«Habrá partidos ‘antimáquinas’ por la inteligencia artificial»
El mundo del mañana se dividirá,entre aquellos que compitan contra las máquinas y aquellos que construyan dichas máquinas. Y los primeros están condenados tarde o temprano a quedarse sin trabajo. Así lo alerta el economista y catedrático de la King’s College, Daniel Susskind, en un acto en Barcelona. En pleno auge de la inteligencia artificial, comercialmente liderado hoy por el Chat GPT, este británico que ha asesorado a los primeros ministros Gordon Brown y David Cameron alerta de que nadie está a salvo de la automatización, incluso aquellos trabajadores más cualificados.
– ¿Cuánto tiempo hará falta para que esta entrevista se la haga Chat GTP y no un humano como yo?
– Tengo malas noticias para usted, porque esta entrevista ya la podría estar haciendo Chat GPT. Hoy en día hay foros económicos en los que prestigiosos expertos comparten panel con el Chat GPT.
– Así que su trabajo también está en riesgo…
– Sí, totalmente. Chat GPT es fascinante, abre un nuevo capítulo de la historia. Las tecnologías cada día, lenta pero inexorablemente, van a ser más capaces de hacer trabajos que hasta ahora pensábamos que solo podrían hacerlos los humanos. Entrevistar a alguien, conducir un coche, operar quirúrgicamente… Creo que será uno de las características que definirán nuestra época.
¿Cuándo el Chat GPT hará mejor esta entrevista que un humano?
–
Me pone en una situación complicada, porque al periodista lo tengo delante. [Risas] Actualmente existen sistemas que realizan diagnósticos médicos muy perfeccionados. ¿Cómo juzgamos la perfección de ese diagnóstico? Ahí tenemos un problema, porque los programas también cometen errores. Pero si lo comparamos con un médico humano, pueden cometer muchos menores errores. Como medir la calidad del trabajo de la IA y quien la mide son la clave.
Usted defiende que las máquinas no han venido a quitarnos el trabajo, sino a hacernos más productivos. Pero también generan empleos precarios como el reparto de comida a domicilio.
– La dirección que toma la tecnología es consecuencia de las decisiones que toman los líderes empresariales y políticos. Si ha aflorado todo el empleo precario que ha aflorado es porque la regulación lo ha permitido. Estamos en un momento muy interesante en el que desde lo público hemos de pensar como redirigir de manera más activa la tecnología hacia me–
¿Le ve potencialidad a un partido ludista [contrarios a las nuevas máquinas], que defienda acotar la tecnología para preservar el empleo de más gente?
– – Es totalmente factible. De hecho ese fue, en parte, uno de los argumentos utilizados contra Donald Trump, cuestionando por qué se centraba más en criticar que los inmigrantes le quitaban el trabajo a los estadounidenses en vez de centrarse en la inteligencia artificial que también suplanta trabajadores. Si Trump fuera un populista de verdad se hubiera centrado más en lo segundo.
– ¿En Europa puede ser una realidad a corto plazo?
– Totalmente. Es lo que ha pasado históricamente con la tecnología. La familia real británica, por ejemplo, torpedeó muchos avances ante el temor del efecto que podría tener sobre su servicio doméstico.
¿Qué hacemos con la gente que no puede convertirse en quien construye las máquinas?
– – Con las máquinas podemos competir o complementarnos. Los segundos serán quienes prosperen y los primeros están condenados a no hacerlo. El reto viene cuando hay empleos que cubrir pero por distintas razones hay gente que no puede hacerlos, uno de ellos es la desconexión entre necesidades y habilidades. Es un problema muy serio y a menos que respondamos de manera eficiente las consecuencias sociales serán muy negativas y el descontento social crecerá.
¿Tiene sentido que los robots o las ‘apps’ paguen impuestos?
– – Esa idea tiene varios problemas, el principal es cómo medimos cuántos robots o programas utiliza una empresa para después poder gravarlos. No es tan fácil como contar empleados… El espíritu de la idea está bien. En un momento en el que las tecnologías cada vez tendrán más importancia, tasar a los propietarios de dicha tecnología se vuelve más necesario.
«La clave está en cómo y quien mide la calidad del trabajo de la inteligencia artificial»