El fantasma del medio natural, el gato montés
En los hábitats en mosaico se desenvuelve bien una especie silvestre de felino que se distribuye entre Eurasia y África con representación de varias subespecies
El gato montés requiere zonas abiertas para poder cazar, como pastizales, matorral claro, cultivos e incluso barbechos, entremezcladas con lugares más cerrados con matorral denso y roquedos que son su refugio y zonas de cría.
Los únicos enemigos naturales con los que cuenta son grandes depredadores como el lince que no tolera dentro de su territorio otros competidores. Los persigue incansablemente hasta que los mata. Las grandes águilas y rapaces nocturnas los ven más como un recurso trófico, sobre todo a las crías y jóvenes, aunque también se han citado la depredación sobre ejemplares adultos.
Sus presas son muy variadas, caza pequeños y medianos animales, con mayor querencia por los mamíferos, entre los que se encuentran roedores, musarañas, topos e incluso conejos, aunque tampoco desdeña a los reptiles e insectos. Como se deduce, es una especie bastante generalista por lo que se esperaría que fuese abundante al tener esta gran variedad de recursos tróficos.
Son solitarios excepto en la época del celo que tiene lugar de enero a marzo. Sus territorios los defienden también de otros congéneres y los marcan con señales olfativas y visuales como los excrementos que pueden ser observados en lugares más despejados. Si por su ecología trófica se esperaría que fuera abundante, este comportamiento territorial hace que no lo sea tanto.
Los principales problemas
La bibliografía cita como sus principales problemas la destrucción de su hábitat; los métodos no selectivos de control de depredadores, hoy menos utilizados; las excesivas densidades de jabalí y ciervos que influyen sobre las poblaciones de conejos y roedores; la hibridación con el gato doméstico; sin olvidar los efectos de los cebos envenenados, hoy también menos usados.
Recientemente, en el mes de abril, se ha celebrado una jornada técnica en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera a la que han acudido investigadores, gestores, diversas administraciones y conservacionistas para trasladar los resultados del primer censo realizado a nivel nacional, promovido por la Universidad Rey Juan Carlos. El trabajo realizado durante tres años muestra un escenario muy preocupante para la conservación de esta especie y se considera que hay que abordar con seriedad una serie de metas o hitos.
Se ha constatado una tendencia regresiva a nivel nacional con fragmentación de los núcleos poblacionales en gran parte de su área de distribución. Parece existir también en algunos baja densidad y poblaciones del cuadrante
suroccidental han desaparecido. Se considera necesario la realización de muestreos sistemáticos para actualizar la información en cada región española, y desarrollar programas de seguimiento continuo, al menos en los espa
cios naturales protegidos en primera instancia.
En base a la información existente y la que se consiga, es necesario definir zonas prioritarias de conservación. En Andalucía se citan dos áreas, unas zonas mediterráneas de montaña y otras zonas mediterráneas con abundancia de conejo.
Se ha citado que el gato montés es sensible a la transmisión de enfermedades y la pérdida de variabilidad genética por su cruce con gatos domésticos. Por ello son necesarios protocolos de gestión y control de los gatos domésticos para evitar riesgos sanitarios y cruzamientos indeseados. También han realizado un llamamiento para reducir la mortalidad no natural para los factores ya conocidos como la persecución directa, los atropellos y el ahogamiento en balsas de riego, verdaderas tumbas de fauna silvestre.
En la actualidad esta especie se encuentra en el listado de protección especial y, por tanto, se encuentra protegida. Los recientes estudios han demostrado que el antes abundante gato montés ha perdido superficie en su área de distribución y en Andalucía ha quedado relegado principalmente a algunas zonas concretas de Sierra Morena y las Cordilleras Béticas, donde mantiene superficies ocupadas de mayor extensión y continuas, cosa que no ocurre en las otros lugares andaluces.
Una investigación muestra datos preocupantes sobre la conservación
Un seguimiento necesario
A la luz de estos datos, la administración debiera seguir las recomendaciones de los científicos y comenzar un seguimiento continuado y adoptar medidas de conservación antes que sea demasiado tarde, donde el esfuerzo humano y económico tendrá que ser mayor, como ha ocurrido con el lince. El proceso que vive el gato montés recuerda en algo al vivido por el gran felino en los años ochenta y noventa que casi llegó a desaparecer sin darnos cuenta.
Una de las primeras medidas en Andalucía debiera ser, posiblemente, su catalogación como especie amenazada, al menos en la categoría «vulnerable». Los datos están ahí, sólo hay que ponerse a trabajar y analizar los distintos criterios que establece la UICN, su grado de cumplimiento y adoptar decisiones según los resultados que se obtengan.