Córdoba

Este amanecer

- JOSÉ MANUEL Ballestero­s Pastor *

Querida mía: Te escribo a las puertas de este amanecer. Ya se prepara la luz tras el horizonte de las calles. Pronto los mirlos desgranará­n con su flauta las perlas del azul. Anida una pareja de gorriones en el alero de un tejado; se afanan en sacar a sus polluelos. Querida mía: Te escribo porque ayer me dijiste que hoy vas a esa clínica: no puedes con ese embarazo inesperado y tienes que abortar. Llevo en mi corazón la tristeza con la que me hablabas. No puedes con tu miedo, con tu angustia, con esos pensamient­os que esta noche te han estado atormentan­do, que te vienen maltratand­o desde que te enteraste que la vida se ha puesto a palpitar en tus entrañas. Yo sé que esa tiniebla es insoportab­le, que la angustia es un huracán que arrasa el alma. ¡Qué puedo decirte si yo también he caído tantas veces en el pozo de la noche! Pero también puedo hablarte la paz y la alegría, la luz y la esperanza. También puedo decirte que la vida está bien hecha, que si eliges su camino, ella siempre te dará más vida y nunca nunca estarás sola. No te apartes de ella ni apartes ese pálpito que late en tus entrañas con el tuyo. No reniegues de ti misma, del amor por el cual otra madre te puso en esta vida. Ahora está en tus manos. Puedes colaborar a un nuevo amanecer, al nuevo manantial que ha surgido en tus entrañas; puedes unirte a tantas otras que amamantan con su alma tantas almas. Ponte en ese camino. Recuerda que tú también fuiste niña y unas manos te peinaban y anudaban en tus trenzas un lazo azul, e ibas a la escuela, y jugabas, y soñabas. Date esa oportunida­d de volver a la inocencia y sacar de ella la flor de tus latidos. Donarás al mundo vida, y te aseguro que esta alegría no se acaba nunca, por más momentos de zozobra que te asalten. Porque todos ellos pasan y la alegría late siempre al fondo. Sí, este amanecer es tuyo, y cada amanecer. Mira: pasea por entre las rosas de este mayo, recibe el bullicio de las golondrina­s, contempla esa niña y esa madre; son tú y lo que tú serás. Mira esa ternura en tu sonrisa. La posees, es tu privilegio y tu tesoro. Querida mía: Yo no busco angustiart­e, porque toda la libertad es tuya y sólo tuya, y así tiene que ser. Yo sólo quiero decirte que también son tuyas la alegría, la esperanza, la paz, la luz y la concordia.

* Abogado

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