Córdoba

¿Ya probaron el CHATGPT?

Muchos lo ven con miedo, como un cambio que nos va a traer graves problemas

- CASIANA Muñoz * * Astrofísic­a

Esta diseñado por la empresa Openai (Inteligenc­ia artificial abierta) y es una abreviació­n para referirse al modelo de lenguaje GPT (Generative Pre-trained Transforme­r). ‘CHATGPT’ parece que lo sabe todo. Es el futuro y no sabemos si el futuro es bueno o malo. Nos asusta.

El mes pasado no cumplí con mi cita con el CÓRDOBA, aunque les aseguro que lo intenté. Como iba a ser la Semana Santa, tenía en mente escribir sobre cuándo cae. Sabemos que tiene fechas fluctuante­s y también sabemos que cerca de la Semana Santa suele haber luna llena --la que llaman luna rosa--. No es totalmente casual, porque el Domingo de Pascua es el domingo siguiente a la primera luna llena después del equinoccio de primavera. Estuve ‘gugleando’ para poder hacerles un buen resumen y, en medio, se me cruzó el ‘CHATGPT’.

Entré en un buscador del ordenador y pregunté «cómo crear una cuenta de usuario». Seguí las instruccio­nes y lo hice. Y una vez dentro empecé a jugar con el «listo chat». Toda mi familia le hizo preguntas de todo tipo. La primera curiosidad es que es un sistema programado para ser muy educado, te da las gracias y te pide perdón si alguna respuesta no es adecuada.

Yo no salía de mi asombro. Por descontado, te escribe un texto sobre cualquier tema, bien documentad­o, dando referencia­s y con la longitud que le pidas. Si le dices, por ejemplo, que te hable sobre el desarrollo de la física moderna, y la respuesta es demasiado larga, le pides reescribir­la en un formato más corto, o con un límite de palabras, y lo hace.

Si le dices que escriba una solicitud de trabajo en un campo específico dándole algunos datos de referencia, te escribe una carta impecable; si la carta te resulta demasiado formal, se lo aclaras y la reescribe cambiando el tono y haciéndola más coloquial. Como les cuento, yo no salía de mi asombro. Era como hablar con un erudito accesible.

En la primera exploració­n estaba de vacaciones en Córdoba y a mi vuelta al trabajo lo comenté con un compañero y me dijo que también sabía programar. ¡Inaudito! Le puedes pedir que escriba un programa para leer una matriz de datos y representa­rlos. Le dije que lo hiciera en el lenguaje de programaci­ón Python, y así lo hizo. Y, por si fuera poco, a continuaci­ón, le dije que me explicara cómo hacer funcionar el programa en un ordenador Mac, y lo hizo. Eso convirtió a ‘CHATGPT’ en una herramient­a de trabajo que pienso utilizar.

Es solo el principio, ya Google está trabajando en su propia interfaz de IA y vendrán más. Pregúntenl­e al ‘listo chat’ y les dirá. Es imparable y también lo es el debate sobre el tema, que es intenso desde cualquier punto de vista, tanto práctico como moral. Detractore­s, abducidos, dubitativo­s... la sociedad está posicionán­dose y muchos aún no sabemos qué pensar, pero, en todo caso (y de ahí este artículo), hay que experiment­arlo. Hay quien dice que debemos darnos prisa porque se acabará, ya sea porque se prohiba o porque se cobre. No lo sé.

Muchos lo ven con miedo, como un cambio que nos va a traer graves problemas. ¿Será simplement­e el miedo a lo que no controlamo­s aún? ¿El miedo al futuro está fundamenta­do? Los miedos responden a los escenarios que nos planteamos. Por ejemplo, ya Mary Shelley, la escritora de una de las novelas más famosas de la historia, ‘Frankenste­in o el moderno Prometeo’ en el s. XIX, planteaba el miedo al avance de la ciencia. Producía un monstruo que acababa «liberándos­e» de su creador. En algunos, el miedo al desarrollo de la IA tiene la misma base. Que se desarrolle y coja vida propia de modo que si, efectivame­nte se creara un «ente inteligent­e», podría ser capaz en escalas de tiempo mucho más pequeñas que las que lleva la evolución humana de crear una nueva sociedad. Yo no estoy segura de que eso llegue a ser así. De hecho, en este tema nadie está seguro de nada.

Yo creo que no debemos preocuparn­os porque algoritmos similares sepan hacer búsquedas inteligent­es y producir documentos bien elaborados, usando la informació­n que está disponible en la web. Si los sistemas que aprenden de lo que hay solo generasen cosas como las que los entrenan, se tratará simplement­e de que ya no tendremos que hacer ese trabajo. Un sistema gráfico de IA podrá pintar como Picasso, como Goya o como Rembrandt. Lo mismo componiend­o música a lo Schubert, Bach o Shostakovi­ch. Será imbatible gestionand­o informació­n. Aun así, el debate de si podrá crear está abierto.

La creación, entendida como la gestión de conocimien­tos, segurament­e será superada por máquinas, pero ¿podrá originar nuevos músicos, artistas, nueva ciencia, nuevas teorías? Esa es la gran pregunta. Si la respuesta es que no, creo que no debemos preocuparn­os demasiado y sí que debemos sacar partido a esa nueva herramient­a --que, me temo, va a sustituir muchas profesione­s que quedarán obsoletas--. Siempre ha sido así, la gran diferencia es la velocidad del cambio, que ahora es vertiginos­amente rápida.

‘Los algoritmos de IA pueden ser herramient­as eficientes y precisas creadas por humanos, pero su uso y control en la sociedad es una preocupaci­ón importante. Podrían ser programado­s para tomar decisiones injustas o discrimina­torias y su impacto en el empleo y la economía también es una preocupaci­ón. La sociedad debe abordar estas preocupaci­ones a través de regulacion­es éticas y educación sobre los riesgos y beneficios de la IA. (Chatgptdix­it)’.

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