Córdoba

La herencia del balcón de flores

Diego Córdoba sigue los pasos de su madre, dando color y alegría a la calle Zarco

- CRISTINA RAMÍREZ cramirez@cordoba.elperiodic­o.com

Mayo se trata de engalanar con flores, como marca la tradición, no solo patios sino también otros espacios como rejas y balcones, una tradición menos reconocida que los patios pero igual de cordobesa. Esta pasión, la de colgar geranios y gitanillas en los balcones, también necesita relevo generacion­al. Muchos de los que ahora participan en el concurso de esta temática lo toman de herencia de sus padres o abuelos, que durante años se dejaron las manos en cuidar sus plantas para que las calles del Casco Histórico lucieran radiantes.

Es el caso de Diego Córdoba, de Zarco 3. Es el segundo año que concursa pero su madre, Ángela Cejas, lo hizo durante varios años desde la primera edición del certamen, en la que obtuvo el primer premio. Ahora él ha vuelto, aunque lleva toda su vida dedicado a esta pasión que le inculcaron sus padres desde muy pequeño. «Cuando me levantaba por la mañana, lo primero que hacía era ponerme con las macetas, todos los días las ponía en los balcones y un amigo me dijo: ¿por qué no concursas en las Rejas y Balcones, que los tienes preciosos?», cuenta el cuidador, quien tomó el impulso y este, su segundo certamen, ha recibido el quinto premio. «Yo no me esperaba premio, yo pongo los balcones porque me gusta», dice, aunque lo coge con mucho orgullo por la devoción que tiene hacia la tradición y por ser la única casa con los balcones adornados de toda la calle. «A mí me duele la boca de decirle a las vecinas que pongan macetas», reclama Córdoba.

Al igual que los patios, la complicaci­ón de las rejas y balcones va ligada a la falta de tiempo y la ne

Lleva toda la vida dedicándos­e a cuidar sus macetas y el año pasado decidió animarse y concursar

cesidad dedicarse a las plantas, que no entienden de horarios. «Yo soy autónomo. Trabajas cuando puedes y te dedicas a las macetas cuando puedes», cuenta el también informátic­o, quien comenta que «cuando hago un descanso con los ordenadore­s me pongo con las flores».

Una de las peculiarid­ades de sus plantas es que llevan nombre de ciudad. «Cuando voy de viaje, en cuanto veo una gitanilla o un geranio le doy un pellizco a la maceta y me llevo un esqueje. Llego a Córdoba, la pincho en una maceta y le pongo el nombre del lugar. Todas tienen nombre». Además de las especies viajeras, conserva joyas como un jazmín que plantó su madre cuando se mudaron a la casa, hace ahora 40 años. «Ese jazmín cubre en la actualidad 35 metros cuadrados», dice Diego Córdoba.

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MANUEL MURILLO Geranios y gitanillas Diego Córdoba, en su balcón de la calle Zarco 3. ▷

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