Cata de encuentros y campaña
El Coso de los Califas se abre al gran público con una respuesta masiva tanto de miles de cordobeses deseosos de celebrar como de políticos entregados a lo que toca en estas fechas
La Cata del Vino Montilla-moriles 2023 abrió ayer sus puertas en la plaza de toros de Córdoba. Miles de cordobeses entraron por primera vez en esta nueva ubicación, que no parece convencer a muchos de los habituales. «Este sitio no está mal, pero no tiene ni punto de comparación con la explanada de la Diputación, mucho más amplia y más cómoda», aseguraba una pareja, «estamos acostumbrados al otro espacio, que al estar en pleno centro le viene bien a todo el mundo». La primera impresión de los que iban llegando era esa, incluida la de algún bodeguero, la de hallarse en un lugar más pequeño debido principalmente a que la plaza de toros es redonda, lo que obliga a cerrar el círculo central, y también al calor que presidió la inauguración. A otros, beber vino en el Coso de
Bernardina y su grupo de amigas, fieles a la cita. los Califas les parece que tiene su punto. «Unir las dos tradiciones me parece un acierto», comentaban en un corrillo varios compañeros de trabajo, «igual que se usa para conciertos y espectáculos, está bien venir a la plaza de toros a beber vino».
La comidilla de este primer día fueron las sensaciones que provocaba el nuevo escenario, aunque el paso inmediatamente posterior fue el de celebrar. «Llevamos más de veinte años viniendo el primer día de la Cata todas juntas, a veces diez personas, otras doce y este año seis, pero no faltamos a la cita», explicaba Bernardina, rodeada de amigas, «vinimos una vez por probar y nos encantó, no somos bebedoras habituales de estos vinos, salvo en ocasiones especiales y reuniones familiares, pero este encuentro se ha convertido en una tradición». Tras el brindis correspondiente, empezaron las idas y venidas a los bares. «Hay que comer al mismo tiempo que bebes si quieres salir de la plaza en condiciones», bromeaba una de ellas, «ese es el secreto, este vino no se puede tomar a palo seco si no estás acostumbrada».
Mientras unos retomaban una buena costumbre, la de iniciar el mayo festivo en abril con una copa en la mano, otros experimentaron aprovechando una visita. Es el caso de Sergio y Jorge, madrileños neófitos en estos vinos, a quienes su anfitriona, Cristina, les hizo de guía (por cierto que las catas dirigidas empiezan este jueves). «No tenemos ni idea de los vinos de Montilla-moriles, pero queremos aprenderlo todo», bromeó Sergio, «de momento, hemos empezado
Alcaldables de distingo signo no se perdieron la inauguración. con un Pilycrim y la cosa promete, es suave y entra bien». Más crítica se mostró Cristina con la organización. «Hemos estado esperando un rato largo para entrar porque había cola, pero las autoridades se han puesto delante y al final no se ha respetado el orden», lamentó.
Y es que aunque habitualmente el corte de la cinta es un acto institucional al que acuden representantes públicos, este año de precampaña electoral ha contado con una presencia masiva de políticos y alcaldables de todos los colores, que, a primera hora, casi eran mayoría respecto al resto de público. Estos días, los candidatos y sus equipos tienen claro dónde hay que repartir sonrisas en Córdoba y uno de esos sitios es la Cata del Vino, preferentemente, junto a la puerta de entrada al coso, para que cualquiera que entre pueda verte departir, saludar al contrincante con alegría, derrochar campechanía o estrechar manos a todo el que la ofrezca. La Cata es un
lugar en el que los políticos hablan poco, beben algo y ríen mucho. Después del paseo electoral de rigor, no cabe otra que subir una foto a las redes sociales, el formato de campaña más efectivo del siglo XXI.
Pero no solo de políticos bebe la cata. El contenido humano real de este espacio se da en los encuentros familiares, de amigos y compañeros. El primer día es habitual encontrar, por ejemplo, grupos de policías y guardias civiles, que descansan entre semana para reforzar las plantillas de cara al jueves, viernes y sábado. Es el caso de Fran y su grupo de «picoletos», que departieron ayer junto a sus mujeres en torno a una copita de vino. «Nosotros somos usuarios de día, la noche es para otros, y a esta hora, lo que apetece es un vino joven fresquito», comentaron botella en mano. Integrantes de la Comandancia de Tráfico, saben bien que no se puede conducir después de beber, por eso van andando o en taxi. «En los controles, la gente te dice que se ha bebido dos cervezas y ha dado positivo, pero eso no es cierto, con esa cantidad nadie da positivo, el que da es porque ha bebido bastante más». Lo bueno del vino es que, como dijo la alcaldesa de Moriles en la presentación del martes, este año más que nunca, la cata te da alas (miren los catavinos). No hace falta ni conducir.
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Las catas dirigidas darán comienzo este jueves a cargo de Lagar Blanco, Pérez Barquero y La Unión