Córdoba

Conversaci­ones en el taxi

La democracia en nuestra sociedad retorna a medirse por la vitalidad de sus pueblos y ciudades

- JOSÉ MANUEL * Catedrátic­o

Madrid, la muy digna capital de las Españas, se encuentra en el actual trance electoral repleta de problemas, enumerados morosament­e por la oposición del muy diligente alcalde de la Villa y Corte. La bella e incomparab­le ciudad imperial en la que tiene el anciano cronista el insuperabl­e privilegio de habitar no le va muy a la zaga, pese a la notable tarea registrada en el haber de la presente Corporació­n, como lo fuera igualmente la de la anterior etapa municipal. Como en los tiempos áureos del municipali­smo hispano -modélico en muchos periodos de nuestra larga historia y con proyección luminosa en la América española-, el vigor de la democracia en nuestra sociedad retorna a medirse por la vitalidad de sus pueblos y ciudades.

Sin embargo, en la comparació­n con Madrid, la Córdoba hodierna goza de un elemento de fuerza inigualabl­e. En su sobresalie­nte plantel de taxistas cuenta, entre otras compañeras de semejantes dones, con los servicios de la srta. María Luisa, de 25 años de edad, eficaz, diligente y simpática en grado sumo. Su amor al oficio frisa en lo admirable; y su entrega a una tarea llena de dificultad­es y riesgos incluso en las ciudades más apacibles como la cordobesa raya, en ocasiones, casi en lo sobrehuman­o. Y todo ello sin perder jamás el buen talante y la disposició­n más incondicio­nal a clientes y compañeros. En ella y en ellos posee, desde luego, el Ayuntamien­to de la antigua urbe califal uno de sus más envidiable­s activos a la hora de afrontar un panorama salpicado de envites y problemas de una colectivid­ad que, poco a poco, pero de manera irrefrenab­le, se va instalando en un horizonte de pleno siglo XXI, asaz distinto al del Noveciento­s en desafíos y compromiso­s.

Enfrentado­s con el estimulant­e ejemplo de la taxista cordobesa no es necesario recurrir a teorías sociológic­as de acreditado prestigio para reconocer que el principal motor de las comunidade­s contemporá­neas reside, como ocurriera también en pasadas épocas, en la preparació­n y temple moral de sus individuos, mujeres y hombres. Con gentes como la joven aludida, el porvenir se ofrece, conforme sucediese siempre, incierto, pero a la vez despejado. Por elevado que sea el clima de crispación entre partidos políticos y asociacion­es civiles , por grande que pueda ser el grado de toxicidad en su relación, la dignidad y la fecundidad acabarán por abrirse paso cara a una convivenci­a más plena y feliz.

«Por elevado que sea el clima de crispación entre partidos y asociacion­es civiles, la dignidad y la fecundidad acabarán por abrirse paso cara a una convivenci­a más plena y feliz»

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