Conversaciones en el taxi
La democracia en nuestra sociedad retorna a medirse por la vitalidad de sus pueblos y ciudades
Madrid, la muy digna capital de las Españas, se encuentra en el actual trance electoral repleta de problemas, enumerados morosamente por la oposición del muy diligente alcalde de la Villa y Corte. La bella e incomparable ciudad imperial en la que tiene el anciano cronista el insuperable privilegio de habitar no le va muy a la zaga, pese a la notable tarea registrada en el haber de la presente Corporación, como lo fuera igualmente la de la anterior etapa municipal. Como en los tiempos áureos del municipalismo hispano -modélico en muchos periodos de nuestra larga historia y con proyección luminosa en la América española-, el vigor de la democracia en nuestra sociedad retorna a medirse por la vitalidad de sus pueblos y ciudades.
Sin embargo, en la comparación con Madrid, la Córdoba hodierna goza de un elemento de fuerza inigualable. En su sobresaliente plantel de taxistas cuenta, entre otras compañeras de semejantes dones, con los servicios de la srta. María Luisa, de 25 años de edad, eficaz, diligente y simpática en grado sumo. Su amor al oficio frisa en lo admirable; y su entrega a una tarea llena de dificultades y riesgos incluso en las ciudades más apacibles como la cordobesa raya, en ocasiones, casi en lo sobrehumano. Y todo ello sin perder jamás el buen talante y la disposición más incondicional a clientes y compañeros. En ella y en ellos posee, desde luego, el Ayuntamiento de la antigua urbe califal uno de sus más envidiables activos a la hora de afrontar un panorama salpicado de envites y problemas de una colectividad que, poco a poco, pero de manera irrefrenable, se va instalando en un horizonte de pleno siglo XXI, asaz distinto al del Novecientos en desafíos y compromisos.
Enfrentados con el estimulante ejemplo de la taxista cordobesa no es necesario recurrir a teorías sociológicas de acreditado prestigio para reconocer que el principal motor de las comunidades contemporáneas reside, como ocurriera también en pasadas épocas, en la preparación y temple moral de sus individuos, mujeres y hombres. Con gentes como la joven aludida, el porvenir se ofrece, conforme sucediese siempre, incierto, pero a la vez despejado. Por elevado que sea el clima de crispación entre partidos políticos y asociaciones civiles , por grande que pueda ser el grado de toxicidad en su relación, la dignidad y la fecundidad acabarán por abrirse paso cara a una convivencia más plena y feliz.
«Por elevado que sea el clima de crispación entre partidos y asociaciones civiles, la dignidad y la fecundidad acabarán por abrirse paso cara a una convivencia más plena y feliz»