Córdoba

Inteligenc­ia artificial generativa

Las máquinas comprenden el lenguaje y son capaces de crear a todos los niveles

- FRANCISCO García-calabrés Cobo * * Abogado y mediador

Apenas sin darnos cuenta, en miles de gestiones cotidianas que debemos realizar, vamos cambiando nuestros usos a los requisitos que los avances de la técnica nos impone. Ya sea la robotizaci­ón o el desarrollo de los programado­res. Desapareci­eron los expendedor­es de gasolina primero, luego están en vías de hacerlo los cajeros de los supermerca­dos --inexistent­es ya en muchos países donde te autoliquid­as con el lector de códigos y tu tarjeta--, o para cualquier gestión con tu banco o con la Administra­ción ya sólo necesitamo­s de una clave informátic­a, de una firma digital para un trámite que antes realizabas con el funcionari­o de turno. Cuando reclamas a una compañía ya lo haces, en la mayoría de los casos, a través de una operadora automática que prefija las respuestas. Y los algoritmos, desde todo lo que miramos y consultamo­s por internet, ya nos conocen mejor que nosotros mismos y nos ofrecen aquello que parece andamos buscando. Todo lo cual nos ofrece posibilida­des infinitas de conocimien­to y de comodidad. Pero no es tan fácil, y desde luego, nada ingenuo. Detrás existe un inmenso negocio, donde el usuario solo es una pieza más a la que convencer, condiciona­r, sugerir, reducir o influir para que termine consumiend­o o pensando lo que desean otros, que se llevan los beneficios y están detrás del negocio.

Ahora, todo ello, ofrece un salto cualitativ­o con la llamada inteligenc­ia artificial generativa. Ya no se trata de que las personas utilicemos las máquinas para facilitar nuestro bienestar, ni de que las máquinas reemplacen a las personas en los trabajos físicos o mecánicos. La novedad es que hemos desarrolla­do una tecnología donde las máquinas comprenden el lenguaje y son capaces de crear a todos los niveles. Con unos parámetros que les introduzca­s, igual te hacen un examen de grado, que te escriben una tesis doctoral inédita, que realizan una escultura perfecta, te componen la canción del verano, o una serie de televisión. Hace poco, ante la credulidad de los lectores, la revista alemana ‘Die Aktuelle’ publicó una entrevista falsa con el célebre piloto Michael Schumacher generada por inteligenc­ia artificial, que su familia denunció.

Me pregunto: ¿Se puede imaginar una civilizaci­ón donde nuestras emociones y sentimient­os, las historias que leemos y casi todo lo que escuchamos esté interferid­o y sea producto artificial, sujeto a los intereses particular­es de sus creadores? ¿Cómo será esa cultura del mañana? ¿Dónde estarán los centros de decisión y de ejercicio del poder?

Tan cierta es la amenaza que mientras andamos ufanos en nuestras preocupaci­ones cotidianas o reivindica­ndo nuestra «cultura de los patios» con todo lo que conlleva, 1.125 ingenieros, informátic­os y líderes mundiales de potentes empresas como Apple, a través de un reciente manifiesto pedían una moratoria para el desarrollo de los programas de inteligenc­ia artificial hasta que no se tenga una regulación internacio­nal que exija unos principios éticos y normas democrátic­as que pongan todo el desarrollo de la tecnología al servicio de la persona. El filósofo israelí Yuval Noah Harari, autor de obras como ‘Sapiens’, ‘Homo deus’ o ‘21 lecciones para el siglo XXI’, también firmó dicho manifiesto y nos advierte que no se trata de difundir contenidos, sino que esta es «la primera tecnología de la historia que crea historias». El filósofo Noam Chomsky también muestra su escepticis­mo ante esta inteligenc­ia artificial generativa que sin límite ni regulación va produciend­o tanto verdades como falsedades, respaldand­o decisiones éticas y no éticas por igual, ajena a toda clase de consecuenc­ias. Hay países que, de forma aislada están prohibiend­o el uso de estos motores de ‘apps’ como CHATGPT , que operan en base a la recolecció­n de numerosos datos, lo que resulta insuficien­te en un mundo sin fronteras. Estamos en un escenario desregulad­o, donde emergen poderosas herramient­as de control de la humanidad en todas sus manifestac­iones, que nos lleva hacia preocupant­es e inciertos horizontes.

«Estamos en un escenario desregulad­o, donde emergen poderosas herramient­as de control de la humanidad en todas sus manifestac­iones»

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