Siendo una marca tan popular, ¿por qué no ha tenido Grease un puñado de secuelas y series? ¿Quizá por el fiasco comercial que supuso Grease 2, que tampoco era tan horrible, como veremos después?

Annabel Oakes, guionista de Atípico y Minx, ha asumido el desafío de extender el mito con Rise of the Pink Ladies, serie (musical y, además, casi sin parar) con la que volvemos al instituto Rydell en 1954, cuatro años antes de la acción original. Es entonces cuando cuatro chicas marginadas deciden hacerse valer convirtién­dose en las Pink Ladies, esa mítica banda femenina que después compondría­n Frenchy (Didi Conn), Jan (Jamie Donnelly), Marty (Dinah Manoff) y Rizzo (Stockard Channing).

⁄ REFLEJOS DE DANNY Y SANDY Para la actriz, cantante y bailarina Marisa Davila, líder de las nuevas (o primeras) Pink Ladies, escuchar esos nombres supone una explosión de emociones. «Sobre todo, sentimient­o de sororidad», explica en entrevista con este diario. «Crecí viendo Grease y quería formar parte de todo aquello, sobre todo de esa banda de chicas. Nunca lo vi como un grupito, como una camarilla, sino como un entorno tolerante en el que las chicas podían reunirse para pasarlo bien».

En la serie, producida por Paramount Television Studios y cuya primera temporada consta de diez episodios, conocemos primero a la Jane de Davila: una joven algo nerd (es decir, un poco la Jan de antaño) que ha pasado el verano de su vida con el más popular Buddy (Jason Schmidt). Como el greaser Danny (John Travolta) con Sandy (la recordada Olivia Newton-john), el atleta da esperanzas a la empollona, y como en el caso de aquellos, también cada uno acaba contando versiones diferentes de su relación, lo que deriva en una crisis de falsos rumores para Jane.

Observando en la cada vez menor distancia, otras tres chicas en busca de su lugar en el instituto: Olivia (Cheyenne Isabel Wells), algo introspect­iva tras haberse convertido en comidilla de todos por su conexión romántica con un profesor (Chris Mcnally); Cynthia (Ari Notartomas­o), una chica que se siente más cómoda entre chicos y quiere formar parte de los T-birds, todavía por explotar del todo, por otro lado; y Nancy (Tricia Fukuhara), menos interesada en los chicos que en convertirs­e en diseñadora de moda en Nueva York.

A muchos alegrará y a algunos otros inquietará la diversidad de estas Pink Ladies en cuanto a identidade­s culturales y sexuales. Ari Notartomas­o, que encarna a la tomboy, la menos femenina del grupo, contesta a los segundos: «Teníamos la oportunida­d de tener un reparto diverso que representa­ra a quienes no aparecían en las historias de los 50. Esa gente existía, pero no aparecía en los medios. Nuestro instituto Rydell se basa en un verdadero centro de California con la misma demografía [el Venice High School de Los Ángeles, donde se rodó Grease]».

Durante la preparació­n de la serie, Annabel Oakes se hizo con un anuario de 1954 de dicho instituto y vio fotos de muchos estudiante­s japoneses-estadounid­enses, y latinos y negros. Relativas minorías que aparecían de forma más que fugaz en la edulcorada película de 1978 y que ahora tienen la representa­ción necesaria. Explica Cheyenne Isabel Wells, alias Olivia: «Cualquier chaval o chavala podrá identifica­rse con alguien. También gente más mayor que no se viera antes a sí misma se podrá encontrar ahora. Es de lo que más orgullosa me siento. Aunque, bueno, la música, el vestuario y la ambientaci­ón son increíbles».

⁄ UNA TREINTENA DE CANCIONES El inmenso repertorio, de 31 canciones, ha sido compuesto y producido en su mayor parte por Justin Tranter, conocido hitmaker al que debemos perlas de Justin Bieber (Sorry) y Selena Gomez (Lose you to love me), entre muchos otros. Uno de los hits de la serie es World without boys, que viene con ingenioso numero musical incorporad­o. «Todo un desafío para ser el primero que lideraba», cuenta Tricia Fukuhara. «Tenía que bailar y cantar hacia delante y hacia atrás, lo que resultaba muy interesant­e, pero también complicado. Todavía recuerdo cuando, después de aprenderme la coreografí­a, me dijeron que quizá debería hacerla también al revés».

Pero cualquier esfuerzo es poco por mantener vivo el mito de Grease, e incluimos en ese mito la secuela de 1982 dirigida por Patricia Birch, coreógrafa de la peli original. Maxwell Caulfield (el futuro playboy televisivo Miles Colby) y Michelle Pfeiffer (en su primer papel protagonis­ta) lideraron un trip

surrealist­a difícil de olvidar.

(Marisa): «Es espectacul­ar. Las canciones son realmente retorcidas. Personalme­nte, me encanta la escena de la bolera [con Score tonight]. Tricia se queda con Reproducti­on, lección de biología bastante calenturie­nta, y nos confiesa su conexión personal con esa secuela: «Participé en el montaje de un musical con Adrian Zmed, que hacía de Johnny Nogerelli en la película. Recuerdo estar en el backstage

con el resto de niños y pedirle todo el tiempo que nos hiciera el momento del cigarrillo. ‘¿Cómo lo hacías, Adrian? ¿Cómo te escondías el cigarrillo encendido en la boca?’ ¡Y él nos hacía el truco!».

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SKYSHOWTIM­E Las protagonis­tas femeninas de ‘Rise of the Pink Ladies’.

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