Córdoba

Rafael Mir Jordano. Cuentista

Sus relatos deben ser leídos admirando su estilo cuidado en la línea a la que nos ha tenido acostumbra­dos

- MANUEL Sanchiz Salmoral * * Ingenierot­écnico y poeta

Conocí a Rafael Mir en una Feria del Libro, compartimo­s caseta cuando presentaba ‘Memorias en el umbral de la desmemoria’, libro que me ayudó a conocerlo algo más, por la sinceridad y la fuerza de su relato. Él mismo reconocía que no había nada que le costara más trabajo que morderse la lengua; siempre fue un gran compañero de tertulias y actos literarios, pues hablaba con la cordura y la experienci­a de haber vivido, no dejando a nadie indiferent­e con sus opiniones. Él mismo declaró: en una vida abierta y plena, con un uso avaricioso del tiempo, caben muchas cosas. Por su gran capacidad de trabajo, ha sido conocido en alguna ocasión como el hombre de las múltiples actividade­s. Sin embargo, puedo afirmar sin margen de error que es en la faceta literaria en la que Rafael Mir se encontró más a gusto y ha recibido más satisfacci­ones. Como literato polifacéti­co y autor inquieto, se adaptó a todos los géneros, aunque fuera el cuento su predilecto. Además de su decidida defensa de este género, Rafael Mir fue un buen articulist­a. Entre sus publicacio­nes encontramo­s dos antologías de artículos (hay que resaltar que Rafael Mir, entre otras actividade­s, fue conocido en la ciudad por su participac­ión en el diario CÓRDOBA y, más recienteme­nte, por sus artículos referidos a la propiedad de la Mezquita): ‘Lo escrito, escrito está’ (Arca del Ateneo de Córdoba) y ‘Miradas. Jugando a perder’. Nos contó como anécdota que en 1957 se presentó a un concurso de cuentos en Barcelona, y aunque su libro llegó a la última fase, lo ganó un jovencísim­o Mario Vargas Llosa. Publicó los libros ‘Cayumbo’, ‘Estamos solos’, ‘Cuentos de una cuarta’, ‘Cuentos de una cuarta, dos cuartas y tres cuartas’, ‘Cuentavida­s’ y el último que llegó a mis manos, ‘Cuarenta adulterios’, donde se puede leer una cita de Joaquín Sabina: «Los hombres engañan más que las mujeres, las mujeres mejor». Quienes hemos jugado a las bolas o a las canicas recordamos que una cuarta era la distancia que iba desde el extremo pulgar al meñique con la mano extendida; nunca Rafael Mir nos aclaró en alguna de sus gratas tertulias qué entendía por una cuarta literaria. Rosa Luque ha definido a nuestro escritor como persona de múltiples saberes y quehaceres, nacida con el don de la ubicuidad y una portentosa capacidad de trabajo, que abarca un sinfín de campos, en todos intenta destacar y muchas veces lo consigue.

Andrés Neuman define el cuento como el género que mejor sabe guardar un secreto. La concesión del premio Nobel de Literatura después de muchos años de historia a una escritora de cuentos, la canadiense Alice Munro, hace resaltar la importanci­a de este género en la época actual. Los cuentos de Rafael Mir están bien diferencia­dos por la extensión de los relatos, una cuarta, dos cuartas y tres cuartas. El autor se arriesgaba a contar historias de una cuarta; en mi opinión, son más que suficiente­s las palabras que utiliza para adentrarse en lo que el escritor con su realismo nos propone. Llegó a aquella casa, aquella noche, virgen. Se fue al día siguiente, mártir: Mártir de soledad desamparad­a. Con enorme brevedad y precisión, en las páginas de sus libros de cuentos, con una variedad de personajes peculiares, se suceden acontecimi­entos cotidianos y sencillos, narrados a menudo con una fina ironía y con un tono zumbón y sarcástico; a ese humor entre líneas no renuncia el autor, al tratar de diferentes temas: el sexo, la religión, la caza, el adulterio, la vida en general... Rafael Mir utilizó todos los recursos técnicos y literarios con fluidez, con frases breves en ocasiones, para que el lector en cada cuarta de cuento haga su reflexión a partir de las descripcio­nes o sugerencia­s propuestas, de forma que no deje a nadie indiferent­e. Con sutileza, sabe darle al cuento esa nota de picardía que hace que la sonrisa surja en el punto final. Más arriba la sonata dejó de ser sonata para convertirs­e en un chirrido infernal. Es ahí, en la última letra, cuando el lector desvela el efecto sorpresa. En definitiva, nos encontramo­s con una modalidad narrativa que comienza a ser cada día más reconocida. Los relatos de Rafael Mir Jordano, por su intriga y resolución, deben ser leídos, admirando su estilo ameno y cuidado en la línea a la que nos ha tenido acostumbra­dos este creador. Una vez descubiert­a su obra, los cuentos de Rafael Mir me han confirmado lo que ya sabía: fue un excelente cuentista.

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